La formación del torturador de la DINA se reforzaba en la práctica por lo que algunos denominan la “oferta de poder”, en este caso al funcionario se le entregaba el poder sobre la vida y la muerte del enemigo; poder sobre sus cuerpos , a los cuales podía someter a todo tipo de violencias, en especial la violencia sexual; y poder sobre los bienes de las víctimas, de los cuales muchas veces se apropiaba.
El 26 de junio recièn pasado, se conmemoró el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, efeméride que incentiva el recuerdo de quienes la sufrieron, pero también -inevitablemente- el recuerdo de los victimarios: funcionarios estatales, seleccionados mediante procesos institucionales, para integrar el personal de planta de las reparticiones encargadas de llevar a la práctica el terrorismo de Estado . Muchos de ellos provenían de tropas de “élite” de las Fuerzas Armadas, en especial del Ejército, y un número significativo eran oficiales, algunos, los mas famosos, de alta graduación.
Hecha la selección, los “favorecidos” eran integrados a una entidad imbuida de una ideología que despojaba al enemigo de sus atributos humanos y lo convertía en blanco a ser neutralizado, aniquilado o eliminado por cualquier medio. A estos funcionarios se los habituaba a la crueldad, neutralizando sus emociones y sentimientos y se lo condicionaba para una obediencia absoluta a las órdenes que recibía. Su lealtad era incentivada por el secreto y la impunidad en la cual se desempeñaba; aspecto que el régimen buscó enfatizar dictando la Ley de Amnistía de 1978.
Todo lo anterior era reforzado por lo que algunos denominan la “oferta de poder”, en este caso al funcionario se le entregaba el poder sobre la vida y la muerte del enemigo; poder sobre los cuerpos de los prisioneros, a los cuales podía someter a todo tipo de violencias, en especial la violencia sexual; y poder sobre los bienes de las víctimas de los cuales muchas veces se apropiaba. La brutal ofensiva de la DINA en contra del Partido Comunista, en 1976, habría tenido por objetivo hacerse con las finanzas de ese partido.
Clara Elena
Para graficar mejor el costo humano de las operaciones de la DINA, cabe recordar al caso de Clara Elena Canteros Torres, casada, dos hijas, una de 1 año y medio y otra de 8 meses, 21 años de edad, empleada, militante de las Juventudes Comunistas, secuestrada por la DINA el 23 de julio de 1976,
El pretexto para efectuar la ofensiva contra el PC fue la búsqueda de armas que la DINA sabía que los comunistas no tenían. La verdadera razón era encontrar las remesas de dinero que el PC recibía desde el exterior y Clara era hija del dirigente comunista Víctor Canteros Prado, encargado de finanzas del partido.
Mediante torturas atroces practicadas en Villa Grimaldi y en el cuartel secreto de la calle Simón Bolívar la DINA consiguió identificar a los integrantes del dispositivo financiero del PC y finalmente, en mayo de 1977, logró interceptar en Buenos Aires, Argentina, al correo que portaba una gruesa cantidad de dinero. El costo de esta operación fueron unos 70 militantes torturados, asesinados y desaparecidos. Clara entre ellos.