Gradas / Portón

La demolición de los restos de Villa Grimaldi efectuada en 1990 no sólo buscaba preparar los terrenos para construir un conjunto habitacional, sino eliminar todos los elementos que aún permanecían del ex cuartel Terranova.

Por eso no fue hasta el 2006, nueve años después de la apertura del Parque, que se encontraron restos de peldaños de la escalinata original de la casa y poco a poco fueron apareciendo otros vestigios originales de la casona de estilo colonial, como la explanada de adoquines del acceso.

Estos hallazgos permitieron confirmar los testimonios de sobrevivientes que recuerdan haber caminado sobre estas escalinatas al bajarse de las camionetas que los ingresaban al cuartel o cuando eran llevados a interrogatorios a las oficinas de los jefes de brigadas de la DINA que operaban en la casona.

Los vestigios encontrados fueron siete escalones de veinte metros de largo, treinta centímetros de alto y cuarenta y cinco de ancho. Estas gradas fueron dejadas al descubierto como testigos que lograron sobrevivir al ocultamiento y la destrucción.

Portón

El antiguo portón de fierro negro ubicado en la entrada poniente era el lugar por donde ingresaban los vehículos con los detenidos a Villa Grimaldi. Esta estructura es original de Villa Grimaldi, pero el muro que lo soporta fue reconstruido y desplazado hacia el interior del predio para tomar la línea oficial de cierre. La ubicación original quedó marcada por vestigios de ladrillo en las afueras del Parque. Al reconstruir el muro que lo soporta también se conservó una buganvilia, planta que caracterizaba el antiguo acceso.

El portón representa un fuerte simbolismo en la recuperación de este lugar. El 10 de diciembre de 1994 en la celebración del Día Internacional de los DD.HH. se abrió este acceso y por primera vez se permitió el acceso de la comunidad que pudo recórrelo libremente. Tres años más tarde, el 22 de marzo de 1997 se inauguró el Parque por la Paz y se clausuró definitivamente esta entrada, simbolizando la decisión de que nunca vuelva a ingresar por allí una persona privada de su libertad. Las llaves del portón fueron entregadas al sacerdote José Aldunate.

Junto al portón se construyó una escultura que fue elaborada con los vestigios de cerámica de la antigua casa de la Villa y adoquines de piedra de su principal acceso. La escultura evoca una llama de fuego, como símbolo de luz y purificación o bien una hoja en el piso como símbolo de vida.