La Función de estreno de “Las Suplicantes” se materializará en Villa Grimaldi el lunes 9 de septiembre, como punta pie inicial del “Seminario Internacional: 40 años del Golpe de Estado en Chile: Representación, Relato y Memoria, un debate abierto”. Luego se extenderá, toda una temporada ese mismo mes, los días sábado 14, domingo 15, sábado 21, domingo 22, y sábado 28.

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Pedro Vicuña, importante nombre del teatro chileno y director de la obra, reflexiona sobre la relación del texto con el presente, el rol del teatro, su decisión de trabajar con Eurípides y el momento de sobrecogimiento que vivió con un montaje de “Las Suplicantes” que presenció en Chipre en 1978.

¿Fue muy difícil trabajar un texto como Las Suplicantes?

La verdad es que se trata de un texto que vengo trabajando hace muchos años. Luego de ver distintas versiones en castellano, especialmente mexicanas y españolas, pensé que lo mejor sería hacer una traducción propia, cosa que hice. Fue difícil, no digo que no, pero me funcionó muy bien el contar con versiones en griego moderno que me ayudaron a dilucidar algunos pasajes. Finalmente decidí trabajar la versión que preparó el profesor Kostas Kolotas, para el montaje que se realizó en Chipre en 1978, función que vi y que logró sobrecogerme.

A mi parecer la primera dificultad con la que se enfrenta uno es la de lograr que el texto que a veces es muy poético, cobre sentido de cotidianeidad. Porque de lo que se trata es de problemas que atañen a todos y cada uno de los hombres; problemas que atraviesan lo cotidiano y el sentido social de la vida, que nos hablan de manera constante de la relación entre las acciones de los hombres y su repercusión en el bienestar de la comunidad.

El tema que se trata en Las Suplicantes me ha parecido siempre de una vigencia poderosa, de manera que creo que la dificultad, si es que la hay, radica en poder mirar la realidad propia y descubrir qué conflictos sociales de épocas tan antiguas perviven aún en la sociedad actual y especialmente, en nuestro país.

¿Qué esfuerzo requiere para la dirección impregnarse con una tragedia griega?

Creo que no se requiere de un esfuerzo especial ; más aún, yo afirmaría que la tragedia es lo más cercano a nuestra realidad. A mi entender se asocia la tragedia con algo misterioso, relacionado al destino ineluctable, pero tengo la convicción de que esa percepción está totalmente equivocada.

En primer lugar porque es raro imaginar que pueda existir una concepción tan fatalista en una sociedad, como la sociedad ateniense del siglo V antes de Cristo, que es la fundadora del concepto de ciudadano libre; más aún, de una sociedad que entiende la libertad como un deber ciudadano y no como un derecho.

Imagino que es difícil explicar esto en dos palabras pero voy a intentarlo. La libertad a la que me refiero no es aquella que diferencia al esclavo del no esclavo, sino a aquella que permite tomar una decisión en un sentido o en otro; el deber de ser libre radica en la concepción de que todos y cada uno de los actos que un ser humano acomete tienen repercusión en el conjunto social, de manera que la libertad obliga a asumir las consecuencias sociales de los actos, pero, a su vez, para poder tener una noción de las posibles consecuencias de los actos se debe conocer acerca de aquello sobre lo que se decide. Así la libertad sólo es posible si hay conocimiento y si hay conocimiento hay necesariamente libertad.

De esa condición humana es de lo que nos habla la tragedia. Ahora, podríamos preguntarnos qué ocurre con la libertad en el sentido que el atribuimos, hoy. Obviamente es un tema muy complejo, que se relaciona con el contrato social o el modo en que nos ponemos de acuerdo para compartir un mismo territorio y ser miembros igualitarios de un determinado conjunto social. Cómo hacer eso de modo que la libertad y la igualdad sean realidades y no suposiciones abstractas es un problema que aqueja a la humanidad siempre, cada día y a cada hora.

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Como un texto como ese puede relacionarse con nuestro pasado reciente, ¿bajo qué temas? ¿Bajo qué mecanismos dramáticos?

