El miércoles 28 de marzo a las 19:00hrs, en la Sala América de la Biblioteca Nacional, Moneda 650, recibirá el primer Premio Nacional de Derechos Humanos otorgado por el Consejo del Instituto de Derechos Humanos.

Viviana ya sabe que ha sido merecedora de un significativo premio, es un 28 de febrero de este año. Ese día llega justo a la hora de la entrevista y con su cara deslavada, que rememora a su padre, comenzamos a recorrer este parque, que funcionando como el cuartel “Terranova” de la DINA, fue uno de los lugares donde estuvo aquel hombre al que llama “papi” y cuyo secuestro, torturas y desaparición truncó los planes que ella tenía de viajar y recorrer países con otros idiomas.

Ella, recuerda fechas, situaciones y momentos con mucha certeza. Su presencia es parte de una historia de tozudez y tempranas valentías, especialmente de muchas mujeres que en tanto madres, hermanas, esposas, abuelas tuvieron que multiplicarse para conseguir el sustento para sus hogares, insuflar mística, mientras simultáneamente iban juntando las pruebas para rearmar el destino de sus seres queridos.

Algunas consiguieron certezas y al cabo de años lograron dar sepultura a los restos periciados de sus familiares. Otras, como es el caso de Viviana y su familia han debido conocer diversas versiones sobre el destino y circunstancias de muerte de su padre.

La investigación del ministro Víctor Montiglio y las declaraciones del “mocito” parecieran, por fin dar alguna luz sobre el ensañamiento de que fue objeto este obrero gráfico curtido y autodidacta, corpulento y de ojos achinados que acompaño al presidente Allende en ese escenario frente a La Moneda, ese último 4 de septiembre de 1973.

“Mi madre se llamó Selerisa Ascensión Caro Ríos y era de la Acción Católica en Antofagasta. Mi padre Víctor Díaz López, había nacido en Ovalle y crecido en Tocopilla. Se casaron en septiembre de 1947, habían estado mucho tiempo de novios y fue por el civil porque mi papi no era católico. A los 20 días lo enviaron al campo de concentración de Pisagua, era el gobierno de González Videla. A mi madre no le entendían que se casara con un comunista. Mi padre salió de Pisagua justo cuando mi hermana mayor Victoria estaba a punto de nacer. Mi madre siempre compartió las consecuencias de las persecuciones a mi padre, las relegaciones y detenciones por sospecha…

Él estuvo relegado seis meses en Putre. También lo detuvieron en Calama en 1957 cuando andábamos de vacaciones, habíamos viajado en tren durante días en carros de tercera.

Mi padre trabajaba en la imprenta Horizonte en Tocornal 470 y nosotros vivíamos a la vuelta en Lira 363. Con mi hermana militábamos en la jota y participamos en las campañas de Allende desde el 64, pero mi padre había trabajado en todas, también las del 52 y el 58.

Fuimos una familia sin recursos, pero con una vida familiar muy intensa y allí atesoramos hermosos recuerdos que, después en los años de prueba nos servirían de mucho.

Yo estudie en la Escuela República de México en la calle Argomedo, después en la República de Bolivia y luego en la Escuela Experimental Artística cuando estaba en Huérfanos. En 1968, egrese del Darío Salas de 6to Humanidades, ya en ese momento mi familia vivía en Pedro Aguirre Cerda. En 1969 comencé a estudiar Pedagogía en alemán en el Pedagógico, tenía vínculos con el Instituto Democrático de Cultura vinculado con la República Democrática de Alemania. En ese tiempo, tenía planes para viajar y estudiar afuera. Mi hermana Victoria había estudiado en la “Universidad Patricio Lubumba” y hacía clases en el Pedagógico hasta el mismo 11 de septiembre del 73. En 1972 ya había realizado mi tesis junto a dos compañeras acerca del estudio del idioma alemán en Chile, y por eso nos pusimos a recorrer el sur de Chile y fuimos desde Temuco hasta Puerto Montt, visitando casas de colonos alemanes y sus descendientes y allí pude percibir un ambiente hostil en contra del gobierno de Allende. Mi padre en 1971 había sido elegido Subsecretario General del Partido Comunista.

