Estimados amigos y amigas, cumplimos un año más de labor y lo hacemos en un contexto nacional e internacional altamente complejo, a ratos lamentable, pero extraordinariamente desafiante.

Un ciclo histórico de signo progresista parece haber llegado a su fin, iniciándose otro marcado por el afán de la extrema derecha de hacer retroceder, en toda la línea, los avances en materia de derechos humanos y conquistas sociales. Exaltando además la  xenofobia, el odio hacia los diferentes y la misoginia.

En Chile, vivimos una situación inquietante y paradojal. Lo que ocurre en la Araucanía es un buen ejemplo, porque mientras por un lado se propicia el   dialogo, por otro se militariza aún más la zona con los resultados por todos conocidos: muerte, apremios ilegítimos y violencia. Todo lo cual aleja la posibilidad de avanzar en saldar la deuda histórica que el Estado de Chile tiene con la nación mapuche.

Nuestra preocupación se incrementa, al constatar la existencia de una iniciativa legal  que permitirá a las policías someter a controles de identidad a adolescentes de 14 años.

Esta iniciativa, propiciada casi como una panacea anti delincuencia, contraviene instrumentos internacionales de protección a la infancia suscritos por Chile y casi todos los expertos la consideran inefectiva, clasista y segregadora en tanto su impacto recaerá, sin lugar a dudas, en jóvenes considerados sospechosos en buena parte por su apariencia física y manera de vestir.

Cómo institución de promoción y educación en derechos humanos rechazamos enérgicamente esta medida. Nos compete hacerlo, porque una buena parte de quienes nos visitan son alumnos de enseñanza media y básica provenientes de comunas populares, que sabemos serán los mayores afectados por esta medida.

“Quien nada hace, nada teme”, es el refrán con el cual se trata de justificar el control de identidad a los adolescentes. Solo que al tenor de los graves casos de corrupción verificados en instituciones castrenses y policiales que suman además operaciones de montaje para inculpar inocentes, el refrán se puede traducir en todo lo contrario y acrecentar entre los ciudadanos la desconfianza y el temor.

En este contexto debemos abordar otro fenómeno preocupante y que nos afecta directamente como sitio de memoria. Nos referimos al negacionismo que se ha hecho presente no solo buscando desconocer los delitos de lesa humanidad probados ante los tribunales o tratando de justificarlos en razón de descalificar como terroristas a las víctimas. También se ha buscado desacreditar a quienes tenemos el deber de rescatar y divulgar la memoria sobre los actos de terrorismo de Estado cometidos por la dictadura cívico-militar.

En los 22 años que llevamos de existencia, nunca habíamos tenido que soportar que en nuestro frontis se pegaran carteles injuriosos. Tampoco habíamos enfrentado campañas de hostigamiento a través de las redes sociales, como lo experimentamos el año que recién pasó. Todo lo cual aconteció ante el poco entusiasmo de algunas autoridades en preocuparse por la seguridad del sitio, considerando que Villa Grimaldi es un monumento histórico patrimonio de todos los chilenos y chilenas. 

Lo anterior refuerza nuestro interés porque Chile cuente con una legislación eficaz que permita combatir discursos de odio y a las organizaciones que los propician.

En el mismo sentido, seguiremos impulsando la necesidad de establecer una política pública de protección patrimonial de los sitios de memoria. Tal cual ha sostenido y recomendado el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) en su informe 2018, el Estado debe asumir una responsabilidad respecto de la mantención y gestión de los sitios, preservando la autonomía de las organizaciones impulsoras de tales iniciativas. Lo anterior está contenido en el Plan Nacional de Derechos Humanos elaborado durante el gobierno anterior, sin embargo, en lo que va transcurrido de la actual administración no ha habido avances en la materia.

Estimados amigos y amigas, como lo decía al principio, vivimos un tiempo complejo y abundante en desafíos. Para nosotros, el principal de ellos, es mantener y potenciar este sitio de memoria, cumpliendo el objetivo por el cual la ciudadanía, los vecinos de Peñalolén y La Reina, junto a las y los sobrevivientes nos movilizamos y logramos convertir lo que era una escombrera y basural en este hermoso Parque por la Paz, que hoy recibe a miles de visitantes al año ya sea estudiantes que realizan recorridos pedagógicos  o público que asiste a nuestros eventos conmemorativos o actividades artístico-culturales.

Persistiremos en esta labor. Pero también innovaremos. A modo de ejemplo, este próximo mes nuestras profesionales del Área de Educación iniciarán la puesta en práctica de una estrategia para abordar la educación en derechos humanos hacia la infancia. Nuestra Área Museo se propone efectuar importantes reparaciones en la Torre y reforzar la labor de extensión y vínculos con universidades a través de exposiciones itinerantes y proyectos de investigación, entre otras actividades que han planificado para este año. Nuestras gestoras culturales que en enero recién pasado realizaron una hermosa escuela de verano para niños y niñas del vecindario, talleres de mosaico y arpilleras, se preparan para lanzar el próximo abril la tercera versión de la Feria del Libro de Derechos Humanos. Y a nuestros comunicadores que este año avanzarán nuevos pasos en el proyecto Radio Villa Grimaldi.

También, es justo que mencione con gratitud a nuestro equipo de administración, finanzas y recursos humanos, a nuestro equipo de portería, a nuestras recepcionistas, a los jardineros que la deberán enfrentar pronto el otoño y sus secuelas sobre el parque.

Con todas y todos ellos y con ustedes Villa Grimaldi prevalecerá y concretará el sueño de muchos que ya no están con nosotros, esto es, resignificar un lugar de muerte y dolor en un Parque por la Paz, por la memoria y los derechos humanos. Muchas gracias.

22 de marzo de 2019