Pocos días generan tantas emociones encontradas como el 16 de octubre, donde se mezclan de manera singular recuerdos dolorosos y esperanzas de justicia. Incluso de  alegría desbordante y callejera porque un 16 de octubre de 1998 fue detenido en Londres el dictador Augusto Pinochet y se abrió un espacio para lograr algún grado de justicia para los múltiples crímenes cometidos durante su régimen. Entre ellos la masacre de campesinos de Paine y el fusilamiento de prisioneros en La Serena por la denominada ‘Caravana de la muerte’. Ambos crímenes perpetrados el 16 de octubre de 1973. 

En Paine, la madrugada del 16,  militares acompañados de carabineros y civiles salieron de cacería, secuestrando a veintitrés personas en su mayoría trabajadores agrícolas. Trasladados a la Sub Comisaría de Paine, y luego al Regimiento de Infantería de San Bernardo, sus rastros se pierden en este último recinto, permaneciendo hasta ahora en calidad de desaparecidos.

Ese mismo día, pero en La Serena, aterrizaba en el patio del Regimiento Arica el helicóptero Puma que trasladaba a la fatídica comitiva encabezada por el general Sergio Arellano Stark. Los recibió el entonces teniente Juan Emilio Cheyre, quien habría informado a los visitantes sobre los militantes de partidos de izquierda confinados en el penal de la ciudad y en dependencias del regimiento. Arellano Stark tomó la lista y tachó quince nombres, los que fueron asesinados en el polígono de tiro del regimiento en horas de la tarde.

En total aquel día fueron asesinados treinta y ocho personas, entre las cuales destaca el músico y compositor Jorge Peña Hen, fundador de la Orquesta Filarmónica de La Serena y de otra serie de iniciativas entre las cuales destaca la creación, en 1964, de la primera Orquesta Sinfónica Infantil del continente integrada por niños de escasos recursos.

A nivel internacional el arresto de Pinochet en Londres sentó jurisprudencia y en el plano interno, los compromisos adquiridos por el Estado chileno ante los ingleses, facilitaron algunos avances en materia de justicia y reparación. Pinochet fue sometido a juicio y al momento de su muerte se encontraba con arresto domiciliario. No obstante el balance resulta magro. El terrorismo de Estado sigue impune en lo grueso y rebrotando.