El 29 de abril de 1976 Luis Emilio Recabarren Mena, ‘Puntito’, de apenas dos años y medio de edad fue secuestrado junto a sus padres y un tio, por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). De aquel día, del rapto y cautiverio atroz que vivió, presumiblemente en Villa Grimaldi, tiene recuerdos traumáticos que ha procesado con ayuda de sicólogos y ahora se siente con la fuerza para interponer una querella por secuestro contra el Estado. A eso vino a Chile y a estar con su familia, con las cenizas de su abuela, Ana González, fallecida en octubre del año pasado, con sus padres, su tío y abuelo en el muro de los nombres del Parque por la Paz Villa Grimaldi. Y con su madre Nalvia frente a la placa de cerámica que la recuerda en el Jardín de las Rosas del sitio de memoria.
“Ahora trataré de hacer algo -señala Luis Emilio-, nunca tuve la fuerza para interponer una demanda por secuestro. Ahora lo hice y la querella la patrocina el abogado Cristián Cruz. En estos momentos puedo hacerlo, he hecho terapia y siento una fuerza que me traspasa, y me permite presentarme y denunciar. Estoy invitado a Ginebra a un foro donde voy a testimoniar y explicar lo que pasó con nuestros detenidos desaparecidos”.
“Para nosotros, los sobrevivientes, para quienes fuimos víctimas de la dictadura, es un deber seguir denunciando, más aún en estos tiempos en que asistimos a un auge del fascismo en distintos países con similares retóricas. Vivo en Suecia y la retórica del partido fascista de este país es la misma que tienen los fascistas en Hungría. No me sorprende entonces que el fascismo crezca en Chile. Es repugnante”, agregó.
“El fascismo debemos combatirlo con educación y con una legislación que castigue el negacionismo. Tiene que ser un crimen negar lo acontecido. Me resulta increíble que algunos empiecen a negar lo que ocurrió. Mi madre estaba embarazada de tres meses de mi hermana o hermano. Yo tenía dos años y medio cuando me raptaron y me hicieron ver atrocidades que cometieron delante mio. Tengo memorias. Soy un testigo vivo. Nuestras abuelas se nos están muriendo y la impunidad sigue vigente. Por eso nuestros testimonios son tan importantes. Yo soy testigo de las torturas y es mi deber entregarlo porque no hay argumento válido en contra de un testimonio vivo”, concluye.
Luis Emilio en el Muro de los Nombres, señalando el de su madre, Nalvia Rosa Mena, entre las victima de la brutalidad de la dictadura