“Toyita” Vasallo se opuso a pedir la restitución a su familia de la propiedad de Villa Grimaldi. Junto con su padre, Emilio Vasallo, pensaban que el recinto no era recuperable: “fue un lugar de hermosos años familiares manchados por el horror”. El acuerdo de Victoria y su padre, era que la Villa Grimaldi no era de nadie, solo pertenecía a “todas las personas que sufrieron allí”.

Sus restos fueron despedidos este domingo, por sus familiares y amigos más cercanos, en la Iglesia de los Dominicos y en el Cementerio General.

Por Rosita Ayress y Alejandra Holzapfel

Hija de Emilio Vasallo, propietario de la residencia Villa Grimaldi, donde transcurrieron hermosos años de su vida junto a sus padres y hermanos, allí pasaron sus primeros años sus hijos, hasta que a fines de 1973 se vio obligada a exiliarse en Panamá, cuando la dictadura cívico militar empoderó a Chile de terror. En el país centroamericano sacó adelante a su familia y se integró a las denuncias por los atropellos a los Derechos Humanos.Allí se entera que el hogar de su infancia fue expropiado pasando a manos de la Dirección Nacional de Inteligencia, DINA, al mando del general Manuel Contreras, transformándose en centro de secuestro y exterminio de tantos jóvenes luchadores sociales y políticos que se resistían a ver convertida su patria en un resumidero de terror y muerte.

Como expresaba Toyita, al recibirnos en su sencillo hogar cerca de Avda. Grecia en la comuna de Ñuñoa, los bellos años familiares en la Villa Grimaldi perdieron su total valor ante el horror y sufrimiento que desató en el mismo lugar la dictadura. “Tengo familiares y amigos torturados y desaparecidos en la Villa”, “un primo Detenido Desaparecido que pertenece al Caso de los 119”.Victoria, de profesión Asistente Social, a su regreso a Chile, se integró al amplio encuentro popular contra la dictadura, participando en el proceso de recuperación de la democracia. En 1990 trabajó en la ONG GICAM que era un grupo de investigación de medicina social, también se desempeñó un tiempo en el CODEPU, donde desde la mañana hasta la noche atendían casos de violaciones a los Derechos Humanos, pero tanto sufrimiento la angustió mucho.

Quiso visitar personalmente la casa de su infancia convertida en campo de exterminio, la que aún permanecía en poder de los militares y desentrañar que pasaba en la Villa, ya que su familia nunca se involucró en estas pesquisas. “Me fui caminando sola, cruzando el puente Tobalaba y seguí por Arrieta hasta llegar a la puerta de la Villa”, con la ingenuidad propia de sus años de exilio golpeó la puerta, sintiendo en su interior un legítimo sentimiento y autoridad para interiorizarse de los hechos. Se abrió la mirilla del portón y apareció la silueta de un soldado raso quien le pregunta que desea, Toyita le responde “que me abra la puerta”, a lo cual el soldado le responde que “no le puede abrir porque es un recinto privado”. Toyita le replica “Si, por que es de mi familia”, mientras a través de la mirilla lograba divisar el interior donde no había nada de lo que fue su hogar, solo escombros y montones de maicillo. El soldado concluyó con que eso pertenecía a una empresa constructora cerrando la mirilla, al momento que se acercaban vecinos del barrio que la estaban contemplando desde lejos.Toyita les expresa que ella vivió allí y no la dejan entrar.

