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Condenaron a 78 agentes de la DINA por su desaparición. Estuvo en Londres 38 y en Villa Grimaldi y es una de las 119 víctimas de la Operación Colombo. Las condenas por secuestro calificado fluctúan entre 13 y 10 años a los autores, y 4 años para los cómplices.

Por Carlos Antonio Vergara

María Angélica Andreoli Bravo fue detenida en su domicilio y trasladada a Londres 38, luego que Marcia Merino, bajo las torturas del agente Osvaldo Romo, entregara su nombre y condujera en agosto de 1974 a los agentes de la Dina hasta el domicilio de la víctima, ubicado en el sector de Bilbao.

Hasta allí llegaron Romo, Basclay Zapata, Mario Leyton y otro sujeto apodado “el cara de santo” de apellido Fuentes. Todos los agentes pertenecían al grupo Halcón que dirigía Miguel Krassnoff Marchenko. Marcia Merino señala en su declaración judicial que en ese centro de tortura y exterminio, ubicado en pleno centro de Santiago, “no vio personalmente a María Angélica pero la escuchó hablar cerca de ella”.

En su relato a la Justicia, Merino señala que estando vendada escuchó a María Angélica en Villa Grimaldi. “Fue llevada dos veces, las interrogaban en forma separada, frente a un escritorio en que se escuchaban máquinas de escribir. En una ocasión les tomaron datos personales y escuchó a María Angélica respondiendo a una distancia no muy lejana de ella. Ahí estaba Miguel Krassnoff quien la interrogó en ese momento”.

Merino “le dijo que había sido secretaria de la Comisión Política del MIR hasta el golpe lo que era real. No hubo más preguntas, fueron las dos únicas oportunidades en que de alguna manera tuvo contacto con ella”, declaró.

Testigo clave del crimen:

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El testigo Ramón Barcelo Olave sostuvo que en los últimos días de Julio de 1974 fue detenido por andar en averiguaciones sobre el paradero de su hijo. Fue llevado a Londres 38, “lugar donde luego de ser sometido a vejámenes se le introdujo en una sala atestada de detenidos, donde estaba Romo.

Allí escuchó el número a los detenidos y se enteró que entre éstos estaba María Angélica Andreoli. “Del interrogatorio fue testigo presencial ya que a ella la violaron constantemente uno y otro aprehensor y le preguntaba por algo que ella decía que estaba en el velador de su casa y otros lugares. Salían los secuaces del guatón Romo, quien dirigía los interrogatorios y al regresar sin nada volvían a interrogarla y a gritarle groserías porque según ellos los había engañado”, relata en el fallo judicial.

“Esto ocurrió toda una tarde –continúa Barceló- y toda la noche. Durante toda esa jornada de interrogatorios se enteró por los gritos de la niña que pedía que no la siguieran torturando, que era inyectada, cree que con pentotal ya que los aprehensores se decían entre sí que fuera inyectada nuevamente”, prosiguió en su espeluznante relato.

“En un momento dado que una enfermera que integraba el equipo de tortura, manifestó que a María Angélica ya no le podían seguir inyectándola y, ella se negaba a continuar haciéndolo, momento en que intervino Romo y después de tratarla groseramente, le quitó la jeringa y él personalmente comenzó a ponerle la inyección a la joven medio agónica, otro de los secuaces le dijo  que se fuera con cuidado porque se les estaba yendo. Romo entonces suspendió el interrogatorio, no le cabe duda que si alguien mató a María Angélica Andreoli Bravo debe ser Romo”, asegura el testimoniante.

Operación Colombo: La imprenta de José López Rega

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López Rega y la publicacion apócrifa
LEA de Argentina

Romo nunca reconoció el crimen y negó haberla detenido, pero dijo que vio en Villa Grimaldi a la víctima, oportunidad en que pudo constatar que Marcelo Moren Brito la metió varias veces al agua para ahogarla. “La tortura era ejecutada materialmente por Tulio Pereira y Manuel Lucero Lobos, todos bajo el mando de Manuel Moren Brito”, consigna el dictamen.

Liliana Maldonado Cáceres, ex militante del MIR, delatada también por Marcia Merino, también vio a María Angélica en Londres 38, lo mismo indicó Patricia Jorquera Hernández y Cristian Esteban Van Yurick Altamirano. Miguel Rebolledo González también sostuvo que fue detenido por la DINA el 9 de agosto de 1974 siendo llevado a Londres 38, allí estaba María Angélica Andreoli. Estuvo hasta el 16 de agosto y ella permanecía allí.

