Sólo un día después del Golpe de Estado, el que fuese el centro de eventos ‘Paraíso Villa Grimaldi’ fue allanado, para iniciar a fines de 1973 sus actividades represivas con la adquisición del sitio por parte de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), a cargo de Manuel Contreras. La familia Vasallo, dueña del predio, se ve obligada a celebrar la venta fraudulenta del recinto que sería conocido como el Cuartel Terranova; ex centro de secuestro, tortura y exterminio que operó entre 1974 y 1978. Se estima, de acuerdo a los testimonios y procesos judiciales, que por allí pasaron alrededor de 4.500 prisioneros y prisioneras, de los cuales 241 fueron ejecutados o desaparecidos desde este lugar, según registros que se han actualizado e inscrito en el Muro de los Nombres, de acuerdo a los insuficientes avances en materia de verdad.

En 1978 Cuartel Terranova cesó sus actividades, produciéndose un abandono gradual, que terminó con su desmantelamiento a mediados de la década de los ochenta. Posteriormente, en 1987, el último director de la Central Nacional de Informaciones (CNI), Hugo Salas Wenzel, vende el sitio a una sociedad constructora conformada por sus propios familiares, con el fin de construir un conjunto habitacional. La constructora solicitó un permiso de demolición, el que le fue concedido, y se iniciaron las faenas.

Sin embargo, el doble aprovechamiento de borrar las huellas de los crímenes de lesa humanidad y  además lucrar mediante un negocio inmobiliario, no llegó a concretarse, gracias a la experiencia de articulación social que devino en la creación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Peñalolén y La Reina, la que logró detener este intento de borramiento total, y luego recuperar el sitio.

Fueron las vecinas y vecinos del sector quienes se enteraron de lo que ocurría al ver la retroexcavadora irrumpir y destruir prácticamente todo vestigio del ex Cuartel Terranova -intento de borramiento de la historia y de la memoria del territorio que se ha realizado en muchos otros lugares de nuestro país-. Ellos alertaron a organizaciones de base, juntas de vecinos, parroquias y organismos de derechos humanos. Junto a sobrevivientes, familiares, pobladores y amigos, la Asamblea se constituyó y dio inicio a una campaña pública para recuperar este ex centro de secuestro, desaparición y tortura,  provocando el apoyo y compromiso de parlamentarios y concejales, y demandando la intervención del Estado.

En 1994 el Ministerio de Vivienda y Urbanismo expropió Villa Grimaldi, mediante la aprobación de un decreto ley presentado por algunos diputados comprometidos con esta causa; tras lo cual, el 10 de diciembre de 1994, abrió sus puertas a la sociedad civil.

Tras esta apertura, y fruto de un proceso debatido y no exento de controversias, «se decidió construir un parque que sirviera como lugar de recuerdo, reflexión y promoción de los Derechos Humanos, destacando la vida y la paz en lo que había sido un lugar de muerte y sufrimiento» (tomado del sitio web de Villa Grimaldi). El 22 de marzo se inauguró el Parque por la Paz Villa Grimaldi, que hasta hoy mantiene sus puertas abiertas a la comunidad todos los días del año. 

Desde el inicio de su proceso de recuperación, con la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Reina y Peñalolén, surge la idea construir un Parque por la Paz. La discusión del proyecto museográfico que dio vida al Parque fue tal como entendemos la memoria: con sus conflictos y opiniones divergentes. Fruto de un proceso participativo y democrático se llegó a la determinación de llevar a cabo este proyecto, que ya cuenta con más de veinte años de vida.

En las ruinas del Cuartel Terranova se emplaza el Parque por la Paz. Señalando los vestigios, este Sitio de Memoria se reconstituyó a partir de símbolos que nos llaman a la sanación, a la paz, al encuentro entre personas; al mismo tiempo que informan y denuncian mediante los objetos. Así, por un lado tenemos el agua que corre constantemente, la fuente de mosaicos al centro, el parque bien cuidado; con pasto, árboles y flores, ameno para estar; el teatro por la vida habilitado para encuentros culturales diversos y amplios. Por otro lado, tenemos la reconstrucción de la torre, los mosaicos señalando el emplazamiento de los distintos lugares de secuestro y tortura dentro del Cuartel Terranova, los trozos de rieles exhibidos, denunciando el destino de aquellos detenidos que desaparecieron en el fondo del mar. El muro de los nombres, porque nadie está olvidado. Toda esa memoria reunida, diversa y divergente pero reunida, se queda, pegada a los objetos.

Este proceso de Asamblea Permanente fue lo que permitió la recuperación del espacio y la construcción de un sitio de memoria, el primero recuperado por la sociedad civil en toda Latinoamérica. Es por eso que hoy, en este contexto de estallido social detonado por una desigualdad social de décadas, queremos traer a la memoria esta experiencia de fuerte organización social, que pese a todas sus contradicciones y diferencias sembró la existencia y desarrollo de un sitio de memoria que actualmente cumple una labor crucial en materia de promover una cultura y educación en memoria derechos humanos. Asamblea Permanente por la dignidad y la igualdad de derechos resuena en un Chile que vuelve a imaginarse a sí mismo y construirse con participación ciudadana activa y vinculante.

Mariana Zegers Izquierdo
Secretaria
Directorio de la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi