Las resistencias contra el golpe de Estado comenzaron el mismo día 11 de septiembre. La principal la encabezó el presidente Allende atrincherado en el palacio de gobierno junto con su equipo de seguridad.  A ese tipo de acciones se sumaron otras formas de protestar,  más simples y pacíficas, que quisimos recordar con un logotipo inspirado en la materialidad de los panfletos antidictatoriales -la mayoría confeccionados en papel roneo-, su gráfica con letras manuscritas y la R mayúscula simbolizando las resistencias que se levantaron desde el mundo popular.

Parte importante de las resistencias fueron acciones mínimas, algunas cuyo recuerdo arranca carcajadas, otras que tuvieron finales trágicos, pero demostraron una voluntad de lucha que no logró ser extinguida y se extendió a las luchas masivas de los 80 hasta lograr iniciar el complejo proceso de transición democrática.

Derechos humanos, papas, panfletos y otros artefactos

Una de las resistencias más novedosas surgida al tenor de los crímenes brutales de la dictadura,  fueron las acciones destinadas a enfrentar la violenta represión en contra de los partidos y movimientos sociales y sus dirigentes. Los secuestros, ejecuciones sumarias y desapariciones de dirigentes y militantes fueron resistidas por organizaciones de familiares, por abogados e instituciones religiosas bajo cuyo alero surgieron las primeras  organizaciones de derechos humanos que comenzaron a luchar por proteger  la vida de los perseguidos. 

Una papa, un cuchillo o cortaplumas afilado, más un tampón empapado con tinta china escolar resultó ser el primer artefacto de propaganda antidictatorial . Aparte de los insumos, requería de cierta destreza manual y bastante paciencia para confeccionar una especie de timbre con el cual estampar la R en los respaldos de los asientos de las “micros” de la locomoción colectiva, las puertas de los baños públicos y cualquier superficie que se pudiera intervenir sin peligro de ser descubierto.

En las semanas siguientes al golpe de Estado del 73, cada cierto tiempo algunas veredas aparecían cubiertas con rectángulos de papel “roneo” escritos a mano con tinta negra, en cuyo centro aparecía una R encerrada en un círculo.. Estos volantes artesanales eran el fruto de laboriosos (as) opositores a la dictadura que “picaban  stenciles” ya sea usando máquinas de escribir  o lápices “bic” de punta fina, pero sin tinta, con los cuales escribían a mano las consignas destacadas y los símbolos partidarios. Posteriormente el resultado era impreso en mimeógrafos manuales, fabricados con un simple bastidor. La última operación, y la más riesgosa, consistía en dejar los montones de panfletos en el borde de la vereda de la calle elegida y confiar que el paso de vehículos los dispersara.

El anecdotario de las acciones de resistencia es nutrido. Algunas resultan divertidas a pesar del contexto siniestro en que se llevaban a la práctica., como la singular protesta con las monedas acuñadas por la dictadura donde se intentaba relacionar el golpe de Estado con el “ángel de la libertad” rompiendo sus cadenas. Alguien consideró que era intolerable semejante escarnio y armado con un clavo u otro objeto punzante, procedió a rayar la moneda hasta lograr unir las cadenas del ángel y mostrar la verdad. No se sabe si esta acción tuvo algún impacto, lo más probable es que muy poco y eso determinó que no se masificara.