Gracias a la movilización de ex prisioneros sobrevivientes, artistas y defensores del patrimonio cultural, el ex cuartel Borgoño se salvó de la demolición. Este miércoles 8, el Consejo de Monumentos Nacionales, lo declaró Monumento Histórico y lugar protegido. De esta forma, el principal reducto de secuestro, tortura y asesinatos de la CNI, se encamina a convertirse en un espacio de memoria, integrándose a la Red de Sitios de Conciencia que rescatan la historia de la resistencia a la dictadura y promueven el respeto a los derechos humanos en Chile.
Para Fermín Montes, ex preso político, sobreviviente del Cuartel Borgoño, la resolución del Consejo es un paso importante para rescatar este recinto y convertirlo en un sitio de memoria. “Para nosotros, como sobrevivientes, rescatarlo es un deber ético con los compañeros que ya no están, con nuestro pueblo que no conoce y debe conocer esta historia, y para con nosotros mismos, como sobrevivientes, porque nos queda un camino largo de lucha para cambiar la realidad que vivimos como país”.
Mercedes Maldonado, también ex prisionera y sobreviviente, manifestó: “Tengo sentimientos encontrados, porque logramos la declaratoria de monumento histórico, pero nos falta mucho para llegar a tener un sitio de memoria. Para eso seguiremos trabajando. Tenemos clara conciencia que las leyes no están hechas para nosotros y que deberemos seguir luchando”.
Para Rosario Carvajal, presidenta de la Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales, la resolución del Consejo de Monumentos Nacionales da cuenta de una preocupación creciente de la ciudadanía en defensa del patrimonio. “Evitar que el sitio fuese demolido fue un proceso que se inició a partir de la denuncia y fotografías que nos hizo llegar un vecino de Independencia. Gracias a esto pudimos activarnos y lograr la declaración de monumento histórico en tiempo record. En 2004, la Comisión Rettig identificó 1.132 sitios de memoria, de los cuales solo 12 han sido declarados monumento histórico, la mayoría debido a la movilización de organizaciones ciudadanas de derechos humanos. Esto demuestra que el Estado no ha cumplido su rol y quisiéramos que existiera una declaratoria universal, de manera que todos los sitios identificados sean protegidos”.
Por su parte, Antonio Kadima, ex prisionero y trabajador de la cultura manifestó: “estoy contento, es el primer paso y un logro importante que se consiguió con un pequeño grupo de personas y en tiempo record. Ahora viene lo más difícil que es aunar criterios y ver cómo seguimos adelante. Cómo miramos al futuro, aceptando las discrepancias que podamos tener en torno a los proyectos” enfatizó.
La experiencia de otros sitios de memoria, entre ellos, Villa Grimaldi, indica que cualquiera sea el proyecto de sitio de memoria, deberá integrar la visión de todos los actores que concurren a su construcción. La etapa que se abre es compleja y en ella los sobrevivientes tienen un rol fundamental, pues el principal contenido del lugar son sus testimonios y vivencias.
Ahora lo urgente, es controlar el deterioro del edificio y comenzar a limpiarlo de basura y escombros provenientes de la destrucción de techos y pisos. Ex prisioneros sobrevivientes, que visitaron recientemente el lugar, señalan que, a pesar de los destrozos, el lugar estaría apto para iniciar el trabajo de convertirlo en sitio de memoria y abrirlo al público.