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El ex militante de la Juventud Comunista fue ejecutado al interior de una vivienda desocupada dos días después después de ser detenido por la CNI. Estaba sometido a seguimientos antes de ser acribillado.

El ministro en visita Mario Carroza había aplicado la media prescripción, lo cual fue modificado por la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones.

Por Carlos Antonio Vergara

La Corte de Apelaciones de Santiago modificó la sentencia de primera instancia y elevó las penas a tres agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI), por su responsabilidad en el delito de homicidio calificado de Leandro Arratia Reyes, ilícito perpetrado el 18 de enero de 1981, en la Región Metropolitana.

En fallo dividido, la Quinta Sala del tribunal de alzada –integrada por los ministros Juan Manuel Muñoz Pardo, María Rosa Kittsteiner y Gloria Solís– condenó a 10 años y un día de presidio a los agentes Álvaro Corbalán Castilla, Roberto Schmied Zanzi y José Aravena Ruiz, en calidad de autores del delito.

En la resolución, el tribunal de alzada desestimó la aplicación de la figura de la media prescripción aplicada por el juez Carroza y elevó las sanciones penales dictadas en primera instancia el 14 de mayo pasado.

La decisión se adoptó con el voto en contra de la ministra Kittsteiner.
El ministro Carroza había condenado a los ex integrantes Álvaro Corbalán Castilla, Roberto Schmied Zanzi a 7 años de presidio. En mismo caso se sentenció a José Aravena Ruiz a 5 años y un día de presidio por el mismo delito. Todos actuaron, según el fallo con premeditación conocida.

En el aspecto civil, se confirmó el fallo que ordenó al Estado de Chile pagar una indemnización, por daño moral, a los hijos de Leandro Arratia Reyes con 40 millones de pesos para Isabel Arratia Gutiérrez; 40 millones de pesos para Leandro Arratia Gutiérrez y 20 millones de pesos para Isabel Gutiérrez Arriaza.

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Seguimientos, allanamiento, amenazas y detención

De acuerdo a la investigación de los hechos se logró determinar que «el día 18 de enero de 198, en horas de la madrugada, agentes de la CNI, que eran parte de las agrupaciones de la Brigada Antisubersiva Metropolitana en el cuartel general de calle Borgoño, acuerdan perpetrar un operativo falaz y artificioso para dar a entender a la opinión pública que Leandro Abraham Arratia Reyes habría perdido la vida ese día en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, cuando se encontraba de manera encubierta en un inmueble de la calle Ricardo Santa Cruz Nº 651»
Arriata era víctima de seguimientos, por el sólo delito de pertenecer a las Juventudes Comunistas, puntualiza la resolución.

El día 14 de enero de 1981, alrededor de las 2 de la madrugada, agentes de la CNI irrumpieron en la casa que habitaba Arratia en calle Nahuelbuta 1441 de la Palmilla, donde vivía su madre, en la comuna de Conchalí. Llegaron a la vivienda cinco individuos armados, quienes luego de allanar el inmueble les manifestaron que buscaban armas y el dinero de los asaltos a bancos. Les hicieron firmar un papel amenazándoles que volverían en tres o cuatro días.

Dos días después, el 16 de enero, Leandro Arratia salió de su casa con su hijo de diez años. Este se da cuenta que a su padre lo aborda un desconocido. El niño recuerda que su padre al ser interceptado le dijo que volviera a su hogar.

El día 17 se enteraron que había desaparecido y luego el 18 que había sido asesinado.

La dictadura informó que una patrulla de la CNI, en momentos en que efectuaban un seguimiento, frente al inmueble de calle Ricardo Santa Cruz 651, al detener el vehículo, repentinamente fueron atacados, desde la ventana del inmueble, con un fusil de fabricación rusa, por lo cual debieron ingresar al inmueble, repeler al atacante, quien fallece en el interior de la vivienda.

