Se acerca la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora y las organizaciones feministas, sociales, de memoria y derechos humanos nos convocamos exigiendo verdad y justicia ante la desaparición de Julia Chuñil Catricura. Desde el sitio de memorias Villa Grimaldi, ex Cuartel Terranova, centro secreto de secuestro, tortura, exterminio y desaparición forzada, nos unimos en este grito urgente.  

Con el apremio y la urgencia del hoy, recordamos un pasado que se vincula con el presente. Es la lucha social contra la tortura, la ejecución y la desaparición, conducida principalmente por mujeres valientes; compañeras, madres, hijas y hermanas que por décadas se alzaron y se siguen alzando contra la impunidad, que lo único que garantiza es la repetición de los hechos. Mujeres que han fallecido sin conocer la verdad sobre el destino de sus seres queridos; algunas obtuvieron justicia en la medida de lo posible, otras pocas pudieron enterrar algunos huesos de sus familiares.

A la desaparición en dictadura, sobreviene la desaparición en democracia. Este 8 de marzo se cumplen 4 meses de la desaparición de Julia Chuñil Catricura, dirigenta mapuche y defensora ambiental. Pese a la acción constante y sostenida de su familia, junto a organizaciones mapuche y una diversidad de organizaciones nacionales e internacionales, aún no hay respuestas contundentes por parte de las instituciones del Estado. 

Sin juicio ni imputados, sin conocimiento de las investigaciones desarrolladas por fiscalía y sin medidas urgentes adoptadas por el gobierno actual y sus representantes, no podemos sino constatar nuevamente que, haciendo referencia a los versos de Violeta Parra,Chile limita al centro de la injusticia, porque lo que impera es una justicia de clase. Y en este caso, las discriminaciones se suman: mujer, adulta mayor, mapuche, defensora de la naturaleza y de los territorios.

Las acciones de sectores movilizados con dificultad rompen el cerco mediático de la censura, impuesta por las lógicas de un modelo capitalista y neoliberal, extractivista y colonialista, que fomenta la concentración del poder y dominación por parte de un porcentaje menor de la población y la atomización e individualismo a nivel social. Un modelo que se ha vinculado al concepto de patriarcado. 

Dichas acciones, cabe destacar, no solamente han estado en el nivel de la movilización en las calles: se han solicitado medidas concretas a las instituciones del Estado de Chile y también se ha recurrido a organismos regionales e internacionales de derechos humanos, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Naciones Unidas. Las manifestaciones por la desaparición de Julia conectan pasado y presente, como ocurre con las protestas que cada viernes realiza el Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo en los alrededores de La Moneda.

A más de 50 años, seguimos sin saber dónde están la gran mayoría de las víctimas de desaparición forzada en dictadura. Más vidas se suman en democracia, vidas que parecen estar en un rango menor de importancia en la jerarquía social. Personas como Hugo Arispe, Ricardo Harex, José Huenante, Ramón Pacheco, José Vergara, Jean Fedor Louis y Geraldo Monares. En todos estos casos se evidencia la responsabilidad de los poderes del Estado en la impartición de una justicia discriminatoria contra grupos históricamente oprimidos.

Otros crímenes contra defensoras de los territorios nos han golpeado. Es el caso de Macarena Valdés, que hoy también recordamos. Si bien se descartó la tesis inicial del supuesto suicidio, a la fecha no se han esclarecido las circunstancias de su muerte. Ella y su compañero Rubén Collio, fallecido en un accidente de tránsito el año 2022, eran conocidos por su oposición a la construcción de una central de paso en territorios pertenecientes a comunidades indígenas, a cargo de la empresa hidroeléctrica RP Global y la compañía eléctrica Saesa. 

La muerte de personas como Macarena, Joanne Florvil y Camilo Catrillanca, ya sea por la acción criminal de agentes del Estado o por su abandono y omisión frente a los compromisos adquiridos en materia de derechos humanos —reflejados en diversos tratados internacionales suscritos por Chile— evidencia un escenario en el que los avances en justicia y verdad son escasos, cuando no inexistentes.

El Estado es responsable de garantizar el efectivo cumplimiento de los estándares básicos en materia de derechos humanos, que hoy tambalean en el escenario nacional, regional y mundial. Nos alerta la desaparición de Julia Chuñil, un hecho que se suma a una serie de crímenes contra activistas socioambientales en nuestra región. A tres años de que Chile ratificara el Acuerdo de Escazú, este aún no ha sido implementado de manera cabal. Las defensoras de derechos humanos y del medioambiente requieren de una protección especial y anticipada por parte del Estado, cuestión que no ocurrió ni con Julia ni con Macarena. Nos alertan las amenazas de un sicariato empresarial que parece operar en la más absoluta impunidad, incluso, en ocasiones, con la aquiescencia del Estado. 

Ante el avance del fascismo, el negacionismo y las políticas regresivas en derechos humanos, impulsadas principalmente por sectores de extrema derecha en Chile y el mundo, y que benefician a las minorías que concentran el poder y la riqueza, consideramos fundamental contribuir a la reconstrucción de un tejido social capaz de oponerse a estas fuerzas. En nuestro caso, esto implica continuar y profundizar el trabajo en educación en derechos humanos y pedagogía de la memoria, desde una perspectiva crítica que vincule el pasado con el presente, y en la promoción de una cultura de derechos humanos como sustento de la convivencia democrática.

Es crucial fomentar la organización comunitaria y fortalecer los lazos que la dictadura y la imposición del modelo actual se encargaron de fracturar. Reconstruir nuestra fuerza social, con la determinación de incidir en la obtención efectiva de verdad y justicia, es una tarea urgente. Lo hacemos con la memoria viva de tantas mujeres que lucharon por la democracia y por la vida, mujeres que alzaron las banderas de la solidaridad humana y la defensa de los derechos humanos.

En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos preguntamos: ¿Dónde están nuestras desaparecidas? ¿Dónde está Julia Chuñil? Exigimos verdad y justicia. 

Por Mariana Zegers,
Vicepresidenta de la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi.