La fotografía capta un instante significativo, de los tantos verificados en la calle este 8 de marzo, durante la multitudinaria manifestación por el Día Internacional de la Mujer.  Atrás el lienzo de Villa Grimaldi, portado por sus trabajadoras, conteniendo decenas de rostros de mujeres detenidas desaparecidas y ejecutadas políticas durante la dictadura cívico militar. Adelante, entrecruzándose, una madre con su bebé, participando de una marcha donde se demandaba el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y maternidad.

Entre todas, las ausentes-presentes, las viejas luchadoras, las nuevas y las del futuro, hicieron de la calle un altavoz para hacer oír el “nosotras parimos, nosotras decidimos” e incidir en un debate sobre este derecho que ha sido hegemonizado por medios conservadores, por eclesiásticos y académicos varones y mujeres de extrema derecha.

Entre todas, para clamar en contra del femicidio, del acoso callejero, la discriminación laboral y los estereotipos sexistas.

Entre todas, desde las calles, desde la movilización de miles, dieron una potente demostración de autonomía que debe persistir.  La acción a través de las instituciones del Estado, desprestigiadas en su mayoría, ha mostrado todas sus limitantes respecto no sólo a los temas de la mujer, también respecto a la legislación laboral  y la profundización de la democracia.

Entre todas, entre todos, ellas y ellos, con los rostros de las que habitan la memoria, las que hicieron historia, las anónimas, con la alegría, colorido y extravagancia de las chicas de ahora, con los y las bebés que seguirán la marcha en el  futuro.

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