El ministro Mario Carroza condenó a penas de diez años y un día a los miembros de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Miguel Krassnoff, Rolf Wenderoth y Claudio Pacheco, como responsables del homicidio calificado del joven técnico agrícola y militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Cedomil Lausic Glasinovic. El crimen fue perpetrado el 4 de abril de 1975 al interior del centro de secuestro, tortura y exterminio Villa Grimaldi.

El 3 de abril de 1975, Lausic, conocido como ‘el yugoeslavo’, fue secuestrado desde su hogar por uno de los grupos operativos de la DINA e internado en el ex Cuartel Terranova. En este recinto fue sometido a brutales torturas a fin de obligarlo a concertar una cita con un alto dirigente del MIR, la que no llegó a concretarse y fue aprovechada por Lausic para intentar fugarse. El intento no prosperó y en represalia recibió una golpiza con cadenas y culatazos en el patio del recinto, tras la cual fue abandonado en estado agónico en una de celdas.

Con su cuerpo lacerado, Lausic habría agonizado por dos días sin recibir ayuda médica. Al tercer día su cuerpo habría sido retirado en una carretilla de mano, apareciendo el 9 de abril en el Instituto Médico Legal, presentando múltiples contusiones.

Una zamba para Cedomil

La entonces estudiante de música, Ana María Jimenez, secuestrada en Villa Grimaldi recuerda una de las noches de agonía de Cedomil Lausic:

Llovía y las mujeres fueron sacadas al baño como era habitual. Entonces una de las guardias le pidió que cantara porque estaba aburrida. Jiménez se negó hasta que la periodista Gladys Díaz le susurró al oído: «Canta, Chica. En la torre está agonizando ‘el yugoslavo’, no creemos que pase de hoy. Tu canto lo va a ayudar. Y cuando la guardia volvió sin decir nada empecé a cantar ‘Zamba para no morir’, la canción que canta Mercedes Sosa. Nunca he tenido una gran voz. Sólo afinada. Pero no sé de dónde saqué fuerzas y empecé a cantar con voz rajada… Después nos enteramos que efectivamente el yugoslavo murió esa noche. Ojalá que el canto, la música con su poder maravilloso, le haya hecho llegar nuestra fuerza y haya partido más tranquilo” (*).

(*) Fragmento extraido de Cantos Cautivos.