Carabineros niega la entrega de la supuesta arma utilizada por la víctima

La Brigada de Homicidios (BH), a cargo de la investigación declaró que cuando llegaron al lugar de los hechos, el sitio del suceso había sido alterado.

José Abiezer Barra Palma, a la época Subcomisario de la BH, declaró que recibió una llamada de Carabineros, comunicándole que había una persona muerta en el interior del domicilio, fallecida en un enfrentamiento con la CNI.

Llegaron una hora después de ocurridos los hechos y no recuerda haber visto armamento, “pero lo hubo y no se lo entregaron, tampoco pudieron interrogar a los participantes”.

Pedro Augusto Estay Cerda, inspector de la BH, quien estaba de turno, declaró que “el arma que supuestamente portaba la víctima no quiso ser entregada por Carabineros para efectuar una pericia”.

De todos los ex agentes de la CNI interrogados, pocos dicen saber algo del caso, con excepción Aladino del Carmen Pereira Oliveira, que pasó a ser uno de los testimonios claves de este caso.

Pereira declaró al tribunal que ingresó a la CNI en junio de 1980. En la época de los hechos trabajaba en el Cuartel Borgoño, cuyo jefe era Alvaro Corvalán.

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El día del asesinato de Leandro Arriatia, en horas de la mañana, “un capitán le ordena que concurra a recabar información a la Calle Ricardo Santa Cruz con calle San Francisco, en el centro de Santiago, específicamente en una casa abandonada frente al domicilio de Clotario Blest, puesto que en ese lugar había ocurrido en horas de la madrugada, un enfrentamiento”, declaró a fojas 499.

En cumplimiento de dicha orden, se dirige al lugar con la agrupación Apache. “Al llegar ingresan al domicilio y en el comedor, se encuentra con el cuerpo sin vida de un joven mayor de 30 añoss, que se encontraba sentado y apoyado en los muros del inmueble, próximo a una ventana. En el lugar ya se encontraba gran parte de la brigada Antisubversiva dirigida por Alvaro Corvalán”, relata.

Indicios de traslado del cadáver

Al llegar el Doctor Alberto Tecke, tanatólogo de la BH, le solicita desvista el cuerpo de Arratia. También se encontraba la BH.

“Ciertos detalles le llamaron atención, como un charco de sangre con una longitud más o menos de 2 metros a 2 metros y medio que se hallaba hacia la puerta de salida, explicable solamente porque habían arrastrado el cuerpo hacia el pasillo principal, después de haberlo baleado y también, se percata de una enorme cantidad de impactos de bala en los muros y en el techo, lo que en ese momento le pareció muy extraño, siendo él armero y por el grosor de las paredes, ya que no se daba ningún ángulo del cual pudiese haberse disparado desde el exterior, ni siquiera habiéndolo mirado desde la ventana, en dirección hasta donde estaba el vehículo, y menos daba el ángulo para la cantidad de impactos que tenía el cuerpo de la víctima”, consigna en su declaración judicial.

“El Doctor Tecke –continúa el ex agente de la CNI-luego de pedirle que desvistiera el cuerpo, encuentra una enorme cantidad de impactos que a simple vista era de fusil Aka, con cartuchos vacíos por todos lados y lo más importante, es que tenía impactos en la parte frontal como en la espalda”, precisó.

“En un costado de la ventana habitación donde muere Arratia, estaba tirado un fusil ruso Aka cuya serie había sido esmerilada y que con el correr de los meses, supo que ese fusil había sido retirado desde el interior del cuartel Borgoño, desde el almacén de armamento de dicha unidad de inteligencia, que a esa fecha estaba a cargo de un sargento de Ejército apodado “El Tumbao Alarcón, entra en sospecha ya que muchos colegas le consultaron si era él quien había esmerilado la serie del fusil”, aseguró.

Un peritaje balístico de la PDI descartó que la muerte de Arratia fuera producto de un enfrentamiento y comprobó que todos los disparos se efectuaron en el interior del inmueble.