Así lo expresó el Premio Nacional de Periodismo Juan Pablo Cárdenas, en la presentación del libro escrito por Ana María Jiménez y Teresa Izquierdo. La amistad es el hilo conductor y enlaza todos los temas de sus biografías, nacida del cariño, de compartir sueños, secretos, errores, penas, equivocaciones, señaló la periodista Gladys Díaz.

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Juan Pablo Cárdenas, Teresa Izquierdo, coautora, Marisol Vera Edit Cuarto Propio, Gladys Díaz y
Ana María Jiménez, coautora

Por Carlos Antonio Vergara

Los profesionales presentaron en términos elogiosos el libro de ambas autoras, un relato a dos voces de la lucha clandestina, la tortura, la prisión y el exilio, quienes  forjaron una férrea amistad desde que se conocieron en la militancia política a fines de los años 60 y principios de los 70.

Juan Pablo Cárdenas Premio Nacional de Periodismo, señaló que  derramó “lágrimas a raudales en la lectura de cada página” en un “estremecedor intercambio de cartas entre dos mujeres que han completado cuarenta años de amistad”.

“Ambas -continuó- recorren una historia común, para colmo, ambas son protagonistas de enormes dramas personales y familiares que muy discreta y pudorosamente mencionan en el libro”.

Es “un relato magnífico sin estridencias de ninguna especie –aseguró-. Un relato casi ingenuo diría yo, y que tiene la virtud de ir contando las cosas sin mayor pretensión. Un relato que nos conmueve porque dejan entrever también su condición de mujeres siempre, en circunstancias históricas y de lucha, su vocación de madres, de fervientes enamoradas, de dos personas que saben vivir la vida y satisfacerla en todos los sentidos, además de sus convicciones, compatibilizando su valentía, su heroísmo, su resistencia ejemplar frente a los horrores, que incluso las lleva a admirar el sacrificio de otros hombres y compañeros, de otras mujeres y compañeras, a las cuales les asignan muchos más méritos que a ellas mismas”.

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“Es la vida de dos sobrevivientes que casi sin pronunciarlo, sin anunciarlo llegan a la post dictadura sin buscar tampoco reconocimiento alguno, sin buscar esa connivencia con el poder, con los ganadores, marcadas ambas por la fortaleza ética poco vista hoy en día como a todos nos consta en el mundo de la política y de servicio público”, puntualizó.

“Estupendo registro de lo que aconteció con ellas, una etapa tan amarga. Yo le asigno tanto mérito a este esfuerzo, porque después de todo lo que pasaron, proponerse escribir y dejar registro de esto es un acto de heroísmo más y no dejarse nunca abatir por el desencanto. Seguir escribiendo en la posibilidad de un mundo mejor, como ambas se descubren en este libro”, afirmó.

Cárdenas agradeció el reconocimiento y cariño que se hace a la revista Análisis, publicación que dirigió y en la cual trabajó Teresa Izquierdo durante varios años y de cuya historia se nutre también el libro de Jiménez e Izquierdo.

Clandestinidad, desaparición y prisión

Villa Grimaldi “es el mejor lugar para presentar un testimonio de estas dos compañeras, un lugar en que contrario a lo que sucede con otros museos de la memoria, aquí los muertos siguen viviendo y podemos encontrarlos cada vez que venimos y de ellos podemos recoger las simientes para las revoluciones que nos aguardan y nos esperan”, concluyó Cárdenas.

Por su parte, la periodista Gladys Díaz, dijo que “es un libro que apasiona”, que llegó a sus manos y no pudo dejar de leerlo sino hasta la madrugada.

La profesional relató su vivencia con Ana María Jiménez  y con el esposo detenido desaparecido de Teresa Izquierdo: Hugo Daniel Ríos Videla (El Peque).

“A Teresa la conocí indirectamente en dos oportunidades. Primero en 3 Álamos cuando un día de visita se acercó a mí una pareja pidiéndome noticias, si acaso las tenía, de su yerno que estaba desaparecido. Efectivamente yo había estado con él y les dije que podía testificar de su paso por Villa  Grimaldi. Ese matrimonio siguió visitándonos y fueron un contacto importantísimo para los detenidos”, relató.

Indicó que a ese campo de concentración les llegaban toda clase de informaciones acerca de nuevos grupos disidentes de la dictadura, información que las alentaba y hacía concebir esperanzas. “Ese matrimonio sacó también de  3 Álamos informes que redactábamos, destinados a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas.  Eran los padres de Teresa Izquierdo”.

“Ellos me contaban de esta hija rebelde que estaba en la clandestinidad, y que ellos no podían convencer de que saliera del país por un tiempo, ya que consideraban que la represión estaba muy dura y cómo efectivamente más tarde la alcanzó.  Así conocí de oídas a Teresa y empecé a familiarizarme con su existencia”.

