En Paine y sus localidades persiste el miedo que se infundió después del golpe de Estado, pues se hizo pagar con sangre a quienes se organizaron y participaron de la Reforma Agraria.

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Texto: Carlos Antonio Vergara, fotografías, Luis Fernando Arellano

Diego Cabezas Contreras es nieto de Pedro Antonio Cabezas Villegas, desaparecido el 16 de octubre de 1973 a la edad de 36 años por militares pertenecientes a la Escuela de Infantería de San Bernardo. Esa noche y en la madrugada, en un operativo bajo las órdenes del Teniente de Ejército Andrés Magaña, se detuvo además, a 22 personas desde sus domicilios.

Diego trabaja en preservar la memoria de lo ocurrido en Paine y los alrededores, que cuenta con 70 detenidos desaparecidos y ejecutados después del 11 de septiembre de 1973. Los campesinos de la zona fueron asesinados por participar activamente en el proceso de Reforma Agraria durante el gobierno del ex Presidente Salvador Allende, a pesar de que algunos no tenían siquiera militancia política, como el abuelo de Diego. Es una de las localidades rurales más golpeadas después del golpe de Estado.

La participación de este nieto de detenido desaparecido en las organizaciones de derechos humanos, comenzó cuando ingresó a la orquesta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine. Hoy está a cargo, en representación de esa entidad, de contactarse con las familias de los sectores más apartados de la zona rural, conversar con los familiares, entregarles información de las reuniones y comentarlas.

Es uno de los flamantes monitores pedagógicos del Memorial Paine, cuya Corporación del mismo nombre, posee desde este año financiamiento de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos para realizar pedagogía en derechos humanos, tal como Villa Grimaldi y Londres 38 Espacio de Memorias.

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Paine, su memorial y el pueblo mismo es testigo de una historia de dolor producida por el terrorismo de Estado.

¿Cómo conoció la historia de su abuelo?

En los años 2000. Siempre recuerdo que la detención de Pinochet marca un antes y un después en mi familia, en cuanto a hablar de este tema. Antes mi pregunta se dirigía a saber por qué cuando iba a ver a mi abuela al cementerio no estaba el nombre de mi abuelo. Me costaba entender por qué no estaba su tumba. Ahí me surgieron las preguntas.

¿A qué edad?

Tenía 8 años. Me preguntaba ¿Qué significa desaparecido, por qué lo desaparecieron?, Eran muchas preguntas. Con la detención de Pinochet en Londres se fue abriendo el tema y comentando en toda la familia lo sucedido y, quien era mi abuelo. Hasta entonces era muy poca, vaga, la información que yo tenía. Sabía que era un campesino, pero no que había sido dirigente de dirigente del Asentamiento El Tránsito Paine, que mi abuelo pertenecía a la federación de campesinos a nivel provincial, que tenía capacidad de organizar a los trabajadores. Es ahí que empiezo a entender la historia, a través de mi abuela primero, de mi papá, que era el mayor de los hermanos. Mi padre tenía 16 años en la época del golpe de Estado, por lo tanto es quien más recuerda de la vida de su padre. También a través de la hermana de mi abuelo, quien ha podido también ir reconstruyendo esa historia, y, a través de personas que lo conocieron. Esto comenzó de a poco.

¿Por qué no se hablaba en Paine de las víctimas de violaciones a los derechos humanos?

Porque estaba ese temor todavía. Ellos consideraban la política como algo súper nefasto, malo, que desencadenó la muerte de estas personas. Entonces, cuando uno preguntaba, si acaso era político, había participado en política, o hacía alguna actividad política, se respondía siempre no. Todo lo asociaban al partidismo. No veían la acción de ser dirigente como una acción política, costaba un poco que entendieran esa parte. Es decir, comprender que ellos también fueron actores políticos, que participaron de una reforma agraria que fue importante en el país, puesto que se cambiaba el paradigma de la tenencia de las tierras.

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¿Y se ha ido perdiendo el temor?

Sí, y fueron traspasando información para las nuevas generaciones, porque hay hijos que todavía no hablan, nietos que también siguen con ese temor. Hay muchas personas como mi abuela, hasta no hace mucho, que temía que uno trabajara en estos lugares de memoria, porque si ficticiamente ocurriera algo de nuevo, seríamos los primeros afectados nuevamente. De a poco se ha perdiendo, por lo menos en mi familia, pero aún queda el miedo en otras, cuando hablamos de la poca participación de los nietos, de los hijos, se debe principalmente a eso, sobre todo en todas las localidades rurales.

¿Cómo lo explica?

Porque dejaron en la desprotección misma a estas familias. La esposa y los hijos tuvieron que salir adelante solos. Eso hizo que ese miedo perdurara y que no se hablara, que en el colegio el niño no dijera que era hijo de detenido desaparecido, ejecutado político. Por el temor de la familia a que fueran rechazados, discriminados. Fue mejor callar que contar, que hablar con la verdad, decir lo que realmente había pasado. Yo creo que hoy estamos intentando que ese temor desaparezca, que la gente venga al memorial, que los familiares también formen parte de este lugar. Nos hemos dado cuenta que las señoras que son las que más hablan ya se han ido muriendo, participan ya menos activamente por algún tipo de enfermedad y tenemos que ser las nuevas generaciones las que tenemos que tomar ahora esa bandera de la memoria, de poder difundir el lugar, de poder seguir sacándolo adelante.

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Convivir a diario con los victimarios

La conversación con Diego Cabezas se realizó en el marco de un encuentro fraternal entre equipos de trabajo de la Corporación Memorial Paine y la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi.

Las integrantes de los equipos de educación y de redes de la Corporación Memorial Paine, explicaron que el miedo que constata Diego proviene, en parte, de lo complejo que es convivir para las familias con quienes están acusados de participar o colaborar con las matanzas, quienes viven allí mismo. Se cruzan con ellos en las calles del pueblo.

En ese marco, se realiza el trabajo de la Corporación Memorial Paine y de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine. Ambas entidades, que trabajan estrechamente, lograron que con aportes del Estado, en el marco de la reparación simbólica que propician los organismos internacionales, se creara también el Paseo de la Memoria de Paine, en el cual están colgados los retratos de las víctimas. Este, reemplazó un mural destruido por el terremoto del 2010.

Asimismo, gestionaron la construcción del mural Memorias de Paine, realizado con mosaicos. Sus dibujos relatan la historia de la represión que se ensañó contra los campesinos. Esta hermosa obra fue elaborada colectivamente y está en Av. General Baquedano a un costado de la Corporación Juvenil de Paine.

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Mural que relata la historia trágica de Paine

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Trabajadoras y trabajadores de Memorial Paine y Villa Grimaldi unidos en una actividad
contra el flagelo de la tortura.