Hace 38 años este país cambió el rumbo de su destino a través de sangre, imposición y llanto. Ya llevamos casi cuatro décadas sostenida por pesadumbres y desvelos que como efecto de la muerte y de la violación a los Derechos Humanos han manchado nuestra historia, y aun siguen manchándola por la falta de justicia y verdad.
Villa Grimaldi supo de esta oscura y aberrante historia. Supo de torturas, desapariciones y planificaciones fraudulentas para sembrar el terror y la desdicha. Este lugar, que entre 1974 y 1976 fue centro de exterminio y desaparición de militantes del MIR y el PS, y que desde 1976 en adelante lo fue de la dirigencia del PC, supo de cómo en Chile no se respetaban los tratados internacionales de Derechos Humanos ratificados por nuestro país, y como la dignidad humana fue arrebatada por el simple y legítimo hecho de poseer un determinado pensamiento político y dar la vida porque tal proyecto se llevase a cabo dentro de los marcos institucionales y democráticos permitidos.
En este lugar fueron vistos por última vez con vida Luis Guajardo Zamorano y Jorge Muller Silva, ambos militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR); Mario Zamorano Donoso, Lenin Díaz Silva, y el ex-parlamentario Vicente Atencio Cortes, todos ellos miembros del Comité Central del PC, y así también tantos otros compañeros militantes de la izquierda que fueron despojándoles sus vidas y sueños por los agentes de la DINA.
Lamentablemente fueron escasos los testigos que sobrevivieron para reconstruir los episodios que sirvieron para que la justicia castigara a los culpables y esclareciera la imperiosa verdad. Penosamente también, como ha señalado Nelson Caucoto, abogado de las familias de las víctimas, ha sido muy poco sistemático el procedimiento de investigación y resolución de la Corte, pues existen desaparecidos de Villa Grimaldi que están en el proceso “Cóndor” y otros en uno denominado “Operación Colombo”, por lo que se hace sumamente necesario el que se genere un solo proceso para facilitar y hace más expedita la investigación y la obtención de la veracidad respecto a los hechos, como así también respecto a las penas y castigos que se les debe aplicar a los asesinos y responsables, pues existen familias y todo un país que necesita esclarecer lo pasado antes de cerrar cualquier herida.
Hoy este parque ha sido premiado por la UNESCO por su importancia para la comprensión y promoción de los Derechos Humanos, y debemos entender hoy más que nunca que jamás pueden volver a suceder episodios en nuestro país, y nuestro continente, que comprometan la vida, la integridad física y psíquica, y la dignidad de nuestros compatriotas. Más aun en la actualidad que vivimos una movilización de características mayúsculas, donde hemos superado las trabas sectoriales y gremiales, y hemos logrado ya un gran triunfo, que es el construir un movimiento social en busca de la satisfacción de demandas educacionales, pero así también de reivindicaciones democráticas y ciudadanas para la construcción de un Chile más inclusivo y participativo, donde aquellos derechos como el derecho a la vida, a la libertad de pensamiento y a la libertad de manifestación, que en el pasado fueron conculcados y desconocidos por la autoridad gubernamental, se expresen y materialicen con más y mejor plenitud hoy y en el futuro, para que nuestras ideas, es decir, las ideas de las grandes mayorías sean las que tengan real incidencia en las decisiones que se toman en nuestro país, y sean las que encaminen a Chile a un nuevo destino, pero esta vez aprendiendo de nuestra historia para no que no se vuelvan a cometer las mismas atrocidades de antaño.
Camila Vallejo Dowling
Presidenta de la FECh
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