Alan Bruce, militante del MIR y detenido desaparecido

La semana pasada, el juez Alejandro Solís procesó a 13 ex agentes de la DINA por el homicidio de 20 personas en los primeros meses de 1975. Entre ellos está el coronel (R) Marcelo Moren Brito y la dolorosa historia que ha tenido que vivir parte de su familia materna después de la muerte del sobrino del militar. Con este último, Moren compartió hasta el dormitorio mientras estudió en Santiago. Este es el relato más íntimo de la esposa y el hijo del asesinado militante del MIR.

por ALEJANDRA CARMONA
El Mostrador 13/12/2012

Nadie recuerda muy bien qué día comenzó la manda, pero por muchos años Carmen Catalán no se cortó el pelo.

—Me lo voy a cortar el día que Alan entre caminando por esa puerta —decía, apuntando hacia la entrada del número #6683 de Avenida Colón, Las Condes, desde donde colgaba una campana que hacía las veces de timbre.

Hasta entonces, la casa era un lugar de encuentro, de puertas abiertas y celebraciones.

Quizás por eso, a Carmen le costaba entender que, de un momento a otro, de eso no quedaran más que recuerdos y el eco de conversaciones pasadas chocando contra los muros de concreto.

—Me voy a cortar el pelo sólo cuando Alan vuelva —repetía Carmen—. Estaba segura que algún día iba a aparecer él, con los bigotes y su pelo negro, sus jeans y su más de metro 80.

Hace pocos años habían tenido la última de las más grandes fiestas familiares: el matrimonio de Alan con su polola por más de 5 años, Mónica Gana. En la casa de los padres de la novia —unas cuadras más al norte, en Colón #6571— se había instalado una orquesta y un banquete tan grande, que nadie pudo distinguir al final del día cuál era el menú. De lo que sobró del festejo comieron los tres días siguientes. Ese 17 de septiembre de 1971 de fiesta, es uno de los recuerdos que más atesora la familia. Entonces, en medio de las risas y el baile, nadie intuía que sería esa foto en blanco y negro, con Alan vestido con un terno negro y una flor blanca en la solapa, la que después daría vueltas y pasaría por muchas manos pidiendo justicia con la frase: “¿Dónde están?”

Alan Bruce fue detenido en febrero de 1975. Tenía 24 años, estudiaba Ingeniería Civil en la Universidad Católica y tenía un hijo de un año y medio que llevaba su mismo nombre. La semana pasada, el ministro en visita para causas de derechos humanos, Alejandro Solís, procesó a 13 ex agentes de la DINA, entre ellos a su ex director, general (R) Manuel Contreras, y el coronel (R) Marcelo Moren Brito, por el homicidio y secuestro calificado de 20 personas en los primeros meses de 1975.

Entre las víctimas está Alan. Y a la historia de terror y muerte que fraguó la dictadura, se suma otra, más íntima, que está en la acusación del juez Solís, pero que además ha dado vueltas en la familia Bruce por más de 37 años: los testimonios que señalan que Moren Brito —tío de Alan—, lo torturó y asesinó, haciendo gala de su maldad en Villa Grimaldi, atravesando a parte de su familia materna en dos. Para siempre.

MARCELITO

En diciembre de 2007, en el penal Cordillera, donde cumplen condenas los ex jefes de la DINA, el coronel (R) Maximiliano Ferrer Lima se peleó con Moren Brito y según el informe que quedó como testimonio —elaborado por las autoridades carcelarias— Ferrer encaró a Moren diciéndole que había “ahorcado a su propio sobrino con un alambre y para asegurarse le introdujo enseguida la cabeza en una bolsa de plástico”, según consignó una nota del diario La Nación.

Esta era una versión que la familia ya conocía y que apretó el pecho de Carmen Catalán y Roberto Bruce hasta el día que murieron. “Mi abuelo era una caballero, no iba a decir jamás una mala palabra, pero a él le dolía haber dado cobijo a un criminal. Siempre decía que había sido un error”, cuenta Alan Bruce (40), ingeniero ambiental y comercial, quien dejó de ver a su papá cuando tenía menos de dos años de vida.

