CONTRA EL NEGACIONISMO
Ante las provocaciones de la extrema derecha en la coyuntura electoral, la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi no puede callar: nuestra misión es contribuir con la reparación simbólica, la lucha por la verdad y la justicia, y promover una cultura de derechos humanos como base de la convivencia democrática de nuestra sociedad.
Los discursos de candidatos de las derechas representan una amenaza real. Los dichos de Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kayser, en plena campaña presidencial, ponen en riesgo avances logrados por familiares, instituciones y actores de DDHH durante décadas y son provocaciones que rayan en la inhumanidad.
Lo que viene ocurriendo en Argentina por las políticas implementadas por el gobierno de Javier Milei representa una señal muy peligrosa que puede tener eco en Chile. El gobierno argentino desmanteló programas y direcciones enteras de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que incluyeron el Consejo Federal de Dirección Nacional de Formación, la Dirección de Leyes Reparatorias, el Archivo Nacional de la Memoria, la Dirección de Sitios y Espacios de Memoria, entre otros. Esta es una clara muestra de las verdaderas intenciones de quienes en Chile representan este pensamiento.
La candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei, declaró en entrevista con radio Agricultura que el golpe de Estado de 1973 “era necesario, si no, nos íbamos derechito a Cuba, no había otra alternativa”, y agregó que “probablemente al principio, en 1973 y 1974, era bien inevitable que hubiese muertos”. Por otra parte, el candidato del Partido Nacional Libertario, Johannes Kayser, declaró: “Todos sabían que un golpe de Estado venía de la mano con violencia”. Además, criticó al Museo de la Memoria, calificándolo como “un espacio que solo sirve a la ideología”, y se refirió al INDH como una institución que, si de él dependiera, haría desaparecer. Asimismo, José Antonio Kast ha afirmado que “en el gobierno militar se hicieron muchas cosas por los derechos humanos”, especificando que “cuando ocurrió el golpe yo quizás no tenía la edad suficiente, pero Jaime Guzmán hizo mucho por la defensa de los derechos humanos”.
La derecha empresarial también toma partido: Juan Sutil lidera el equipo estratégico de Matthei y ha elogiado la dictadura como “los mejores momentos de la historia de Chile”, rematando con la frase: “Para mí el gobierno militar no fue una dictadura, porque las dictaduras se perpetúan en el poder”. Como si ignorara que el plan de Pinochet era perpetuarse y que el fin del régimen obedeció al pacto transicional cuando ya no garantizaba la estabilidad del sistema que él mismo creó.
Lo que proponen hoy las derechas es una versión 2.0 de Pinochet: una vuelta al pasado alineada con la ola neoconservadora y profascista global. No olvidemos que UDI, RN y empresarios ligados al capital trasnacional sostuvieron los 17 años de dictadura. Hoy, esa derecha que justifica las violaciones a los derechos humanos reaparece sin escrúpulos cuando se trata de defender sus intereses en candidaturas como las de Kast, Kayser y Matthei.
Para estas derechas, los avances y la institucionalidad en derechos humanos estorban; incluso la democracia liberal es vista con sospecha. Reducen los derechos humanos a una “ideología” que hay que enfrentar, y construyen un lenguaje de amigos/enemigos que criminaliza las luchas sociales y sus legítimas demandas. Muy por el contrario, los derechos humanos -indisolubles de la democracia- son el dique frente a la violencia estatal.
Asistimos al recrudecimiento del negacionismo que se define, básicamente, por negar o relativizar deliberadamente hechos históricos comprobados; crímenes de Estado o genocidios, como los ocurridos durante las dictaduras de América Latina en décadas pasadas, con el fin de proteger o construir relatos justificadores de corrientes ideológicas o figuras políticas.
El negacionismo en Chile aparece principalmente haciendo uso del control mediático, desplegando un relato que equipara las acciones de bandos opuestos y resucitando la teoría de los dos demonios. Ello es coherente con la idea que viene reconstruyéndose e instalándose por parte de las derechas, cuando la candidata Matthei afirma que el golpe de Estado fue “inevitable” o parte de una “guerra civil”, y el candidato del Partido Nacional Libertario, Johannes Kayser, proclama que, dadas “ciertas circunstancias”, no vacilaría en apoyar un golpe de Estado. Por su parte, José Antonio Kast en una entrevista concedida hace algún tiempo al diario La Tercera, apeló a una discusión humanitaria para indultar a los presos de Punta Peuco, la que se basará en informes médicos y psicológicos. “¿Vale la pena que después de los 85 años, si la persona no está consciente, esté ahí? Yo creo que no”, reflexionó.
Los sitios de memoria, como Villa Grimaldi, somos esenciales para promover garantías de no repetición y luchar contra el negacionismo. Nuestra existencia es necesaria para no olvidar y para ser una voz permanente ante los ataques y la relativización del papel que los derechos humanos juegan en los valores que deben respetarse y permanecer en la sociedad.
Exigimos a todas las candidaturas que se comprometan con la democracia y la defensa de los derechos humanos; que no renuncien a la verdad, la justicia y la reparación, y que no permitan la repetición de la violencia institucional desde el Estado.
CORPORACIÓN PARQUE POR LA PAZ VILLA GRIMALDI