Un grupo de cineastas que no habían salido al exilio, comenzaron en plena dictadura a recordar a Carmen Bueno y Jorge Muller, dos cineastas detenidos desaparecidos, exigiendo justicia y en su memoria instalando la conmemoración del Día del Cine chileno.  Es así como todos los 29 de Noviembre se transformaron en un punto de encuentro entre cineastas que rigurosamente se reunían con el fin de valorarse como sujetos, profesionales y apasionados de un campo laboral tremendamente dañado con la andanada militar de 1973.

Por Luis Horta, Coordinador de la Cineteca U. de Chile.

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Un 29 de Noviembre de 1974, dos jóvenes cineastas de 24 y 27 años eran detenidos por agentes de estado, para luego ser trasladados a centros clandestinos de detención y tortura administrados por la dictadura militar chilena. Nunca hubo noticias de ellos, de qué ocurrió, de dónde están. Numerosos testigos señalan haberlos visto y confirman que fueron sometidos a torturas, pero hasta hoy no se ha identificado el paradero de sus restos ni hay explicaciones por parte de las fuerzas militares. Su caso sigue impune a casi cuarenta años de su desaparición.

Carmen Bueno y Jorge Muller habían participado activamente en diversos proyectos cinematográficos de los años setenta. Jorge realizó un magistral y sensible trabajo como camarógrafo y fotógrafo del documental «La Batalla de Chile» de Patricio Guzmán, y  además realizó películas junto a Raúl Ruiz, Silvio Caiozzi, Pablo Perelman o Héctor Ríos, por nombrar solo algunos. Carmen Bueno recién se abría paso en el campo del cine, poco tiempo antes había estudiado en la Escuela de Artes de la Comunicación en la Universidad Católica y había trabajado con Miguel Littín en su película «La Tierra prometida», que solo pudo exhibirse en en el exilio.

La memoria, que transita por sinuosos caminos, permitió que un grupo de cineastas que no habían salido al exilio, comenzaran en plena dictadura a recordar a Carmen y Jorge, exigiendo justicia y en su memoria instalando la conmemoración del Día del Cine chileno.  Es así como todos los 29 de Noviembre se transformaron en un punto de encuentro entre cineastas que rigurosamente se reunían con el fin de valorarse como sujetos, profesionales y apasionados de un campo laboral tremendamente dañado con la andanada militar de 1973. El Día del Cine chileno se convertía paulatinamente en una convergencia de ideales, de lucidez frente al rol de los cineastas respecto a la realidad, de toma de conciencia de la imagen para el desarrollo cultural del país. La conmemoración pasó a trascender la sensibilidad para abordar los problemas e ideales de las personas que hacen y piensan el cine en Chile, transformándose en una actividad tan amplia que incorporó a nuevas generaciones, muchos de los cuales no conocieron en persona a Carmen ni a Jorge, pero que se sentían igualmente representados por la necesidad de construir un cine auténticamente local que posibilitara en toda su diversidad sentirlo como propio siendo esta una convicción y concientización por sentirse parte de algo en un periodo de miedo, sigilo y resignación.

Pasaron los años y la espontánea conmemoración del Día del Cine chileno fue institucionalizada, se modificó la fecha original y el sentido con el que nació. Se incorporaron también las salas de cine comercial, quienes desplazaban la fecha de acuerdo a sus propios intereses comerciales, relegando una fecha que terminó siendo ajena para los propios cineastas y vacía para las audiencias, que desconocían su génesis.

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En el año 2009, nuestra Cineteca de la Universidad de Chile planificó recuperar la original conmemoración del Día del Cine chileno. En la Carrera de Cine y TV de la Universidad de Chile, lugar donde físicamente se ubican las oficinas, transitan a diario estudiantes de 24 a 27 años, las edades que tenían Carmen y Jorge. Esa responsabilidad por que no se imponga el olvido, y que las nuevas generaciones de cineastas conozcan que sus pares murieron haciendo cine, merecía nuestra atención y alimentó las primeras conmemoraciones desde la casa de Bello. En aquella primera -y modesta- conmemoración, realizamos un reconocimiento a tres investigadoras del cine nacional como son Eliana Jara, Jaqueline Mouesca y Alicia Vega, ya que gracias a ella las nuevas generaciones han podido transitar por algo que responsablemente podemos denominarHistoria del Cine Chileno. Ese año contamos con la visita del padre de Jorge Müller, a quien donamos una colección con las películas en que su hijo había participado. Nadie había realizado ese gesto, y él no tenía copia de ninguna de estas obras. Algo similar ocurrió en el año 2011, cuando participó la hermana de Carmen Bueno, mientras que en el año 2012 se proyecto la película «Dulce Patria» realizada por Andrés Racz, quien falleciera en ese mismo año.

En el año 2013, a 40 años del golpe de estado, consideramos pertinente continuar relevando la memoria y proponiendo espacios de encuentro para mirar un horizonte lleno de nuevas obras e investigaciones que recuperan nuestras Historias. Sin embargo, intentamos convertir aquella melancolía en desafíos donde todos podemos ser Jorge Müller y todos podemos ser Carmen Bueno: entendiendo el cine como el motivo que fomenta nuestra actividad, nuestro entorno, nuestras relaciones sociales y laborales, ennobleciendo la creación de las imágenes de un país.