Fue bendecida por el sacerdote católico Mariano Puga al cumplirse 40 años de su desaparición en un acto con la actuación del Trío memorial. Su madre, Magdalena Navarrete, dijo que su hijo simboliza a la juventud que hizo del ideal una meta, la esperanza de las generaciones que vienen.
Un emocionante homenaje rindió la familia Reyes Navarrete, sus amigos y compañeros a Sergio Alfonso Reyes Navarrete, al cumplirse 40 años de su desaparición, oportunidad en que se descubrió una placa recordatoria que fue bendecida por el sacerdote católico Mariano Puga en el muro que está frente a la piscina del Parque por la Paz Villa Grimaldi.
En la oportunidad, en conversación con nuestra página, Magdalena Navarrete, madre de Sergio Reyes Navarrete y Presidenta del Colectivo 119, Familiares y Compañeros, señaló que su lucha en estos 40 años constó de varias etapas. “La primera, es cuando uno lo busca, es la más estresante, la más terrible, cuando sin saber si uno lo va a encontrar vivo y necesita encontrarlo luego,porque sabe que cada momento, cada minuto significa la posibilidad de que esté vivo. Todos esos primeros años fueron muy terribles”, expresó.
“La cosa era buscar y nos encontrábamos que en ninguna parte nos contestaban donde estaban. En seguida viene la otra parte, cuando ya se empieza a vislumbrar que en realidad hay la posibilidad de que no estuvieran, que los hubieran asesinado. Entonces empieza la etapa de exigir la justicia, la verdad y empiezan las manifestaciones fuertes y con más compañía. La gente empieza ya a apoyarnos mucho. Nosotras fuimos las primeras que salimos a la calle a enfrentar a la dictadura con la cara descubierta y a grito pelado a exigir que necesitábamos saber de nuestros familiares, la gente fue perdiendo el miedo”, recordó.
Posteriormente “tuvimos la solidaridad de casi todo un pueblo que empezó a ver que lo que nosotros decíamos era verdad. Ahora cuando salió la lista de los 119, ahí ya se desenmascaró la dictadura y quiso dar por muertos a 119 compañeros, lo que era imposible porque había testigos que habían estado con ellos, ahí se dio por sentado que nosotros éramos una agrupación, que éramos una parte del conjunto de familiares de detenidos desaparecidos y ahí formamos el Colectivo 119, Familiares y Compañeros”, explicó.
La búsqueda, la verdad y la justicia
Al recordar la primera vez que salieron a la calle a exigir por sus familiares relata que “la búsqueda se componía de personas a quienes nadie les contestaba, nadie les decía dónde estaban, entonces esas personas comenzaron a agruparse y nos dimos cuenta que éramos siempre las mismas y empezamos hacer acciones en grupos, pero pequeños. Íbamos todas al Servicio Nacional de Detenidos (Sendet), juntas íbamos a Tres Álamos o a los ministerios, para dar cuenta que éramos un grupo, no era una persona que anduviera buscando un hijo por aquí, un esposo por allá, sino que éramos un grupo compacto que teníamos el mismo interés de encontrar a su ser querido. Esas eran primeras acciones”, relató.
“Hacíamos “sittings”, protestas relámpagos en las calles. Nos sentábamos en una parte, aparecíamos en otra, y en un minuto llenábamos una muralla de papelógrafos. Era cosa de llegar ahí, inmediatamente llegaban los pacos y destruían todo. Todo en un tiempo en que no habían los medios de comunicación como ahora, que facilita ahora mucho la difusión”, apuntó.
Manifestó que Sergio representa “la juventud comprometida de esa época, en que todos tenían el mismo ideal y nadie tenía otro rumbo que cambiar el sistema, la forma de conducir el país. Ese es el símbolo de Sergio, simboliza a esa juventud, que hizo del ideal una meta, que no la pudo cumplir, pero que todavía es quizás la esperanza de estas generaciones que vienen. Porque si hoy uno escucha a los muchachos de ahora, tienen un poco de aquello que tenían los muchachos de la época de Sergio”, asegura.
Sacerdote Mariano Puga: me quiebra venir acá
El sacerdote católico Mariano Puga dijo que venir a Villa Grimaldi a bendecir la placa recordatoria de Sergio Reyes Navarretees una verdadera peregrinación. “Estos son los lugares de horror de la humanidad. Este es un lugar de horror, como el de México con los 43, los campos de concentración nazis, los niños asesinados en Palestina. Así se ubican como los pueblos de Latinoamérica en la primavera que significó todos los movimientos sociales políticos de los años 60, 70, 80, pudieron darse lugares de horror y de masacre como éste. Yo vengo con el mismo respeto que visitaría otros campos de concentración, pero también puede ser como lo llaman ustedes un lugar de paz, para reconstruir que nunca más los horres que se vivieron aquí en ningún lugar del mundo se viva”.
