A lo largo de su carrera profesional, la médica cirujana de la Universidad de Chile y feminista Marisa Matamala Vivaldi, se ha desempeñado como coordinadora del Programa de Género en las Políticas de Reforma de la Salud y de la creación de los Observatorios de Equidad de Género en Salud. en Santiago, y del Observatorio de Equidad en Salud y Pueblo Mapuche de la Araucanía, en Temuco.

Ella fue secuestrada en la vía pública el cinco de febrero de 1975, a la edad de treinta y cuatro años por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional -DINA-, y hoy cuarenta y cinco años después, y a propósito de la revuelta social iniciada en octubre del año pasado, señala “ nosotros dijimos durante mucho tiempo nunca más, y verdaderamente pensábamos que nunca más podrían ocurrir las cosas que ocurrieron en dictadura. Sin embargo con el correr del tiempo y de la transición vimos que de alguna manera lo que pensábamos que sería volver a tener un país democrático se fue perdiendo como posibilidad“.

Agrega que lentamente “fuimos llegando a una situación insostenible en el tiempo que fue la consolidación del neoliberalismo salvaje que llevó a naturalizar las desigualdades y a instituir que existían cuerpos que no importaban, como dice la filósofa Judith Butler. Ella dice que existen cuerpos que son desechables en el mundo de hoy y que por lo tanto esos cuerpos importan en la medida en que producen a la economía, que contribuyen a la economía, y yo creo que esa situación fue pasando durante todos esos años“.

Pero añade, “llegó un momento en que ya las humillaciones y todo lo que la gente vive a diario se hizo tan insoportable que empezó a producirse los aprontes de la revuelta social, hasta que se dió“. Y agrega que “al mismo tiempo que se dio la revuelta social, vimos que estaban vigentes, exactamente las mismas formas de represión, las mismas formas de abuso sexual contra las mujeres, con las mismas frases, con las mismas palabras con que nos habían torturado a nosotras. Entonces pudimos ver también todo lo que fueron las mutilaciones, las pérdidas de los ojos de los jóvenes, que era como la ira contra los jóvenes, que nos enseñó brutalmente que lo que habíamos dicho que nunca más no era nunca más, estaba ahí presente nuevamente“.

Reflexiona finalmente que “ la única forma, creo yo, en que podremos quizás, lograr recomponer una sociedad que sea distinta, es que podamos tener una asamblea constituyente, que podamos realmente con el poder constituyente del pueblo, con el poder popular, construir realmente un otro país, que hoy es insoportable para las grandes mayorías“.