En mi casa se conversaban las cosas y como habíamos vivido muchas situaciones complejas, éramos una familia muy unida. Entre el 60 y el 71 vivimos en un departamento en San Joaquín, pero mi papi fue operado de la columna y luego se le comenzó acortar una pierna… esa sería la cojera la que más tarde ayudaría a detectarlo…

Vendimos el departamento y con eso compramos una casa esquina en medio de puros uniformados de carabineros y aviadores. Era tal el contraste que, el 11 brindaban con champaña en la esquina de nuestra casa… antes no se notaba, porque nosotros estábamos integrados y mi papi estaba siempre disponible con nuestros vecinos.

El día del golpe

Ese día, mi papi salió muy temprano pese a que había llegado muy tarde la noche anterior, andaba sin protección y nosotros no teníamos auto. Desde que tenía el cargo en el partido, un compañero chofer lo pasaba a buscar

Ese día Daniel Vergara- ministro del presidente Allende- lo llamó muy temprano, deben haber sido las 6:00 A.M. Luego él fue muy parco respecto de esa conversación: “las cosas están mal y Valparaíso está tomado”- nos dijo, luego se ducho rápidamente y se fue retrasando porque el compañero chofer no lo pasó a buscar. Eran como las 8:30 y entonces mi papi salió con mi hermano menor de 14 años, que también se llama Víctor y que poco más tarde lo pasó a dejar donde familiares. Al despedirse nos pidió que no fuéramos a la universidad. Esa vez fue la última vez que lo vimos… se despidió como si en la noche o al día siguiente nos fuésemos a ver. Días después mi hermano Víctor nos comenzó a llamar porque quería retornar a nuestra casa…

Al ver por televisión el bombardeo de La Moneda, ese oscuro día martes, luego al escuchar los bandos…comenzamos a dimensionar todo. Mi papi alcanzó a estar en la clandestinidad 32 meses, hasta que cayó.

Pasaron los meses y el sustento familiar se hizo difícil, mi madre era modista y comenzamos a confeccionar cosas para vender, desde forrar botones hasta dulces. Un tío que estaba en Paillaco, era farmacéutico y se llamaba Lautaro Caro comenzó a enviarnos encomiendas con mercaderías y remedios.

El 6 de octubre policías de Investigaciones (así se llamaba la PDI en aquellos años) llegaron a nuestra casa buscando a mi papi, todo el vecindario estuvo pendiente y de allí en adelante quedamos vigilados.

Pasó un tiempo y en algún momento supimos que nuestro papi estaba bien. Nosotras no salíamos a ninguna parte, porque sabíamos que nos seguían a todas partes. Quedamos como incomunicados de todo el mundo y hubo familiares que se alejaron. Yo para el año 73 tenía 22 o 23 años.

La detención de Víctor Díaz

El 12 de mayo de 1976 en la calle Bello Horizonte de Las Condes mi papi fue detenido por la DINA. Eran las 02:00 de la madrugada y él estaba durmiendo en una pieza pequeña. Lo obligaron a levantarse y lo primero que hicieron fue hacerlo caminar para ver la cojera; lo comenzaron a torturar en la misma casa y luego se lo llevaron en pijama…tenía 56 años en ese momento.

Entre mayo y agosto de 1976, sabemos con certeza que estuvo en Villa Grimaldi. Hubo una compañera que compartió celda con Marta Ugarte –la que estaba muy torturada- … y fue en la Vicaría que nos contaron que Marta nos mandaba un mensaje “que ni ella ni mi papi saldrían con vida desde Villa Grimaldi”.

