La Corte Suprema condenó a cinco agentes de la dictadura cívico militar, por el secuestro y desaparición en 1974, de Arturo Barría Barrera, profesor de música incluido posteriormente entre las víctimas de la Operación Colombo, y que estuvo secuestrado .

En el fallo el máximo tribunal sentenció a seis años de prisión, como autores del delito, a los generales César Manríquez Bravo y Raúl Iturriaga Neumann, y al brigadier Pedro Espinoza Bravo. En tanto, el coronel de Gendarmería Orlando Manzo Durán fue condenado a cinco años, también como autor y, como cómplice, el agente Luis Pavez Parra recibió una pena de tres años y un día de prisión. Los cuatro primeros ya están en prisión, cumpliendo sentencias, tras ser condenados en decenas de juicios por violaciones a los derechos humanos.

El fallo establece que el 28 de agosto de 1974, Arturo Barría Araneda, de 28 años, profesor de música del Liceo Darío Salas de Santiago y militante del Partido Comunista, fue citado por el interventor militar del establecimiento educacional a la Escuela de Suboficiales del Ejército, junto a otras dos profesoras y un alumno, por haber supuestamente participado en manifestaciones políticas durante el funeral de un estudiante.

Añade la sentencia que “al concurrir a la citación, los cuatro fueron detenidos y enviados primero a otro recinto militar y después a un campo de prisioneros de la DINA, donde el docente fue sometido a torturas, las mismas que enfrentó después en Villa Grimaldi”.

Según testimonios de prisioneros supervivientes, Barría fue torturado por haber viajado un par de años antes a Cuba, donde siguió un curso de perfeccionamiento como docente de música. En el mes de septiembre, los prisioneros dejaron de ver o escuchar al profesor, que solía entonar temas como el Ave María, de Franz Schubert, y otras piezas de música clásica.

En mayo de 1975, su nombre fue incluido entre las víctimas de la Operación Colombo, montaje de la DINA para encubrir la desaparición de 119 prisioneros políticos, con el apoyo de las policías secretas de Argentina y Brasil. En ambos países se publicaron ediciones únicas de periódicos inexistentes, Lea y O Novo Dia, en las que se afirmaba que los desaparecidos habían muerto en purgas internas del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) ocurridas en territorio argentino y brasileño, las que fueron replicadas por medios chilenos.