En un conversatorio se rememoró el movimiento realizado y la carta enviada a sus carceleros en 1975 y hecha circular dentro y fuera del país, donde denunciaron que los 119 detenidos desaparecidos de la Operación Colombo, a ellos les constaba que fueron detenidos vivos por organismos de seguridad del Gobierno y que fueron vistos “por centenares de los actuales presos políticos en diferentes centros de interrogatorios existentes en el país”.

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Higinio Esperque (al fondo de pie)

Texto: Carlos Antonio Vergara, fotografías Luis Fernando Arellano

Un conversatorio entre los ex presos políticos del campo de prisioneros de Puchuncaví se realizó en Londres 38 Espacio de Memorias para recordar la huelga de hambre realizada entre el 31 de julio al 8 de agosto de 1975. Se trató de la primera huelga de hambre en dictadura y tuvo por objeto denunciar el montaje comunicacional que hacía aparecer como muertos en el extranjero, producto de rencillas internas, a detenidos desaparecidos.

Dos listas aparecieron en los medios de comunicación de la época que reproducían publicaciones apócrifas, aparecidas por una sola vez en Argentina y Brasil. La última de ellas se dio a conocer el 24 de julio de 1975.

Muchos de los prisioneros de Puchuncaví habían pasado por los centros de tortura y exterminio de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), como Londres 38, Villa Grimaldi o José Domingo Cañas. Habían hecho el periplo pasando por 3 y 4 Alamos, por tanto habían visto y convivido con quienes se intentaba hacer creer habían fallecido fuera del país, lo que la DINA denominó Operación Colombo.

Los presos cuando se enteraron de la noticia decidieron hacer una acción de denuncia, a pesar de las difíciles condiciones en que se encontraban. Para recordar ese movimiento, dos de los actores de esa gesta, Higinio Espergue, director de la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi y Hugo Salinas, socio de nuestra entidad, organizaron un conversatorio para recordar y dar cuenta de parte de nuestra historia reciente, que se construye día a día a través de los diferentes testimonios.

Espergue dijo que el movimiento tuvo como objetivo protestar y denunciar el montaje de los 119 compañeros y compañeras detenidos desaparecidos, también para recordar a cada uno de los que ya no están con nosotros, entre ellos al periodista José Carrasco Tapia, Dagoberto Cortés o Fernando Iribarren. “Estamos acá por la memoria, no sólo por el recuerdo”, puntualizó.

Espergue señaló que muchos de ellos no pudieron participar en el simbólico encuentro por encontrarse fuera del país, pero enviaron notas de saludos. “Queremos recordar la memoria y también el compromiso con el presente, con el futuro con nuestro pueblo y con el país en general”.

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Hugo Salinas

 

Por su parte, Hugo Salinas dijo que ha sido difícil hacer una lista con todos quienes participaron de un hecho sucedido hace 40 años. En ese sentido, señaló que esa tarea está abierta para continuar la recopilación. A su vez, rindió homenaje a otros huelguistas que posteriormente pasaron a engrosar la lista de ejecutados políticos como Juan Carlos Gómez Iturra, Mario Mujica o Eduardo Charme, además de aquellos que partieron debido a enfermedades.

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Gastón Muñoz (de pie)

Gastón Muñoz, uno de los organizadores de la huelga de hambre, relevó la importancia del conversatorio, dado que ésta se conoció poco en Chile, por las circunstancias que se vivían en plena dictadura. Indicó que las parejas y compañeras trataron de difundir al máximo, en embajadas y organismos humanitarios. “Se conoció mucho más afuera que acá en Chile, pero tal vez es responsabilidad nuestra, porque a lo mejor, los que estuvimos, después no nos dimos la pena de darla a conocer. Fue la primera huelga de hambre que se hizo en Chile”.

Nos costó tomar la decisión para ir a la huelga. Lo discutimos mucho. Cuando estás en un campo de concentración, tú dices qué va a pasar: Teníamos la alternativa de que no pasara nada hasta que nos fusilaran. Se discutió y se tomó la decisión porque era una cosa que no podíamos no hacer”, expresó.

Es curioso, cuando discutíamos el tema, no podíamos decir huelga de hambre. Era ‘abstenernos de ingerir alimentos’. Recuerdo que había una dirección, estaba Pepone (José Carrasco Tapia), Pecho de Buque (Carlos Díaz Cáceres, ex marino) y yo. Estábamos organizados por cabañas de prisioneros”, explicó.

Sin embargo, dijimos “la dirección no puede salir adelante encabezando este tema, tiene que haber otra directiva, y ahí Osvaldo Torres representó a los presos, y nosotros nos quedamos atrás para ver como ocurría todo este movimiento”. Acompañaron a Torres en la vocería Eduardo Charme y Rodolfo Balbontín.

Vino el comandante de la V Región nos hizo formarnos. La amenaza es que era una insurrección y eso era pena de muerte. Después de toda esa perorata, dice: ‘Ya quienes siguen con esa decisión’, y el gesto fue súper lindo, y los 80, 90 que estábamos dimos un paso adelante (se emociona). De ahí nos cercaron, nos aislaron”, rememoró.

