Red de Recintos de Detención

Según los informes de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, la red de recintos de detención llegó a contar con mil ciento cincuenta y seis lugares distribuidos a los largo y ancho del país, donde la mayor parte de ellos correspondió a dependencias e instalaciones propias del funcionamiento institucional de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones; otros se establecieron deliberadamente en sitios e inmuebles que fueron adquiridos o apropiados a la fuerza, para fines de detención y tortura, y que posteriormente en los años previos a la transición democrática, fueron abandonados, traspasados a otros propietarios y a veces destruidos.

Destrucción del Cuartel Terranova. Fotografía de Mariela Rivera, Diario La Nación, archivo Villa Grimaldi.


La red represiva quedó conformada por el siguiente tipo de recintos, según su actividad, función y grado de conocimiento:

Lugares secretos de detención y tortura: la mayor parte insertos en el funcionamiento normal de la ciudad, por lo cual debían mantener una estricta rutina de simulación hacia el exterior en el intento de no generar sospechas en los vecinos, y mantenerse así con su carácter ‘secreto’. En estos lugares, los prisioneros permanecían completamente incomunicados, virtualmente ‘desaparecidos’, y sometidos a interrogatorios bajo tortura, además de deplorables condiciones de subsistencia.

A los recintos donde se realizaban los interrogatorios propiamente tal y se mantenían recluidos a los prisioneros, hay que agregar clínicas secretas en las cuales se atendían detenidos en estado de gravedad.

Lugares de detención donde no se aplicaba tortura: lugares de espera o tránsito, ya sea hacia otros recintos donde se realizaban interrogatorios y se aplicaba tortura, o bien mientras ‘acompañaban’ a agentes de la represión en actividad de identificación y persecución.

Campamentos de detenidos: también llamados ‘campos de concentración’, creados en 1973 y que luego se siguieron utilizando, los que muchas veces debieron ampliarse a raíz del aumento de prisioneros. Estos recintos eran de conocimiento público, y muchas veces se permitía el contacto de los prisioneros con el exterior a través de visitas de familiares y abogados.

Recintos de detención pertenecientes a instituciones: por tratarse de dependencias institucionales de carácter público, como comisarías, regimientos, escuelas militares, buques de la armada, etcétera, existía conocimiento de ellos. Estaban destinados a practicar interrogatorios bajo tortura, y en el caso de los navíos de la Armada, además sirvieron de medio de transporte de prisioneros hacia campos de concentración como Isla Dawson, Pisagua, Isla Quiriquina, entre otros.

En esta tipología, sería necesario añadir algunos casos especiales como el de ciertos hospitales públicos, donde se prestaba asistencia complementaria a la actividad represiva, cuando se trataba de atender a prisioneros en estado grave.

Prisioneros en centro de detención de Pisagua.

 

Cárceles y penitenciarías: en ellas se encontraban prisioneros sometidos a procesos y condenados. En casi todas las regiones existió una cárcel que mantuvo presos políticos. Por lo general en estos recintos no se practicaban interrogatorios y tortura, aunque hubo excepciones.

Recintos para el funcionamiento interno de los servicios de inteligencia: destinados a actividades administrativas, habitacionales y de entrenamiento de los agentes. Aunque en ellos no se efectuaban interrogatorios y tortura, en casos excepcionales ello sí ocurrió e incluso se cometieron asesinatos.

Posteriormente a 1978, la mayor parte de los recintos descritos, cesaron su actividad represiva, y hubo una mayor concentración en actividades de inteligencia, con lo cual muchos de los lugares que habían sido apropiados por el Estado a privados y utilizados para fines represivos, iniciaron un lento camino hacia la desaparición.