El trato amable con Marcelo Moren Brito existió desde que el ex DINA nació. Su mamá, María Elena Brito, era hermana de Inés Recabarren Brito, abuela del asesinado dirigente del MIR. A Moren lo recibieron con los brazos abiertos en la casa de Colón cuando tuvo que dejar Temuco, la ciudad donde vivía, para venir a estudiar a la Escuela Militar. “Mis abuelos lo querían, incluso mi abuelo Roberto fue su tutor en la Escuela Militar. Era él quien firmaba sus papeles. Le hicieron un buen espacio en la casa”, cuenta Alan. De hecho, en uno de los dormitorios de la casona de Las Condes sumaron una cama al lado de la de Alan, que entonces era un adolescente, para instalar otra para el nuevo inquilino. Mientras Moren Brito vivió en la casa de los Bruce, su cama estuvo pegada a la de su “sobrino”. Compartieron el mismo dormitorio, fiestas familiares, comidas y varias tardes.

El trato amable con Marcelo Moren Brito existió desde que el ex DINA nació. Su mamá, María Elena Brito, era hermana de Inés Recabarren Brito, abuela del asesinado dirigente del MIR. A Moren lo recibieron con los brazos abiertos en la casa de Colón cuando tuvo que dejar Temuco, la ciudad donde vivía, para venir a estudiar a la Escuela Militar. “Mis abuelos lo querían, incluso mi abuelo Roberto fue su tutor en la Escuela Militar. Era él quien firmaba sus papeles. Le hicieron un buen espacio en la casa”, cuenta Alan. De hecho, en uno de los dormitorios de la casona de Las Condes sumaron una cama al lado de la de Alan, que entonces era un adolescente, para instalar otra para el nuevo inquilino.

Cuando la dictadura entró con sangre en Chile, don Roberto decía que Moren Brito había sido un niño golpeado, intentando una explicación para el comportamiento criminal que adoptaría después, pero él, que también había sido militar, que llegó hasta teniente (después se retiró de la institución) también sabía cómo era la situación por dentro. De hecho, antes de morir, lo comentó en una entrevista: “Yo sabía la formación que tienen los milicos, por eso le decía (a Alan) que cuando salieran a la calle, sería una matanza. Él no me escuchaba, todo lo contrario, me decía que los estaban formando para eso. Fue como yo le dije”.

A Alan ya lo habían detenido una vez antes de su desaparición. En abril de 1974 un grupo de militares llegó hasta su casa. Aunque Alan no estaba; encañonaron a su esposa y a su hijo de un año y medio que dormía en la cuna.

—Si su esposo no está, entonces nos llevamos al niño —dijo un militar, antes de tomar violentamente al pequeño en los brazos.

Mientras los militares esperaban en el jardín, Mónica llamó a su esposo que trabajaba haciendo fletes y estaba en la casa de su abuela en Recoleta.

—Diles que dejen al niño. Si me buscan a mí, me voy a entregar —contestó Alan del otro lado del teléfono.

Después de ese episodio, estuvo alrededor de cuatro días desaparecido. A su regreso contó que fue llevado al Regimiento Buin, luego a la Escuela Militar y después a Londres 38.

“Cuando volvió me dijo que le habían pegado y que Moren Brito lo había tenido varios días en Londres tratando de bajarle los moretones porque le daba vergüenza que sus tíos lo vieran así”.

Pero la vergüenza le duró poco y todos entendieron que los militares no estaban jugando. Pocos meses después de ese episodio, en octubre de 1974, después que Miguel Enríquez cayera acribillado en San Miguel, la familia recuerda un hecho que les congeló el habla y que Mónica Gana detalla como si fuera ayer. Moren Brito llegó hasta la misma casa donde le habían dado cobijo cuando estaba en la Escuela Militar. “Con las manos ensangrentadas, gritaba que había matado a Enríquez, mientras tocaba la campana de la puerta de entrada. Gritaba como si estuviera desquiciado, estaba como loco”, cuenta Mónica.