A tres compañeros les pedimos que se quedaran afuera porque teníamos que tener un nexo”, ellos fueron quienes traspasaron la información, acotó.

En una oportunidad, frente a un teniente, un comando, “Hernán Brain, quien había sido detenido con su señora que estaba embarazada, le dice cómo usted puede decir que nosotros no podemos hacer esto si mi señora fue apresada conmigo, está embarazada de tantos meses y ahora resulta que aparece muerta en el extranjero. Se produjo un silencio absoluto y el tipo se fue. Ese relato es muy fuerte”, aseveró Muñoz.

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Samuel Houston y Osvaldo Torres

Por su parte, Samuel Houston, quien estuvo prisionero casi un año en Puchuncaví dijo que “al campamento de Puchuncaví habíamos llegado desde Chacabuco cerca de 200 prisioneros en noviembre de 1974, pertenecíamos a distintos partidos políticos y replicamos de Chacabuco el Consejo de Ancianos”.

Houston indicó que cuando aparecieron las listas de los 119, plantearon la idea de la huelga de hambre al resto de los cautivos. “Lamentablemente el campamento se dividió, los compañeros del Partido Comunista rechazaron la propuesta, aduciendo que era una provocación, que no íbamos a tener consecuencias, que las tuvimos por cierto más adelante, que iba a provocar represión en nuestros familiares y decidieron no participar”, lo cual hizo que la llevaran a cabo una gran mayoría de militantes del MIR y algunos socialistas, quienes consumieron agua con sal y azúcar.

Era un deber nuestro hacer una acción política, aunque no fuera conocida en el momento tan rápidamente y masivamente, era una acción política por nuestros amigos detenidos desaparecidos, por los familiares”, resaltó.

Hubo represión, una noche a las dos tres de la mañana llegaron los infantes de marina disparando al aire, sacando cabaña por medio a todos, tal como estaban vestidos, algunos semi desnudos, nos apalearon, nos metieron en un estanque con agua, nos hacían correr por el campo y al día siguiente habían varios vendados, con heridas. Después a la mitad de los dirigentes del campo los sacaron, se los llevaron a Ritoque, para dividir al Consejo de Ancianos, porque era peligroso”, expresó.

Recordó que posteriormente supieron que la Iglesia intervino a través del Cardenal Raúl Silva Henríquez, que se empezaban a movilizar los familiares. “Las mujeres fueron el sostén nuestro, de que nosotros pudiéramos sobrevivir”.

Houston confidenció que Eduardo Charme fue un gran apoyo personal en esas circunstancias porque “yo había decidido suicidarme. Había decidido tirarme a la alambrada para que los marinos me dispararan, en caso de que una camioneta o un vehículo fuera a buscarme”. Cada vez que anunciaban visitas “Charme se pegaba al lado mío, me llamaba, me hablaba”.

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Por su parte, Osvaldo Torres, vocero del movimiento, explicó que se enteraron del montaje de los 119, gracias al funcionamiento de un kiosco, “que a su vez hacía de banquero, pues se administraban pequeños fondos. Ahí llegaba el diario y se podía leer. Para todos quienes pudimos agarrar el titular de La Segunda fue un estado de schok brutal, como una afrenta a una dignidad elemental que generó una reacción en cadena emocional, muy complicada que requería una respuesta política más que emocional. Ahí la dirección del MIR esclarecida empezó a fraguar esto”, con los miembros del comité central que mantenían su grado.

Se produjo una conversación acerca de qué manera se podía reaccionar que tuviera un efecto político, que no fuera una inmolación. Yo tengo súper claridad de que había una extremada preocupación de que lo que hiciéramos no deviniera en más muertes sino en un efecto político, con los riesgos que toda acción en ese contexto tenía”, reflexionó.

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Carlos Bruit (de lentes al costado derecho)

Carlos Bruit, tenía 17 años cuando estuvo en Puchuncaví y había sido detenido a la edad de 16 años, debido a su militancia en el MIR. Pasó por Villa Grimaldi, 3 y 4 Alamos y resaltó su adolescencia al tomar sus decisiones. “Para mi dar un paso al frente era como un honor, pero estaba mezclado con mi propia inmadurez, al final, en la retrospectiva, si hubiera tenido muchos más años, claro que me hubiera dado miedo, habría racionalizado”.

Bruit considera que fue una gran experiencia, “el campo fue una escuela. Habían muchos profesores. Particularmente quisiera mencionar a dos personas, Pepe Carrasco, quien fue para mí muy importante y el compañero Eduardo Charme (PS). Asistí a sus cursos de economía, era brillante. Siempre me acuerdo de él. Al finalizar los 9 días que duró la huelga de hambre, tomé la sopa más rica de mi vida”, rememoró.

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De izquierda a derecha Fermín Montes, Hugo Salinas, Santiago Oyarzo,  José Carvajal, Higinio Esperque, Samuel Houston, Osvaldo Torres, Carlos Bruit y Gastón Muñoz. Los acompaña Alvaro Ahumada, Presidente de la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi (atrás).