Luego de años de presión sobre las demandas sociales, la explosión social que comenzó en octubre lo hizo con una fuerza inesperada produciendo además de cambios en el funcionamiento político y social, alteraciones físicas en la ciudad. Se produjo un cambio del orden habitual en el espacio urbano. Calles diseñadas para automóviles dieron paso a grandes masas de personas a pie, lugares de circulación se convirtieron en lugares trabados por manifestantes o barricadas; cacerolas y cucharones abandonaron las cocinas y sus habituales funciones para entrar al espacio extradoméstico a amplificar la voz de la protesta; los hogares, comúnmente espacios de lo privado, también se hicieron parte de la protesta pública con cacerolazos, carteles y proclamas desde ventanas y balcones.

El diseño público no fue capaz de hacer frente a la manifestación de fuerza del alzamiento social: modernos y pretenciosos edificios de estilo internacional aparecen hoy recubiertos en materiales de aspecto precario, que más bien recuerdan a viviendas autoconstruidas en campamentos; monumentos creados para enaltecer a personajes históricos a través de décadas -si no siglos-, fueron volcados en minutos por quienes cuestionan su calidad heroica; señalética usada para controlar el flujo urbano fue transformada en artefactos de autodefensa.

Está potencia explosiva se encontró con una fuerza antagónica, que como consternada buscó, sin éxito, devolver la energía liberada a su contenedor original, intentando recuperar un estado previo. La fuerza social se combatió con la “fuerza pública”. Proyectiles policiales y militares se dirigieron hacia las masas chocando con la ciudad y su cemento sólido, y con sus habitantes movilizados y sus cuerpos blandos.

Así lo reflejan las imágenes y los objetos expuestos en la muestra “Vestigios y huellas de las protestas y la represión. La explosión social a través de la cultura material”, que nos muestran las fuerzas físicas de la manifestación y su represión.

Maeva Schwend
Conservadora, Área Museo
Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi

Fotografía: Carlos Vera.