La conmovedora realización Venían a buscarme, del director y productor chileno Álvaro de la Barra que reconstruye la historia de sus padres, asesinados durante la dictadura y, a través de ellos, también su propia identidad, se presentó en el sitio de memoria Parque por la Paz Villa Grimaldi. La exhibición se efectuó el pasado viernes 16 de noviembre en el marco de Museos de Medianoche, oportunidad en que el creador dialogó con los asistentes y abordó este trabajo documental.
Los padres del director, Ana María Puga y Alejandro de la Barra, militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fueron asesinados en la esquina del jardín infantil cuando iban a buscar a Álvaro la tarde del 3 de diciembre de 1974. Desde ahí su búsqueda no se detiene. Primero los agentes de Estado lo buscan a él, obligando a la familia a elaborar un plan de exilio y separación, y más tarde lleva a cabo la búsqueda propia de su identidad, de su familiares, de su raíces.
Según explicó de la Barra, “conocí mi historia desde chico, a mi nunca me inventaron un cuento. Siempre la conocí. En ese sentido, empecé a preguntar desde muy chico a mi tío, pero llegó un momento en que él no me daba nuevas razones. Entonces puedo decir que desde los 10 ó 11 años, dejé de preguntarle porque ya sabía las respuestas, y cuando vine a Chile en el año 1990, por primera vez, empecé a darme cuenta que había mucha información en Chile con la que yo no tenía contacto, y que era imposible conseguir esa información sino estaba acá. Creo que ahí empecé otra vez a encontrarme con esa búsqueda”.
Agregó el realizador que “luego estudié historia y creo que lo hice por mi historia personal, y la película la empecé como investigación histórica y como trabajo en el momento en que recuperé mis apellidos en el certificado de nacimiento. La película es también la necesidad de fijar el conocimiento, ya que como buen historiador tengo mala memoria”. Dentro de sus búsquedas, de la Barra explica que “quería conocer el cómo vivieron mis padres, conocer las motivaciones que tuvieron para tomar las decisiones que tomaron”.
Explica además que “el documental evidencia también lo difícil que es la reconstrucción de la memoria en un país como este, donde vas al jardín y lo están demoliendo para construir edificios, donde hay gente que cuando yo llego ya no están, o que cuando vengo tienen alzheimer, como fue en el caso del actor Marcelo Romo. Es como el agua que se te va yendo entre los dedos, y no la puedes retener”.
Consultado por los asistentes sobre qué buscaba con el documental, de la Barra indicó que “con el documental no busco ni apaciguarme, ni perdonar, no creo que vaya por ahí… el perdón ni siquiera lo planteó en el sentido que no hay a quien perdonar, hasta que nadie te cuente la verdad de los hechos, hasta que nadie te diga que te está pidiendo perdón. No hay nada que perdonar, mientras tengamos un pacto de silencio. Solo a partir de ahí podríamos empezar a pensar en esos segundos pasos. Lo primero que tenemos que lograr es que se rompa el pacto de silencio”.
Añade que otra de las ideas tras el documental, responde al objetivo de exteriorizar sus dramas y sufrimientos. “Creo que exteriorizar el drama o el dolor en mi familia, ha permitido que otras familias descubran como contar, como hablar de sus propios dramas, sus propios dolores en sus familias”. Agrega que “ese tabú que nosotros teníamos, también está en el resto de las familias, y también para aquellos que no tienen historias similares a la nuestra, porque todos nos hemos visto afectados por esta historia contemporánea de la dictadura. De una u otra manera se creó un tabú generalizado donde no hablamos de estos temas. Con esto ya hay dos o tres generaciones que no tienen idea lo que pasó en su propia familia, en su ciudad, no tiene idea lo que pasó en el país. Entonces hemos logrado que las familias que han visto el documental lleguen a sus casas a conversar sobre lo que pasó en Chile”.
En la jornada el realizador abordó también la importancia de haberlo presentado en el Parque por la Paz Villa Grimaldi, explicando que “es muy especial en varios sentidos, ya que fue uno de los primeros lugares que conocí, incluso antes de venir a Chile. Además, porque fue la Villa la primera que empezó a preguntar sobre mis padres, querían saber más, y recuerdo los primeros actos sobre mi madre, que fueron acá, antes que en cualquier otro lugar. Entonces la Villa para mi es un lugar personalmente importante. Siempre tuve las puertas muy abiertas acá, y para mi es natural estar acá”.