Pierre Galand es un vivo testigo de esta frase pronunciada por Tomás Borge, uno de los comandantes de la revolución nicaragüense que triunfó sobre la tiranía del clan Somoza. Galand fue parte del encuentro de memoria “Ex presos y ex presas políticos/as y exilio”, que se efectuó recientemente en el Parque Por La Paz Villa Grimaldi. Actualmente, Galand es el presidente de la organización laica, Federación Humanista Europea y posee un amplio bagaje en defensa de los Derechos Humanos en Europa, el Sahara Occidental en África, Palestina en Medio Oriente y América Latina, entre otras regiones del orbe.

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Galand es un tipo alto y de aspecto bonachón. Enérgico, contagia energía cuando habla de las causas por las que ha luchado y sigue perseverando hoy. Él mismo define su tarea como una “preocupación constante por defender la dignidad de los seres humanos”, una frase que resume su engagement, es decir, su capacidad de pelear por sus ideales y comprometerse con los derechos fundamentales de las personas.

Sus causas

Pierre Galand fue elegido senador por el Partido Socialista en Bélgica en el periodo 2003-2007, dirigió la organización internacional de defensa de derechos humanos, OXFAM; fue presidente de la sección europea de la Organización Mundial contra la Tortura y durante entre 1973 y 1989 fue presidente de un comité de solidaridad con Chile.

Durante su participación en el encuentro de la Villa Grimaldi, Galand manifestó que “hoy hablamos aquí de la memoria y de eso que los pueblos han construido y han sufrido, porque han pagado un precio muy alto por intentar obtener más justicia, solidaridad, fraternidad e igualdad. Conocí la realidad de Chile por camaradas de la Universidad, con compañeros que trabajábamos por la organización de la defensa de Palestina y también la lucha del pueblo de Argelia por su independencia y autodeterminación, proceso que derivó en una gran guerra. Estos problemas persisten hasta hoy, por ejemplo, en el continente africano, donde se combate por la libertad del pueblo subsahariano en la frontera que separa Marruecos de Mauritania. Gente que lucha por su emancipación. Estos son fenómenos que a mí parecer son parte de una gran batalla por el desarrollo de la humanidad. Una causa que es difícil porque hay enemigos de la justicia social y la vocación social de vivir en paz y fraternidad”.

Galand habla con conocimiento de causa, ya que ha sido protagonista de diversas gestas como las que se han vivido en Argelia, Tanzania, Mozambique, Cabo Verde y América Latina. “Me siento privilegiado de ver cómo se han cruzado la historias de todos estos pueblos”.

Es necesario recordar, explica el activista, que “los años ’60 y ’70 fueron de grandes cambios. La derrota de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, la independencia de Argelia y, sin duda, el triunfo de la Unidad Popular. Para nosotros en Bélgica y Europa en general, la victoria de Salvador Allende nos hizo tomar conciencia que el pueblo puede cambiar su destino. Por eso el 11 de septiembre de 1973, significó también un golpe de Estado contra nosotros, un shock para todos los proyectos democráticos del mundo. El mismo martes 11, en Bruselas, hubo tres mil personas reunidas en una sala para hablar de cómo organizar un primer acto de solidaridad con Chile. El gesto se amplificó rápidamente. Al día siguiente, arribaron los primeros refugiados a bordo de Sabena, línea aérea belga. Por esas paradojas de la historia, los primeros exiliados no fueron chilenos, sino que bolivianos, brasileños y personas de diversos países en dictadura que habían sido acogidos por Chile”.

Pierra Galand rememoró que en esa época se construyó un nuevo modelo de solidaridad para los refugiados. “Esa cadena de ayuda se formó gracias a la colaboración de organizaciones sindicales, de organimos de defensa de los derechos humanos, Organizaciones No Gubernamentales, las iglesias, partidos políticos como el Socialista y Comunista, todos juntos sin distinciones”.

En particular, agregó este carismático personaje, “la solidaridad en Bélgica se caracterizó porque los refugiados apenas llegaron fueron recibidos por las familias y no por organizaciones. Es así como hubo una gran movilización popular a un mes del 11 de septiembre. El gobierno belga debió destinar recursos para recibir a los refugiados de Chile y América Latina”.

Indudablemente existió un modelo de solidaridad con Chile, algo que hoy se ha perdido y tenemos la responsabilidad común de rehabilitar. Hoy se ha impuesto el consumismo y el egoísmo, lo que dista de generar progreso social. Hoy Chile tiene una gran oportunidad de rehacer lazos entre el trabajo que fue hecho por la Unidad Popular y elevar un nuevo gobierno con Michelle Bachelet. Esto es fundamental no sólo por Chile, sino también por las transformaciones impulsadas por el gobierno de Salvador Allende y por nosotros en Europa”.