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Marisol Vera, Gladys Díaz y Ana María Jiménez

 

El esposo detenido desaparecido

“Aunque mi memoria recién en esa época registró su nombre,  yo debí haber recordado a Teresa con anterioridad. A dos días de estar detenida en este lugar, éramos un montón ahí en La Torre. En  cada uno de sus minúsculos espacios habíamos dos y tres prisioneros. Yo estaba por ejemplo junto Carmen Díaz Darricarrere, hoy día desaparecida”, expresó.

“Bajamos en fila al baño y alguien golpeó en el hombro y me dijo: soy Daniel Ríos Videla, me llaman El Peque ¿Quién eres tú?  Así, conversamos bajito mientras esperábamos la cola del baño. Me contó cuanto amaba a su mujer, que tenía un hijo pequeñito al que adoraba y que se estaba reponiendo lentamente de una bala que le habían disparado los agentes de la DINA en el cuello al detenerlo. ¿Cómo iba yo a saber que esa noche nunca más íbamos a poder hablar con él? ¿Cómo iba yo a saber ese día que él engrosaría la interminable lista de desaparecidos políticos de este país? ¿Cómo iba  yo a saber que conocería y sería amiga de su mujer para el resto de la vida? ¿Cómo iba yo a saber esa noche de murmullos, de miedo paralizante entre sesiones y sesiones de tortura,  esa noche de transmitirnos el nombre de cada uno, si alguien quedaba vivo, para que testificara las presencia de los otros.  Cómo  iba yo a saber esa noche que yo estaría aquí mismo, en Villa  Grimaldi, 40 años después presentando este libro de su esposa Teresa Izquierdo? ”, reflexionó.

Díaz dijo que Antes de perder la Memoria da cuenta de “dolores tan profundos, tan intensos, dolores compartidos. Conocí a Anita María Jiménez en este recinto, en la Villa Grimaldi. Nunca nos habíamos visto antes, aunque ambas éramos militantes del MIR”.

“Recuerdo que bajábamos de la torre junto a otros compañeros en dirección al baño y había carreras nerviosas entre los Dinos, porque habían apresado a Lucía, cuadro medio del partido que esperaban les entregara valiosas informaciones. Por esas cosas de la vida, en una celda de tránsito en que me encontraba, Lucía que era el nombre político de Anita María y yo quedamos juntas por un rato y nos hablamos como hermanas a pesar de que era la primera vez que nos sentíamos, porque no nos veíamos”, rememoró.

“Nos transmitimos experiencias como si nos hubiéramos conocido toda la vida. Yo le entregaba información del lugar que podía serle útil y ella me manifestaba con mucha fuerza su decisión de resistir la tortura. Pudimos comunicarnos más de una vez y con ella tengo recuerdos de momentos muy dramáticos”, aseguró.

La amistad agigantada en los campos de concentración

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La casona de 3 y 4 Álamos

Esa historia es de tal intensidad  que puede hacer que la hermandad se acreciente “en los campos de concentración. Allí Anita se destacó por su aporte musical. Jamás perderemos la memoria de ese coro que fue dirigido por ella que recibía cada compañera que llegaba o las canciones que despedían a las afortunadas prisioneras que se iban. Los cientos y cientos de mujeres que compartieron con Anita conservan en sus oídos la dirección que ella nos brindó para cantar el «Negro José», «Palabras para Julia», «Samba para no morir”, apuntó.

Díaz agregó que el hilo conductor del libro enlaza todos los temas de sus biografías, que es la amistad, nacida del afecto, del cariño, del compartir sueños, ideales, militancias, secretos, limitaciones, errores, penas, dolores, equivocaciones, “sin envidias, sin competitividad, sin restar, amistad que consuela, que acompaña, que acoge, que contiene”.

“Para que esta clase de amistad surja, crezca y perdure -prosiguió- hay que aislarse del individualismo exacerbado como el que  hoy nos rodea, que ha impuesto tanto el modelo neoliberal, como la forma de hacer política que conocemos. Para construir amistad de verdad es preciso rechazar no hacerse cómplice de las relaciones pactadas, a través de cuantos bienes tienes, cuan cerca del poder estás porque así aquilato cuanto me sirves”.

“Es la amistad que comparte la debilidades sin vergüenza y sin temor al ridículo o a la traición. Es una amistad que reclama tu hombro para llorar, para decir que te faltan las fuerzas, que el dolor por el ausente te hace flotar en lágrimas como una granada de desconsuelo. Así se entiende cuando le canta a su amado desaparecido, ‘verde que te quiero verde’ o años después cuando su querido hijo adolescente muere en un accidente, o cuando a Ana María le anuncian que la abandonan porque se enamoraron de otra, o cuando encuentra más tarde a su gran amor y tiene que enfrentar que ha muerto trágicamente”, profundizó.

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Emotivo Lanzamiento en Villa Grimaldi

El libro Antes de Perder la Memoria, escrito por Ana María Jiménez y Teresa Izquierdo, ambas sobrevivientes de Villa Grimaldi, fue publicado por Editorial Cuarto Propio.

En lanzamiento se realizó en este Parque por la Paz en una emotiva ceremonia que combinó lectura y música ante un numeroso y conmovido público.

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