Con una jornada colmada de emociones y de asistentes se realizó la presentación del conjunto Quilapayún en el sitio de memoria, actividad organizada por la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi y la Corporación Cultural de Peñalolén, donde la agrupación revisó su trabajo de más de cincuenta años de ejercicio musical, y nos entregó algunas reflexiones en torno a su primera presentación en este ex cuartel de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y de la Central Nacional de Informaciones (CNI).
Así lo abordó, su director musical y miembro fundador de Quilapayún, Eduardo Carrasco, quien al iniciar la presentación del grupo, indicó que «estamos aquí para cantar y eso creo que es un triunfo, sobretodo después de todo lo que ha ocurrido acá. Entonces que lleguemos a este momento en que todos podemos cantar es una cosa maravillosa. Así que cantemos».
Previamente el vicepresidente del directorio de la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi, Cristián Castillo, había manifestado que «tenerlos en nuestro espacio, en este lugar que fue un centro secreto de secuestro, tortura y exterminio, es tener la compañía de uno de los protagonista centrales de los últimos cincuenta años de la historia de nuestro país. Es traer al presente una historia que parte en la década de los sesenta en Chile, y que tiene a Quilapayún y su trabajo, como una de las bandas sonoras que dieron contenido y presencia al proceso revolucionario que vivimos en Chile durante los años setenta».
Añadió que «la presencia y vigencia de Quilapayún va más allá de la canción. Está en los actos de la campaña presidencial de 1970, en el Primer Festival Internacional de la Canción Popular en el Estadio Chile en 1972, en la solidaridad con Chile en el exilio y en la resistencia contra la dictadura, en el regreso los noventa al país, y en las luchas actuales, cuando aún la sociedad chilena no termina de saldar sus deudas con la memoria y los derechos humanos».
Al final de la jornada, y luego de haber procesado en parte su presentación, uno de los integrantes más jóvenes del grupo, Ismael Oddó, hijo de Willy Oddó, fallecido miembro de Quilapayún, indicó que «ha sido una experiencia muy emotiva, muy fuerte, que convoca muchos sentimientos encontrados porque sabemos de que se trató este lugar durante diecisiete años y en que se ha convertido hoy día. Donde la memoria es una forma de justicia».
Añadió Oddó que «es fuertísimo estar, es muy fuerte. Como decía Eduardo (Carrasco), efectivamente las canciones no derriban nada, pero si permiten sobrevivir, y creer, y seguir soñando, y resistir también. Quilapayún acoge a varias generaciones, y cada uno de nosotros siente cosas distintas, pero si estamos todos muy conmovidos». «En mi caso – señaló- recuerdo aquello por lo cual ellos cantaban durante su exilio, era precisamente todo lo que estaba ocurriendo en este lugar. Yo nací el año 1975, entonces estoy totalmente marcado por esta historia2.
Señaló finalmente que «hoy en día con todo lo que está pasando en todo el mundo, con ese gran revisionismo imperante, se vuelve muy necesario recordar, decir con toda claridad las cosas que han pasado, y las cosas a las que no nos debemos volver a exponer. Son estas las razones por las cuales el pueblo tiene que volver a unirse, no alrededor de estructuras partidarias, sino alrededor de ideas, de causas potentes que nos arrastren hacia un ideal de libertad que todos perseguimos».