—¡El próximo va a ser tu hijo! ¡Va a ser tu hijo! —vociferaba, mientras la señora Carmen Catalán y parte de su familia esperaban dentro de la casa.

A Mónica —y a los demás— les quedó claro: “Entonces todos supimos que no podíamos apelar a que era un familiar o a la cercanía de tantos años. Era imposible tratar con un monstruo”.

VILLA GRIMALDI

El 13 de febrero de 1975, cerca de las 11 de la mañana, Alan Bruce fue detenido por segunda vez. Esta vez en una casa de Las Condes. Fue llevado a Villa Grimaldi.

El sitio Memoria Viva consigna que entre los testimonios posteriores, se escuchó el de Luz Arce “ex detenida por la DINA del año 1974 y que luego de ser presionada y sometida a graves torturas se transformara en colaboradora de ese organismo. Recuerda haber visto a Alan Bruce Catalán en Villa Grimaldi, y que Marcelo Moren estaba furioso porque era su sobrino y tenía un resentimiento en su contra por ello. También recuerda haber visto el nombre de Alan Bruce en las nóminas de detenidos de ese recinto y a las cuales ella tenía acceso”.

Alan Bruce con su hijo meses antes de su desaparición. “Para nosotros la herida no se cierra mientras no exista un papel que diga que Moren Brito torturó y mató a mi papá en tal fecha y se fije una condena”, dice el hijo del asesinado militante del MIR.

El director del Servicio Médico Legal, Dr. Patricio Bustos, quien también pasó por ese campo de tortura, cuenta que no coincidió con Alan Bruce, pero que era un comentario frecuente entre los prisioneros. “Todos decían que el Ronco, como llamaban a Moren Brito por su voz, había sido capaz de torturar a su propio sobrino en la parrilla. Eso nos daba cuenta en las manos de quién estábamos”, narra Bustos.

La familia comenzó un peregrinaje por la justicia desde 1975, con diversas querellas.

“Un día incluso mi abuela encaró a Moren Brito”, cuenta Alan Bruce Gana, hoy, a días del procesamiento del Juez Solís y dice que después de todo lo vivido ella cerró las puertas de su casa en Las Condes. “Ya no quiso recibir a nadie. No se podía confiar en nadie. Nunca dejó de usar ropa negra y solo al final, años antes de que ella muriera, entendió que mi papá jamás cruzaría la puerta de nuevo. Entonces decía que se conformaba con que le entregaran algo; cualquier cosa que le permitiera enterrarlo y tener a quien rezarle”, comenta Alan, quien después de la desaparición de su padre y una breve estadía en Buenos Aires con su madre, volvió a Chile en los brazos de su abuelo que lo fue a buscar para que creciera con ellos, mientras su madre hacía un periplo por Argentina y Estados Unidos, que la trajo de vuelta a fines de los ’80.

“Para nosotros la herida no se cierra mientras no exista un papel que diga que Moren Brito torturó y mató a mi papá en tal fecha y se fije una condena”, dice Alan lagrimeando una historia que tendría ese cierre en lo formal, pero que en la familia difícilmente tendrá un punto final. “Hay gente que cree que el tema de los desaparecidos es una lucha de pocos, una historia antigua, pero no es así. Yo siempre me hago la misma pregunta: cómo sería todo si él estuviera; seguiría casado con mi mamá, cuántas cosas en mi vida habrían cambiado. Esa es una pregunta de todos los días, no es de otra era”, dice.

Su abuela, la señora Carmen, se fue esperando que se hiciera justicia. Cuando murió de un derrame cerebral a fines de los ’90, tenía 75 años y aún vestía de luto.

A mediados de los ’80, Carmen Catalán dejó de esperar un milagro. Entonces terminó su manda. El pelo le había crecido hasta las rodillas.


