En diciembre del 2010, en la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos, el sacerdote jesuita José Aldunate reintegraba a la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi la llave del portón original que le había sido confiada desde la recuperación de este sitio de memoria. En aquella oportunidad él manifestaba: “Entrego el encargo de mantener siempre viva la memoria en Villa Grimaldi, y mantener el Parque Por la Paz. Para mí es una enorme satisfacción que se haya recuperado este lugar. Siento que mi vida no fue en vano”.

Hoy, la Corporación lo ha nominado como su candidato para inaugurar el Premio Nacional del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), en reconocimiento a la trayectoria de este hombre bueno de 96 años, y sin restarle merito algunos a los y las meritorias candidatas presentadas a este importante reconocimiento.


Jesuita y cura obrero; creador del “Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo”; con una sólida formación intelectual, ex director de la Revista Mensaje y del Centro Bellarmino; cercano colaborador del Padre Alberto Hurtado; columnista de opinión y autor de numerosos libros; pero por sobre todo, un tozudo y pertinaz defensor de los Derechos Humanos desde los tiempos duros hasta nuestros días, todo ello es este sacerdote que hizo una temprana opción por los pobres junto a otros curas como Puga, Boltón, Maroto y Ortega entre otros.

Hace algún tiempo, el equipo del Programa Museo converso por cerca de dos horas con el padre José Aldunate, de esa entrevista hemos realizado algunos extractos que ahora quisiéramos compartir en esta crónica dedicada a su trayectoria y nominación al Premio del INDH.

Hemos escogido especialmente la experiencia del activismo en las calles denunciando la tortura que creemos retrata a un cura de fuertes convicciones que ha traducido en acción y opción de vida.

EL MOVIMIENTO “SEBASTIAN ACEVEDO”

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E: ¿Queríamos también hacerle unas preguntas retrotrayéndolo al pasado militante suyo, al tiempo de la fundación del movimiento contra la tortura?

R: “Mi actividad, al principio tuve alguna actividad en meter la gente en las embajadas, el llamado empuja potos por encima de la muralla, la gente para sacarlos de circulación, pero lo de Sebastián Acevedo, eso fue… en realidad es la historia de un grupo. Yo fui vocero de un grupo de esos a veces que nombran o conocen más. Como yo era un poco mayor y siendo también sacerdote, tenía más respaldo porque es un grupo clandestino, entonces tiene que salir a la luz pública y hacer grabaciones y dar a conocer el movimiento de extranjeros y todo, así que eso me tocó a mí y más bien me metí en esto y bueno, la idea es esa.

Yo creo que de cierta manera “Sebastián Acevedo” divulgó en Chile un estilo de protesta, de cierta manera, nuevo porque no hay protestas así violentas en que se rompen piedras, así ventanas y se hace escándalo y todo eso como quien dice para protestar, en cambio nuestras protestas eran no violentas, esa era una cosa esencial de que no fueran violentas. No se podía tocar a carabineros ni botarle el gorro, eso estaba excluido, penado en el movimiento y no se podía romper cosas ni hacer ninguna violencia, entonces era un poco inspirado en Mahatma Gandhi.

Nosotros fuimos a ver dos películas de Mahatma Gandhi para ver cómo lo hacía él y o sea es un movimiento que habla de conciencia, habla de la conciencia para que el pueblo de Chile se dé cuenta de en Chile se tortura y que la tortura es intolerable, es inhumano. (…) la conciencia del pueblo, esas dos ideas era el fin de todo eso, entonces había que… porque la tortura tiende a ser secreta y la tortura fue una cosa oculta, de la tortura nadie quiere hablar, ni el mismo torturado quiere hablar de la tortura. A mí me ha pasado muchas veces pedir testimonio y no, me dicen no, yo no voy a hablar de cómo fue mi tortura. Un marido me decía yo le prometí a mi mujer de no tocar nunca más este tema y porque (…) mucho, la psicología revivir todo eso, así que los torturados no quieren hablar, los torturadores menos todavía y la publicidad está prohibida, no se puede hablar de esto, así que Chile siendo un país torturador pasaba por ser un país militar simplemente, una dictadura. Así que había que denunciar todo esto públicamente para dar a conocer la realidad de lo que estaba pasando en Chile, cómo era la tortura y qué es lo que se estaba haciendo, entonces se salía a denunciar eso.

No sabíamos al principio cómo iba a ser este movimiento porque podía ser como una bola de nieve que empieza en un grupito y después toda la población de Chile después se va sumando…o podía ser un grupo chico que sale y que no tiene mucho éxito y va desapareciendo, como que se va acotando, pero el resultado no fue ni una cosa ni otra, un término medio, o sea, se mantuvo el grupo de 200, 300 en toda la sociedad, manifestaciones y no aumentó ni disminuyó. No podía aumentar porque como era un movimiento semi secreto había que ir con mucho cuidado para evitar la infiltración porque nosotros procedíamos por sorpresa, nadie sabíamos dónde íbamos a hacer la tortura, en qué lugar de la ciudad porque en siete años hicimos 180 salidas a la calle, así que en distintos lugares y donde había gente, donde había aglomeración, donde había tortura, ahí aparecíamos nosotros con nuestras protestas, o delante de los cuarteles de Carabineros donde… bueno creo…que no fuimos en eso tan originales, porque fueron los familiares de detenidos desaparecidos los primeros en hacer esas protestas aquí en Chile, salían con el cuadro de sus seres queridos, salían sin temor ninguno y a veces se encadenaban a los edificios…

Lo hicimos un poco más masivamente con muchos problemas para guardar el secreto y podía entrar a protestar con nosotros cualquiera persona que quisiera protestar con tal de que conservara las reglas del juego. Podía ser, había democratacristianos, había miristas, había comunistas, había monjas que a veces salían hasta con hábito y había dueñas de casa, había de todo de todo, toda gente que quería participar, eso era muy bonito.

Es importante, recalcar eso de que es ante todo acción, porque somos tan buenos para hablar, para protestar, pero no para obrar, para hacer, para jugarnos en acción por algo y cuando se juega la acción por algo es muy lindo, es una experiencia única, uno se siente auténtico, es una satisfacción muy profunda, aunque sea fregado, sea mortificado por los demás y bueno así creo que eso atraía mucha gente. Hay gente que no dormía antes de la acción porque claro, la acción siempre es como peligrosa, expuesta, uno no sabe qué va a pasar o algunos traumatizados con esto, de su cabeza, lo que fuera, no era como agradable, pero la gente que se comprometía se sentía obligado a ir, tenían que ir, y después de hacer la acción se sentía la satisfacción muy grande. Uno ahí comprenda el valor de la acción, que uno a veces habla de esto, pero no lo experimenta, no pasa por aquí. Acción no violenta tiene que ser no violenta y eso confundía bastante a la policía”.

COMUNICACIONES/28/11.