Las Fuerzas Armadas y de Orden no niegan directamente los crímenes cometidos durante la dictadura cívico militar. Pero sus actuales mandos desafían al poder civil e intentan hacer normal e inocuo rendir homenaje a los criminales. 

  • La Armada erigió una estatua al almirante José Toribio Merino, artífice del golpe de Estado en septiembre de 1973, bajo cuyo mando se cometieron crímenes horrendos, entre ellos las torturas y asesinatos perpetrados en el buque escuela Esmeralda, y en recintos de la institución. 
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  • El Ejército se niega a retirar de la galería de generales de la Academia de Guerra la fotografía de Manuel Contreras, el principal perpetrador de crímenes contra la humanidad, fundador de la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA.
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  • Ahora, Carabineros de Chile, bautiza su Academia de Ciencias Policiales con el nombre de Rodolfo Stange, ex miembro de la Junta Militar, considerado un obstructor de la justicia en graves casos de violaciones a los derechos humanos cometidas por personal de su institución. 
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  • Pero Stange es un ejemplo de la escasa subordinación de las Fuerzas Armadas y Carabineros al poder civil y la vinculación de los altos mandos con la extrema derecha. En 1994 se negó a abandonar el cargo de general director de Carabineros cuando se lo exigió el presidente de la República. Y en 1997 fue elegido senador vinculado al partido Unión Demócrata Independiente.

El negacionismo está a la ofensiva. Siguen en guerra, dando batallas en el campo simbólico  y en el de la memoria histórica.