Lucrecia Brito Vásquez es sobreviviente de la dictadura cívico militar chilena. Ella fue secuestrada el 31 de diciembre de 1974, al llegar a su domicilio, y en ese momento tenía seis meses de embarazo. Tenía veinte años y estaba dedicada a formar comités de resistencia contra la dictadura. Permaneció durante quince días en Villa Grimaldi. Era miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, y se había titulado de enfermera de guerra en la Cruz Roja.

En la actualidad tiene sesenta y seis años, está jubilada, vive en Valparaíso y trabaja en la organización medioambiental Salvemos las Torpederas y el patrimonio del borde costero, y cree que seguir entregando sus testimonios es vital.

Explica que “en general, los ex prisioneros y prisioneras que nos hemos mantenido vigentes hemos sido testigos en todas las querellas que hemos podido de los detenidos desaparecidos, y eso ha implicado salir de nuestros trabajos, eso ha implicado incluso riesgos en nuestra vida, no tener normalidad muchas veces en relación a la memoria, y tener que recordar constantemente muchos hechos dolorosos y traumáticos“.

Por eso añade que “para nosotros es vital siempre contar todo esto, porque mientras no aparezca la verdad y la justicia real de todo lo que ocurrió, nosotros pensamos que obviamente este país no se va a sanar y que efectivamente esa opresión y esa idea de la tortura como metodo para aniquilar a las personas que se oponen a tus ideas es algo que va a seguir vigente“. 

Agrega que a partir de la revuelta social de octubre de 2019 “me he encontrado con chicos que están viviendo esta nueva experiencia, y uno de ellos en una asamblea nos pidió disculpas porque dijo que los jóvenes no se habían hecho cargo… no se habían solidarizado convenientemente con lo que nos había pasado y que ahora ellos entendían, después del estallido social mucho más, lo solos que habíamos estado“. 

Lucrecia sostiene que “este movimiento de conversar entre nosotros, de traspasarnos experiencias no se dio en plenitud, porque justamente existió esta política del borrón y cuenta nueva, de querer borrar estas memorias, de querer hacernos olvidar lo que aquí había sucedido, y no, yo creo que no se puede olvidar… si hay que tomarlo de otra manera, pero creo que uno nunca termina de sobrecogerse cuando hace algunos recuerdos“.