A Sergio Lagos Hidalgo lo secuestraron como a las 16 horas en la vía pública, el 14 de septiembre de 1974, luego lo llevaron a su casa amarrado de manos, allanaron la vivienda y se retiraron con varias cajas conteniendo especies de propiedad de la víctima. Esa fue la última vez que su familia lo vio con vida. Su rastro se pierde en Villa Grimaldi, lugar al que fue trasladado desde el recinto de 3 y 4 Álamos, aunque las fechas no se han logrado determinar con precisión. En el invierno de 1975 su nombre aparece en el listado de 119 detenidos desaparecidos que la dictadura trató de presentar como muertos por la policía argentina o asesinados por sus propios camaradas en purgas internas.

Lagos era militante del Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), pero tenía vínculos con militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) apresados un día antes de su secuestro. Por este delito la  Corte de Apelaciones de San Miguel condenó a 10 años de presidio a los agentes de la  Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Miguel Krassnoff Martchenko, César Manríquez Bravo y Ciro Ernesto Torré Sáez.

El fallo de la Corte de San Miguel,  aparte de sumar una nueva condena contra conocidos criminales como Krassnoff, Manríquez y Torré, rechaza por enésima vez los intentos de la defensa de los militares de hacer prevalecer la ley de amnistía impuesta por la dictadura, el mecanismo de la prescripción o el alegato de la defensa de Ciro Torré de haber actuado “violentado por una fuerza irresistible o impulsado por un miedo insuperable».

Aunque tardía y parcial, en este caso prevaleció la justicia, imponiéndose por sobre los mecanismos previstos por la dictadura para asegurar la impunidad de los perpetradores de crímenes de lesa humanidad.