El tema de la libertad o de la responsabilidad de los individuos (o los ciudadanos) frente al conjunto de la sociedad, pasa necesariamente por una concepción de qué entendemos por un recto gobierno, o cuáles son los acuerdos. Frente a esos acuerdos tomados por el conjunto de la sociedad los ciudadanos son responsables de sus actos, más aún de sus actos de gobierno, frente a ese mismo pueblo que conforma el conjunto social. De esto trata Las Suplicantes, de un crimen de lesa humanidad que consiste en impedir la sepultura de caídos en batalla porque, supuestamente, fueron contrarios a los deseos de un gobernante. En esta tragedia en particular se exponen los puntos de vista de ese gobernante que se adjudica el derecho de juzgar quiénes son buenos y quiénes son malos y se exponen también los puntos de vista de lo que es la democracia participativa. Pero lo más interesante es que deja en claro que ciertas concepciones de cómo se organiza el poder, producen crímenes de lesa humanidad y, en cambio, ciertas otras buscan, quizás sin conseguirlo de manera absolutamente eficaz, pero con honestidad, el bienestar de todos los ciudadanos. La obra alude a la vez a que nadie en una sociedad es ajeno a la urgencia de resolver esos crímenes aunque no sea responsable de su comisión, lo que me parece extraordinariamnete relevante hoy en día. En que para muchos, el problema pendiente en relación a los derechos humanos en Chile ha quedado relegado a un tema entre víctimas y victimarios.

A su juicio, ¿conceptos como la Democracia y la Justicia siguen siendo temas a “discutir” en el teatro?

Bueno, creo que el teatro, puesto que es la forma de expresión artística más cercana a la discusión de conceptos, al diálogo dialéctico, hecho que presenciamos necesariamente como espectadores, sólo puede hablar de Democracia y de Justicia; pero es importante recalcar, como queda de manifiesto en la tragedia griega, en general, que ninguno de esos conceptos pueden entenderse en términos absolutos. Es necesario saber que parte fundamental del concepto griego de democracia radica en la discusión que busca de manera constante definir los conceptos. De otro modo no se habrían preguntado, creo yo, de manera constante acerca de la esencia de las cosas.

¿Cuál es el valor de realizar el montaje en Villa Grimaldi?

Villa Grimaldi es un sitio de memoria de los más importantes que tiene el país. Creo que en ese lugar se simboliza toda la barbarie de la dictadura, y no sólo eso, sino, también, la barbarie de la que la humanidad es y ha sido capaz. De manera que poner en acción un texto de 2.500 años, que habla de esas mismas barbaries o similares y, al mismo tiempo, contrapone dos concepciones distintas de recto gobierno y se atreve a reflexionar sobre lo que es correcto o incorrecto en el modo de hacer sociedad, tiene un sentido profundo que nos llama a reflexionar sobre eso que tan a menudo olvidamos, o nos hace olvidar el falso mito del progreso, que es la esencia de lo humano. Y eso en relación a la posibilidad real de construir un mundo en el que seamos verdaderamente capaces de entender la necesidad del prójimo y darle a cada cual lo que en justicia le pertenece y se le niega, como dice el propio Eurípides.

¿Es posible ayudar a la Memoria Histórica a partir del arte?

No es tan fácil responder a esta pregunta; tengo la tendencia a decir que sí, que no sólo es posible sino que el arte es inentendible sin la memoria. Pero si se me plantea que existe una diferencia entre memoria y memoria histórica, yo respondería que esa división es ficticia. Creo que la humanidad y la cultura sólo son posibles gracias a la memoria, y además, cultura y humanidad son conceptos, a mi entender, inseparables. De manera que me parece que el arte no sólo ayuda a la memoria sino que es manifestación de la memoria. La memoria se expresa, entre otras cosas, a través de los lenguajes del arte y, finalmente, pareciera ser que la memoria que nos queda de los pueblos, al menos la que más se nos viene a la cabeza, son sus manifestaciones artísticas.

¿Qué espera de este montaje?

La verdad es que espero algo bien simple y bien ambicioso a la vez. Espero que la obra sea capaz de llegar a los espectadores a través de la emoción. Pero quiero decir con esto que espero que las reflexiones que Eurípides hace en la obra produzcan, al menos, una cierta conmoción en el espectador, que le permitan preguntarse si es que las heridas aún abiertas en la historia de nuestro país deben quedar así, sin restañar o si, en verdad, se hace necesario, de una vez por todas, resolver los temas pendientes de derechos humanos que permanecen sin respuesta.

Elenco de «Las Suplicantes»

Dirección: 

Pedro Vicuña

Elenco: 

Andreas Bodenhofer

Natalia Roa

Heidrun Breier

Sandro Larenas

Patricia Velasco

Marcela Medel

Francisca Olivares

Jose Secall

Carolina Herrera

Sergio Schmied

Verónica González

M. Jesus González.