Esta madrugada, leve y en paz,  Mariano Puga ha partido y como todo viajero nos deja como legado un acervo de memoria sobre su  vida consecuente y su amor por los pobres, por los que sufren, con los cuales compartió su vida entera. Nos hereda su lucha por los derechos y la dignidad humana, su prédica tronante contra la injusticia, la miseria y la violencia y sus postreros gestos de rebeldía, alentando la lucha popular desatada el 18 de octubre de 2019, efectuando una misa en apoyo a los presos políticos de la revuelta y manteniendo a firme su decisión de culminar su velatorio en Villa Grimaldi, en el ex cuartel principal del terrorismo de Estado, donde compartió la prisión política y la tortura con cientos de hombres y mujeres castigados sin piedad por el “delito” de aspirar a construir un país más justo y fraterno. 

La Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi lamenta el deceso del sacerdote. compañero y ex prisionero sobreviviente, Mariano Puga Concha y mañana domingo acogerá sus restos con afecto y gratitud,  brindando la bienvenida a todos quienes deseen despedirse de él y brindarle los homenajes que se merece. Mariano está presente y seguirá acompañando desde la memoria las luchas de su pueblo.

Mariano Puga Concha fue un sacerdote diocesano chileno, conocido como el “cura obrero”, por su labor simultánea de clérigo y trabajador de la construcción.Fue ex párroco de La Legua, y creador de la Parroquia Universitaria, espacio de carácter pastoral, destinado a atender las necesidades de estudiantes, académicos, trabajadores y población general, durante la dictadura. Puga, tal como otros sacerdotes fue un acérrimo defensor de los Derechos Humanos durante la dictadura cívico militar de Chile.

El sacerdote nació en pleno centro de Santiago,​ donde se crió junto a seis hermanos en el seno de una familia tradicional republicana y aristocrática. Realizó sus estudios primarios y parte de los secundarios en Londres, donde se había establecido temporalmente su familia. Al regresar a Chile asistió al colegio Grange y continuó en la Escuela Militar, para finalmente cursar estudios superiores en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde abandonó la carrera de Arquitectura para seguir su vocación religiosa.

Mientras estudiaba en la universidad, realizó trabajo relacionado con vivienda social que lo condujo a él y algunos compañeros al campamento de San Manuel, en la ribera del Zanjón de la Aguada, donde entró en contacto con la extrema pobreza. Tras un voluntariado permanente, optó finalmente por abandonar sus estudios universitarios para ingresar al Seminario Diocesano, donde fue ordenado sacerdote en 1959 y enviado a París ese mismo año, para estudiar liturgia. Desde ahí continúa estudios en Italia y Bélgica, obteniendo el grado de Doctor en Teología Moral, lo que le permitiría impartir cátedra teológica en la Universidad Católica de Chile.

A fines de 1972 abandona el seminario para trasladarse a Chuquicamata, donde trabaja como cura obrero en empresas subcontratistas, siendo testigo en carne propia de la explotación laboral. Por esa época su fidelidad extrema a la doctrina del Evangelio y adhesión al movimiento Cristianos por el Socialismo generó controversia y determinó su salida de la parroquia y del seminario por instrucción del cardenal Raúl Silva Henríquez, que en una primera etapa removió del mando a clérigos con posturas progresistas.

Posteriormente llega como nuevo sacerdote a la Villa Francia -comuna de Estación Central en Santiago- en calidad de pioneta de la fábrica de casas Corvi, empresa que sería clausurada tras el Golpe Militar. La cesantía lo llevó a ofrecer servicios como pintor de obra gruesa para capillas, colegios y ferreterías de la capital. 

En 1973 acudió a prestar asistencia espiritual para detenidos en el Estadio Nacional, pero fue rechazado por soldados de guardia en el recinto. En junio de 1974 fue capturado mientras trabajaba y conducido a Villa Grimaldi y a Tres Álamos, episodio que recordaría como la peor de las siete detenciones a que fue sometido en dictadura.

A mediados de los ochenta tuvo audiencia con el general Augusto Pinochet, entonces líder de la dictadura militar, a quien enfrentó por la situación de Derechos Humanos que afectaba a opositores políticos. Luego de un breve exilio a Perú​, retornó a Chile para integrarse a la Bolsa de Cesantes con que la Vicaría de la Solidaridad buscó aliviar la crisis laboral y económica de los ochenta.

En 1987 participó en la visita a Chile del Papa Juan Pablo II, donde intentó contener los disturbios ocurridos durante la misa que el Sumo Pontífice ofició en el Parque O’Higgins.

Por espacio de doce años (1980-1992) trabajó en Pudahuel para posteriormente migrar a la población La Legua, donde permaneció y ejerció activamente la organización social hasta 2002.

Tras el regreso a la democracia Puga se hizo misionero en la Región de Los Lagos, específicamente en la localidad de Colo (isla de Chiloé), donde continuó su labor pastoral. Posteriormente vuelve a establecerse en Villa Francia. En 2009 es condecorado con el premio «Héroe de la Paz», que anualmente otorga la Universidad Alberto Hurtado. La ceremonia, efectuada en dependencias del Congreso Nacional, fue encabezada por la entonces presidenta de Chile, Michelle Bachelet.

En 2016 asistió a la misa donde diez prisioneros de la cárcel de Punta Peuco pidieron simbólicamente perdón por crímenes cometidos durante la dictadura. A pesar de recibir fuertes críticas por tomar parte en esta actividad, Puga afirmó: “no puede haber perdón si no hay reparación, aporte a la justicia y aporte de la información que ellos manejan y no han planteado a los Tribunales”.

En 2018 se unió a manifestantes que protestaban contra el Obispo de Osorno, Juan Barros (acusado de encubrir abusos sexuales del ex párroco Fernando Karadima Fariña), durante la visita del Papa Francisco a Chile.​ Además, a fines de este mismo año fue objeto de una investigación en su contra a cargo de la Delegación por la Verdad y la Paz (entidad subordinada al Arzobispado de Santiago), tras denuncias por eventual abuso de poder y conciencia​. Aunque tales acusaciones fueron retiradas durante el proceso, finalmente la Iglesia determinó sancionar al presbítero por “uso arbitrario de la liturgia”, lo que dio lugar a diversas muestras de apoyo a su persona, en redes sociales.

En 2019 abandona Villa Francia y viaja al Encuentro Mundial por la Fraternidad, celebrado en Filipinas. De regreso en Chile, comienza en abril del mismo año el tratamiento contra el cáncer linfático que lo aquejó y que fue la causa de su muerte.