“Te confieso que me quiebra venir para acá, porque los curas somos “vacas sagradas”. Yo estuve aquí el 74, me torturaron psicológicamente y me torturaron oyendo los gemidos y los gritos de una chiquilla torturada y, esto es lo que hace pensar que este Chile que la patria feliz del edén’, donde se ocultan estas fuerzas de muerte de la crueldad de la ignominia que sucedieron en estos lugares. Aquí no valen ni derechas ni izquierdas, ni creyentes ni no creyentes. Aquí lo que vale es que entramos 5000 personas y centenares fueron asesinados aquí. Si eso no despierta la conciencia de Chile entero, de todas sus organizaciones de todas sus familias, de todos los credos de todos los partidos, de todos los que quieren construir un mundo humano y fraterno. Este es un lugar de peregrinación”, remarcó Puga.
El optimismo y el compromiso de Sergio Reyes Navarrete
Villa Grimaldi «es un lugar en Chile que nadie puede quedar indiferente. Quiero invitar también a que todos los organismos vivos de Chile debieran peregrinar con los niños, con los ancianos, con los matrimonios a este lugar”, instó Puga.
Felix Vidal, amigo de Sergio Reyes Navarrete lo conoció en el Seminario San Rafael, de Valparaíso y egresaron juntos. Posteriormente Reyes Navarrete “se fue a estudiar economía y yo arquitectura. Al entrar a la universidad se nos abrió un nuevo mundo, ello hizo que nos comprometiéramos en la lucha por un mundo mejor. Escuchábamos a los Beatles y leíamos a Marx y a Engels, a fines de los años 60 y principios de los 70”, relató.
“Sergio tenía un optimismo y una visión del mundo muy analítica, muy profunda y y él expresaba que había que tomar partido en las cosas, tenía que comprometerse, aunque no militamos juntos, pues el militó en el MIR en Santiago yo seguí haciéndolo en Valparaíso”, recordó.
En el acto realizado en la Velaria del Parque por la Paz, Teresa Izquierdo a nombre del directorio de Villa Grimaldi dijo que “estamos aquí para recordar a Sergio Reyes Navarrete “un joven revolucionario que soñaba con una sociedad igualitaria. Un hombre consecuente que enfrentó la dictadura. Aquí transmitimos su ejemplo a los jóvenes que visitan Villa Grimaldi todos los días”.
“Los acompañamos en esta lucha y admiramos a la madre de Sergio, Magdalena, por su inclaudicable y ejemplar defensa de los derechos de su hijo y de todos los detenidos desaparecidos. Reconocemos que sin la lucha de las agrupaciones de familiares en los primeros años de la dictadura, la resistencia y la oposición no habrían podido ir ganando terreno. Pero también advertimos que, luego de tantos años de democracia, la justicia, la verdad y la reparación no han llegado y una cultura de derechos humanos es necesaria para que los atropellos y atrocidades que vivieron, Sergio, Magdalena, y tantos otros Sergios no vuelvan a repetirse nunca más en Chile”, agregó.
El burdo montaje de los 119
Un sobrino de Sergio Reyes Navarrete quien animó el acto, recordó que su tío “fue secuestrado el 16 de noviembre de 1974, cuando los agentes de la DINA, encabezados por Osvaldo Romo llegaron hasta su casa para llevárselo con destino desconocido. Ese fue el último día que Sergio vio la luz de la libertad. Al año siguiente, en julio de 1975, su nombre apareció en la fatídica lista de “Los 119” también conocida como “Operación Colombo”. Se quiso hacer aparecer en la prensa, que los militantes se mataban entre ellos por problemas políticos internos, producto del desorden y falta de coordinación que había en el partido tras la muerte de Miguel Enríquez. Todos hemos visto la perniciosa portada de La Segunda en que se titulaba “Exterminados como ratones”. Inmediatamente la sociedad chilena tuvo conocimiento de este burdo montaje de la prensa chilena en colusión con la prensa argentina y brasileña; el cuarto poder echó sus garras en contra de hombres y mujeres que estaban desaparecidos desde el año anterior y por quienes se habían interpuesto múltiples recursos de amparo que fueron rápidamente desestimadas por los Tribunales de Justicia adictos a la dictadura”.
Luego se leyeron varios saludos, entre ellos el de Carlos Rojas, ex compañero de universidad de Sergio Reyes Navarrete y miembro de la Corporación Memorial de la Escuela de Economía de la Universidad de Chile, quien visiblemente emocionado, recordó los momentos vividos con el amigo y compañero de lucha.
A nombre de Casa Memoria José Domingo Cañas, Anahí Moya, saludo a los familiares y amigos y destacó el rol que juega la educación en Derechos Humanos para difundir lo que pasó en Chile.
En la parte artística, se presentó el Trío Memorial, que interpretó tres canciones alusivas a la pérdida, a la lucha y al hecho de que con la muerte las luchas no se apagan.
Posteriormente los presentes se acercaron al muro y, frente a la piscina, el sacerdote Mariano Puga hizo una alegoría religiosa católica e hizo cantar el Himno de la Alegría a los presentes acompañándose musicalmente de un acordeón que él mismo tocó, invitando a los presentes a agitar claveles rojos, símbolo de la sangre derramada. Allí, dijo que Sergio Reyes Navarrete y los detenidos desaparecidos estaban más vivos que nunca y por ello interpretó e invitó a cantar también la conocida canción el Lobo Chilote.
Para culminar, su madre y su familia develaron la placa recordatoria.