Los vecinos le comentan que en ese lugar sucedieron cosas terribles, a la vez que se agrupaban más personas. Una jovencita le invitó a visitar su casa que lindaba con la Villa y que desde el segundo piso podría mirar mejor. Al entrar a la casa y saludar a sus padres que le reciben acogedoramente, “veo unas revistas Análisis sobre la mesa y me siento más entre los míos”. Efectivamente desde el segundo piso tiene una vista más amplia con el espectáculo similar de la mirilla, estaba todo devastado, lleno de malezas, escombros y cerros de ripio, el gran ya no ombú no existía. La chica le comenta que “desde hace harto tiempo trabajan por las noches con maquinaria pesada” derrumbando todo. Victoria quedo impactada, en estado de asombro, pena y horror. “Agradecí las atenciones de los dueños de casa y me retiré pensando en ¿qué pasaba con la gente?, ¿por qué nadie hacia algo? Estos desgraciados quieren construir un conjunto habitacional y pasar por encima de la historia. Eso quieren hacer con la Villa para que la gente se olvide de todo”. Cuando regresó a casa de su hermana, su madre la interrogó con un “y….” enmudecido. Victoria se daba cuenta que había mucho miedo, a la vez que se preguntaba ¿que podría hacer? Como a los tres días la llama una mujer que se identifica como periodista y que le expresa su interés de hacerle una entrevista sobre la Villa para un periódico chileno. Un pariente de Toyita le había dado su teléfono, indicándole que ella era la persona indicada de la familia para entregar la información requerida.Victoria accedió a una extensa entrevista entendiendo que era una buena ocasión para poner en evidencia parte del misterio de la Villa Grimaldi, proporcionado fotos, documentos y el decreto de expropiación de los militares a su padre, pero exigiendo que la noticia fuera publicada tres días sucesivos en primera plana para entregar una amplia información a los chilenos. La publicación de este reportaje, coincidió con el escándalo de los pinocheques del hijo del Dictador y la amenaza de nuevo Golpe con el “ejercicio de enlace” de las Fuerzas Armadas. “Amigos y familiares me llamaron, incluso mi padre, expresándome que me había puesto en riesgo con la entrevista”. Los aparatos represivos hicieron lo propio allanado mi casa y la de mi padre. A partir de ese hecho organizaciones de derechos humanos y juntas de vecinos de Peñalolén y La Reina desarrollaron una persistente campaña por la recuperación de la Villa a la vez que Victoria recibió la solidaridad de comprometidos luchadores sociales.

Sintiendo que no estaba cerrado el círculo del rescate de la Villa, la Toyita se dirigió al Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y sin previa cita se presentó en la oficina del Ministro, pidiéndole a la secretaria que fuera recibida, “dígale que Victoria Vasallo Müller, hija del dueño de Villa Grimaldi quiere hablar con él”.Sin salir de la impactante sorpresa, el Ministro Alvarado la recibió en su despacho, le preguntó si le concurría pedir la restitución del predio de la Villa o su indemnización. Victoria le respondió que “por ningún motivo”, que esa situación la había conversado con su padre, “que no era recuperable un lugar de hermosos años familiares manchados por el horror”, que su padre sufrió una “expropiación por cohecho” y que en esas circunstancias “lo bonito pierde su valor”. Contreras fue en varias oportunidades a allanar la Villa y el departamento de su padre, “acosando con pánico”, creando un “ambiente de terror” para presionarlo a una “venta obligada”.El acuerdo de Victoria y su padre, era que la Villa Grimaldi no era de nadie, solo pertenecía a “todas las personas que sufrieron allí”.

Victoria, compartió con entusiasmo las acciones de las juntas vecinales y organizaciones de Derechos Humanos que realizaron un excelente trabajo para recuperar la Villa. Ante las reticencias del gobierno de turno que propuso hacer un parque por la paz en la Avda. Américo Vespucio y no en el lugar mismo de la Villa Grimaldi,Victoria expuso con firmeza, que el Estado chileno le “pagara lo que sea al General Salas Wenzel” para sacarlo de allí. El director de la CNI, vendió fraudulentamente la Villa a su esposa y cuñado, representantes de la empresa constructoraque echaba abajo la Villa con el objetivo de instalar un condominio habitacional, que los llenaría de dinero y borraría la historia de terror de la Avda. Arrieta, tal como sucedió con el centro de exterminio de la calle Simón Bolívar.

«Así es la historia, dice Victoria Vasallo y agrega, cuando se abrió la Villa Grimaldi por primera vez, entramos a un sitio desolado, arrasado y a pesar de ello con la huella del horror petrificada, nada quedaba de la casa de infancia de mis hijos. Estaban los sobrevivientes y familiares de los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos y las juntas de vecinos recuperando un pedazo de nuestra historia, un sitio para la memoria. Se formó la Corporación Villa Grimaldi Parque por la Paz, en la que fue honrada como la socia número uno. “Hubo quienes me vieron como un referente, yo no soy referente de nada, a mí me tocó hacer lo que hice”.“Fui parte de una época muy bonita antes del Golpe, momentos de esperanzas y compromisos”, ella siente que también le tocó vivir esa parte de la historia, “Agradezco haber vivido la etapa más hermosa y esperanzadora de mi vida. Después llegó la noche”.

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Fotos del recuerdo personal de Victoria Vasallo