Causa revelaría que Marcelo Moren Brito habría asesinado a sobrino


CNN Chile


Organizaciones por procesamiento a cúpula de la DINA: “Queda la sensación de que en Chile hay menos impunidad”

Paula Correa
http://radio.uchile.cl/noticias/183139/

Hace unos días y antes de retirarse debido a su jubilación, el juez Alejando Solís, encargó como reos a 13 agentes de la plana mayor de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), por la desaparición y la muerte de 20 opositores al régimen militar, detenidos en el centro de reclusión clandestino “Villa Grimaldi” entre 1974 y 1977. Pese a su importancia y el impulso que significa en la búsqueda de la verdad y justicia, el hecho no causó mayor impacto en los medios de comunicación nacionales.

En la resolución se afirma que fueron autores de delitos de lesa humanidad cometidos “por una organización criminal” que tenía como único objetivo reprimir a los opositores, a quienes consideraba enemigos políticos, el mismísimo Presidente de la República”. Días después, el juez afirmó que Pinochet conocía los delitos que cometía la DINA.

En el documento se mencionan una a una las víctimas de estos crímenes ocurridos en el centro de detención, secuestro y exterminio Villa Grimaldi.

Sobre el alcance de la resolución, Margarita Romero, presidenta de la hoy llamada, “Corporación Parque por la Paz, Villa Grimaldi” comentó que “es un avance muy importante en justicia y en relación a las causas de violación a los derechos humanos de Villa Grimaldi. Esto comienza en el año 2001-2002, el estudio de estos casos, es decir, se ha hecho una investigación por una cantidad importante de años. Hay casos de personas que desaparecieron en 1974, 1975 y 1977, es decir, los familiares han esperado más de 38 años para ver un poquito de justicia”.

La presidenta del espacio de memoria añadió que estos actos de procesamiento entregan información necesaria para demostrar el nivel de violencia que se vivió en estos centros clandestinos de tortura, ya que quienes pasaron por aquí se transformaron en desaparecidos.

Michele Drouilly, es hermana Jacqueline, quien estudiaba Servicio Social en la Universidad de Chile, militaba en el MIR y fue detenida a los 24 años. Hoy a casi 40 años de su desaparición, la mujer criticó la tardanza de la resolución, pero afirmó que –igualmente- contribuye al proceso de búsqueda de verdad y justicia en Chile.

En este sentido, la hermana de la víctima de la represión en la dictadura señaló que “esto ha sido tremendamente largo y es evidente que muchas veces, uno se preguntaba, hasta cuándo va a durar, cómo algo tan tremendamente evidente y con tantas pruebas puede durar tanto, cómo algo que es tan importante, que es tan vital, como son las violaciones a los derechos humanos se pueda alargar, pero al menos llegó y deja la sensación de que en Chile hay menos impunidad”.

Sin embargo, hay mucho por hacer. Aún no se sabe como se hizo desaparecer a estas personas, quedan cientos de casos por resolver y además, señaló, hay muchísimas víctimas que no fueron declaradas por sus familias y acciones judiciales que no se han presentado.

Frente a esto, Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación Nacional de Familiares de Detenidos Desaparecidos, afirmó que esto no es raro si se considera que el poder judicial es responsable, como institución, del genocidio y terrorismo de Estado. Además, se refirió a la escaza reacción nacional frente a un hecho tan relevante como esta noticia.

En esa línea, la presidenta de la agrupación afirmó que “en otro país, yo diría cruzando la Cordillera, en Argentina, desde la Presidenta de la República hacia abajo habrían sentido que es una noticia nacional porque involucra avanzar en el Nunca Más. En Chile se invisibiliza, en Chile no se le considera, en Chile es casi una piedra en el zapato, pero son las autoridades que fueron cómplice de los crímenes contra la humanidad y los otros son los políticos que fueron parte de estos 20 años de transición que hicieron la justicia en la medida de lo posible, que también era impunidad”.

La dirigenta añadió que hoy es más que necesario continuar con las acciones judiciales y que el ejército, las fuerzas armadas y aéreas, así como los civiles que formaron parte del gobierno, entreguen toda la información que tengan en tribunales, para avanzar en materia de verdad y justicia, con el fin de dar los siguientes pasos: realizar la reivindicación de las víctimas y comenzar la reparación.

Miércoles 12 de diciembre