El abogado Hernán Montealegre Klenner sostuvo en el expediente que en calidad de abogado del Comité Pro Paz, “cuando salieron las publicaciones de que 119 personas habían supuestamente muerto en el extranjero, procedió a viajar a Argentina y Brasil, para indagar la autenticidad de la noticia”.

En Argentina –agregó Montealegre- buscó ejemplares de la revista Lea, donde apareció publicada la lista de los 119 detenidos desaparecidos a quienes se hacía aparecer como muertos en rencillas internas, y fue a la dirección de la imprenta que se indicaba.

Logró ubicar el lugar y “al ingresar con un ejemplar de la revista, unos vigilantes en su caseta, notaron su acento extranjero y se pusieron nerviosos ante su pregunta por el jefe de la imprenta. Uno de ellos lo conminó a retirarse de lo contrario algo grave podía ocurrir, diciéndole que el jefe de la Imprenta era de (José) López Rega y ahí se imprimían documentos de la triple AAA, Alianza Anticomunista. Se alejó inmediatamente en un taxi”.

Asesinados en Villa Grimaldi y lanzados al mar

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Rieles de la Bahía de Quintero
usados para hundir cuerpos

El ex agente de la DINA, Samuel Fuenzalida Devia manifestó haber visto a María Angélica Andreoli Bravo detenida en Villa Grimaldi.

El sub oficial Heriberto del Carmen Acevedo, con el grado de sargento, entrenado en Rocas de Santo Domingo, asignado a la DINA en 1973, a quien apodaban “el Viejo Esteban”, relata que “cuando estaba en Villa Grimaldi una mañana con su equipo, (Germán) Barriga estaba en la puerta de la oficina, y le dice que iba a acompañar a tres camionetas que iban a Peldehue, sin decirle de qué se trataba, pero cuando iban en el trayecto se preguntaron qué era lo que se llevaba en la camioneta y uno de ellos dijo que tenían que ser detenidos, se imaginaron que estaban muertos, se dieron cuenta que estaban muertos cuando llegaron a Peldehue”, dijo.

Allí Barriga le dice a Acevedo –según consta en el proceso- “viejo, tú te quedas aquí en esta alambrada, con tu equipo, aquí no sale ni entra nadie. La comitiva se internó unos tres kilómetros por un camino especial, una huella”.

Con crudeza Heriberto del Carmen Acevedo cuenta que “pasada una hora, lo llama Barriga quien le dijo ‘Viejo, vente con tu equipo’. Al llegar al lugar, donde estaba la camioneta ya estaban vacías, y estaban cargando un helicóptero con los cuerpos ensacados de los detenidos, calcula unos quince o veinte, ya que eran tres camionetas cerradas las que llevaron los cuerpos. Barriga le pide a uno de sus funcionarios y le di la orden a Claudio Pacheco para que concurriera al helicóptero, se subió, partió el helicóptero en dirección al mar. A Pacheco lo dejaron en el Grupo 10. Recuerda que al día siguiente encontró a Claudio Pacheco en el cuartel Villa Grimaldi, y comprobó que había quedado muy mal con la experiencia, le contó que en el helicóptero iba un agente más con él, cuyo nombre no le dijo, y que entre los dos, uno para cada lado tuvieron que echar los cadáveres por la escotilla al mar; según Pacheco estaban muertos”.

José Domingo Ávila Jara, relató una situación similar, éste era sargento segundo, destinado al Comando de Aviación del Ejército, ubicado en el Aeródromo de Tobalaba. Cuando a “mediados del año 1974, mientras se desempeñaba en la Compañía de Mantenimiento cumpliendo sus funciones de electricista, se le ordenó que aplicara la modificación del kit de paracaidista en un helicóptero «PUMA»; una vez que se instaló el equipo en el aparato, se les ordenó un vuelo de prueba con paracaidistas de la Escuela que estaba ubicada en Peldehue”.

“El helicóptero «PUMA», despegó desde el Aeródromo de Tobalaba hacia la Escuela de Paracaidista del Ejército ubicada en la zona de Peldehue, pero al pasar el Cerro Manquehue, el helicóptero «PUMA» se posó en una zona de cerros con el rotor girando, luego abrieron la puerta derecha desde el exterior del helicóptero y subieron dos personas jóvenes con parkas vistosas que ya dentro de la aeronave, empezaron a recibir bultos envueltos en sacos de cáñamo que eran aproximadamente entre cuatro a cinco y estas personas procedieron a arrastrar estos bultos hacia la parte posterior del helicóptero. En la parte posterior éste no llevaba la tapa trasera ya que por ahí se lanzan los paracaidistas. Luego las mismas personas cerraron la puerta, despegaron con dirección hacia el litoral central, específicamente llegaron al sector de Quinteros dirigiéndonos hacia mar abierto, calcula unos 10 o 15 minutos, y una vez en el lugar, el piloto le avisó con la alarma de luces a estas personas para que procedieran a lanzar los bultos al mar, ya que la aeronave al disminuir su marcha, la cola quedó un poco hacia abajo, facilitando el desplazamiento de los bultos. Estas personas procedieron a lanzar los bultos al mar por la parte trasera del helicóptero, posteriormente, regresamos a Santiago y la nave se posó en la pista de helicópteros en el aeródromo de Tobalaba. Estas personas como conocían el mecanismo, abrieron la puerta, se bajaron y se fueron. Respecto a los bultos que ha mencionado y que fueron lanzados al mar, señala que en su interior había personas, porque desde el saco se veían los pies”.

Condenas y lista de criminales

En el fallo, el ministro Crisosto condenó a penas de 13 años de presidio, en calidad de autores a: Juan Manuel Guillermo Contreras Sepúlveda, César Manríquez Bravo, Pedro Octavio Espinoza Bravo, Marcelo Luis Manuel Moren Brito, Miguel Krassnoff Martchenko y Raúl Eduardo Iturriaga Neumann.
En tanto, deberán cumplir 10 años de presidio, también en calidad de autores, los ex agentes: Gerardo Ernesto Urrich González, Gerardo Ernesto Godoy García, Ricardo Víctor Lawrence Mires, Ciro Ernesto Torré Sáez, Sergio Hernán Castillo González, Manuel Andrés Carevic Cubillos, José Nelson Fuentealba Saldías, Basclay Humberto Zapata Reyes, José Enrique Fuentes Torres, José Mario Friz Esparza, Julio José Hoyos Zegarra, Nelson Alberto Paz Bustamante, Claudio Orlando Orellana de la Pinta, Enrique Tránsito Gutiérrez Rubilar, Gustavo Galvarino Carumán Soto, Hiro Álvarez Vega, José Alfonso Ojeda Obando, Luis Salvador Villarroel Gutiérrez, Olegario Enrique González Moreno, Orlando Jesús Torrejón Gatica, Rudeslindo Urrutia Jorquera, Alfredo Orlando Moya Tejeda, Carlos Alfonso Sáez Sanhueza, Fernando Enrique Guerra Guajardo, Hugo Rubén Delgado Carrasco, Juan Alfredo Villanueva Alvear, Juan Evaristo Duarte Gallegos, Lautaro Eugenio Díaz Espinoza, Leónidas Emiliano Méndez Moreno, Pedro Ariel Araneda Araneda, Rafael de Jesús Riveros Frost, Víctor Manuel Molina Astete, Manuel Rivas Díaz, Juan Ángel Urbina Cáceres, Risiere del Prado Altez España, Raúl Juan Rodríguez Ponte, Hermon Helec Alfaro Mundaca y Osvaldo Pulgar Gallardo.

Asimismo, en calidad de cómplices, el ministro Crisosto condenó a 4 años de presidio efectivo a: Luis Eduardo Mora Cerda, José Jaime Mora Diocares, Camilo Torres Negrier, Carlos Justo Bermúdez Méndez, Claudio Enrique Pacheco Fernández, Fernando Adrián Roa Montaña, Gerardo Meza Acuña, Héctor Raúl Valdebenito Araya, Jaime Humberto Paris Ramos, Jorge Laureano Sagardia Monje, José Dorohi Hormazábal Rodríguez, José Manuel Sarmiento Sotelo, José Stalin Muñoz Leal, Juvenal Alfonso Piña Garrido, Luis René Torres Méndez, Manuel Antonio Montre Méndez, Máximo Ramón Aliaga Soto, Moisés Paulino Campos Figueroa, Nelson Aquiles Ortiz Vignolo, Nelson Eduardo Iturriaga Cortés, Pedro Segundo Bitterlich Jaramillo, Reinaldo Alfonso Concha Orellana, Sergio Hernán Castro Andrade, Víctor Manuel de la Cruz San Martín Jiménez, Gustavo Humberto Apablaza Meneses, Héctor Carlos Díaz Cabezas, Jorge Antonio Lepileo Barrios, Óscar Belarmino la Flor Flores, Rufino Espinoza Espinoza, Héctor Manuel Lira Aravena, Sergio Iván Díaz Lara, Víctor Manuel Álvarez Droguett, Carlos López Inostroza y Roberto Hernán Rodríguez Manquel.

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