Nosotros presentamos un recurso de amparo y nos entrevistamos con el presidente de la Corte Suprema de ese entonces José María Eyzaguirre, él fue quien me dijo, luego de escuchar los antecedentes que le reseñe sobre la búsqueda y detención de mi papi: “que imaginación tiene usted y me aconsejó escribir un libro”, agregándome “que esas cosas no sucedían en Chile”. Esa entrevista fue un 3 de septiembre de 1976. Mi madre se mantenía serena, mientras yo me puse a llorar a la salida…No pasó una semana y salió la foto de Marta Ugarte en La Segunda, el mar había devuelto su cuerpo frente a la playa de La Ballena, muy cera de Los Molles…la habían detenido el 9 de agosto y la sepultamos con sus hermanas un 6 de octubre.

Ya hacia fines de 1976 estábamos en la AFDD. La DINA nos amenazaba y por eso tuvimos que ir a la Vicaría con mi hermano y él tuvo que partir con apoyo del CIME (Comité Intergubernamental para la Migraciones Europeas) a los 16 años para el extranjero.

Era el 6 de octubre de 1976 y allanaron nuestra casa, allí sentado en un sofá estuvo Carlos López Tapia, como parte del grupo represivo, luego sabría que era primo del Juez Guzmán. Nunca vine a Villa Grimaldi en dictadura, eso si sabíamos donde estaba. En 1991 por primera vez estuvimos aquí junto al padre Aldunate, don Andrés Aylwin y don Pepe Galeano…Conocí a José Carrasco Tapia “Pepone” quién nos ofreció todo su apoyo, también a la señora Carlota Vassey, madre de Bautista Van Schouwen…

En 1997 cuando mi mami falleció nos pidió que la incineráramos y lanzáramos sus cenizas en el mar frente a Antofagasta. Me acompaño Sola Sierra y fuimos a la Caleta Coloso; un primo había pedido el pidió permiso a la Gobernación Marítima y la despedimos con los acordes de un piano. El mar estaba complicado ese día, eran como las 16:00 horas, luego ya en el bote empezamos a tirar las cenizas y el mar se calmo. Eso lo encontré muy increíble, años después al enterarnos que el cuerpo de mi papi aparecía lanzado al mar…pensé que en ese momento se habían rencontrado ellos dos.

Las confesiones del mocito

En enero del 2007, a 31 años desde la detención de mi padre y por las declaraciones de Jorgelino Vergara “el mocito”, que había conocido a todos los integrantes de la Brigada Lautaro, supimos detalles de los siete meses que estuvieron torturando a mi papi entre mayo del 76 y marzo del 77.

Desde Villa Grimaldi lo habían llevado a otro cuartel secreto ubicado en Simón Bolívar 8630, ese era el número original, y allí había una casa quinta. Luego la existencia de este cuartel secreto sería borrada con la construcción de un condominio con el número 8800 en la misma calle.

“El mocito” cuenta en su declaración judicial que con mi papi compartió la noche de pascua del 76, al parecer el único prisionero secuestrado… de ese lugar. El ministro Montiglio, ya fallecido- proceso a 77 personas de diversas instituciones uniformadas porque investigó como tenía que hacerse y por eso luego yo le agradecí a nombre de mi familia…

El premio del INDH

Don Andrés Aylwin me llamó y me dijo que querían presentarme a este premio y le dije que yo pensaba tenía que ser él…Recuerdo que cuando se creo el INDH hubo bastante polémica sobre su creación, por mi parte pensé que era bueno tener un lugar donde dirigirse como antes fue la Vicaría o el Comité Pro Paz…

Llevo demasiado tiempo trabajando en derechos humanos sin premio, nunca he dejado de ir a nada, siempre me he relacionado con todos. Por estos días estuve en un homenaje a Tucapel Jiménez de sus familiares, estaban hasta sus bisnietos y escuchando su grabación de despedida, pensaba en mi padre, porque creo que los dolores se van entretejiendo.

El premio lo recibiré en el nombre de mi papi, de todas las personas que ya no están, de todos los familiares que por muchos años hemos seguido buscando a los nuestros, a todos los nuestros. Y que hasta el último de nuestros días seguiremos en eso…”

COMUNICACIONES VILLA GRIMALDI 26/3/12