Galand recalcó que “si bien es muy importante la lucha por la memoria que ustedes impulsan, también es clave emprender la reconstrucción de los lazos y la memoria entre Chile, América Latina y Europa. Los problemas de hoy son todavía más difíciles que en la época de Allende. Siento una gran admiración por los pueblos de Chile, Sudáfrica, Palestina, que levantan la cabeza una y otra vez sin detenerse jamás. Para cerrar mi alocución quisiera compartir con ustedes una historia. Estando en Nicaragua, durante el derrocamiento de la dictadura de los Somoza, estábamos en Managua y había muchos militantes del mundo entero y uno de los comandantes de la revolución dijo: “La solidaridad es la ternura de los pueblos”.

Durante su participación en el encuentro “Ex presos y ex presas políticos/as y exilio”, en la Villa Grimaldi, el ex parlamentario se dio el tiempo de contestar algunas preguntas sobre su visita a este sitio de memoria, su experiencia y las expectativas sociales de transformaciones que existen hoy en Chile.

-¿Qué significa para usted estar hoy aquí en El Parque Por La Paz Villa Grimaldi, un espacio donde se violaron los derechos humanos de miles de personas?

-Antes que todo es una gran emoción. Creo que los lazos que se han tejido entre los refugiados que nos contaron de la tortura y la prisión cuando llegaron a Europa, forma parte de nuestra memoria, y al mismo tiempo, nos obliga no solamente a decir: ‘estos hechos son un trozo de la historia del país’, sino que también representan una ruptura para la Humanidad. Estos son sitios de quiebre y es necesario reconstruir esos tejidos fracturados. No podemos creer que esto forma parte del pasado. El pasado construye el presente, por lo tanto, estar aquí, participar de este reencuentro es algo que me parece de suma importancia.

-Durante su alocución usted comentó que existe un modelo de egoísmo e individualismo que impera en la actualidad. ¿De qué forma se puede revertir esa situación?

-Lo primero que me gustaría señalar es que hemos cometido muchos errores en nuestro mundo, creyendo que con el desarrollo y el “crecimiento económico” íbamos a resolver todos los problemas de la gente. La preocupación de la humanidad es el respeto de la dignidad de los seres humanos y todos los que hoy manejan el comercio, las finanzas, los bancos, venden sus mercancías y tecnologías, quieren imponer un sistema mundial para modelarnos y hacer de nosotros un tipo de personas funcionales al consumo. Pero, ¿qué anhelan los pueblos? Su libertad de conciencia, su capacidad de pensar, conquistar el derecho a la educación para obtener su emancipación. Esto es fundamental, ya que vemos que la máquina capitalista es una herramienta para reprimir al pueblo. Es por esto que debemos estar atentos y no permitir ser dominados por un consumismo al servicio del capital financiero y no de la liberación del pueblo.

-Usted afirmó que Chile se encuentra un proceso muy interesante de reconstrucción de los puentes de la historia.

-Sí, por supuesto, los puentes de la historia se hacen porque en estos momentos nos enfrentamos a una gran oportunidad histórica. El problema hoy es que nuestras sociedades nos ponen a competir permanentemente por tener más dinero, más poder, ser el mejor científico, etcétera. Ese es un camino equivocado, no estamos en una vía de cooperación, ni una donde los pueblos intenten construir una sociedad donde cada uno pueda tener su lugar y ser reconocido como persona íntegra y portadora de derechos. Si nos remontamos a la generación de mis padres, después de la Segunda Guerra Mundial, ellos fueron capaces de elaborar la Declaración Universal de los Derechos Humanos y conformar las Naciones Unidas. Actualmente nos hemos alejado y nos encontramos muy apartados de ese tipo de iniciativas. Debemos retomar la lucha y América Latina y Chile, están experimentando un proceso de reencuentro con ese camino y eso es verdaderamente esperanzador para el futuro de la humanidad.

-¿Qué opina del debate que existe en el país respecto a realizar una Asamblea Constituyente que cambie la Carta Magna y los enclaves autoritarios heredados de la dictadura?

-Pienso que es algo indispensable. Cuando el fascismo se mete en un país, cuesta largos años eliminar sus raíces y, sin duda, el pueblo chileno está hoy en esa tarea.

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Fuente: http://eskaramuzas.wordpress.com/

Fotos: LFAP