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Fue una de las reflexiones del conversatorio que acompañó la inauguración de la exposición “Ofrendas Fotográficas contra el Femicidio” que se presenta en el Teatro por la Vida de Villa Grimaldi hasta el 3 de diciembre.

En el Teatro por la Vida de Villa Grimaldi continúa presentándose la exposición “Ofrendas Fotográficas contra el Femicidio”, iniciativa que congrega a 12 fotógrafas, de distintas edades, cuyo objetivo es visibilizar este flagelo que cobra decenas de vidas en nuestro país.

Gabriela Rivera, una de las autoras de la iniciativa artística, señaló que la propuesta, ganadora del Fondart Nacional, nació frente a la constatación de que en Chile “había cierta carencia en torno a visibilizar la violencia desde el espacio más bien privado. Siempre se había visibilizado la violencia patriarcal a través del foto reportaje y sentíamos que no se había tomado esta temática y, decidimos aventurarnos”.

Rivera agradeció el apoyo al proyecto y dijo que Villa Grimaldi es un lugar simbólico, que “para nosotras ha sido una carga de dolor, pero a la vez, es un espacio que luego se fue reestructurando con todas sus experiencias de dolor y a través de esto se fue empoderando y sanando.

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Alberto Rodríguez, director de la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi, expresó que “el arte tiene la posibilidad de concientizar, de hacer militar, ser un espacio de lucha, resistencia y de propuesta”.

Rodríguez, quien cuidaba a su hija de pocos meses, afirmó que deseaba que cuando ella crezca, no tenga miedo, “pueda elegir sus caminos”.

Desde este sitio de memoria, donde la memoria en este país tiene una gran “m” de mujer, porque han sido nuestras abuelas, madres, esposas las que han sostenido esta historia, son las que nos permiten recibir con este grado de emoción y compromiso esta exposición”, indicó.

Por último agradeció a las fotógrafas permitirle a la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi ser depositarias de esta muestra.

La inauguración comenzó con un conversatorio en el que participó Lelia Pérez, sobreviviente de Villa Grimaldi quien leyó algunos relatos de torturas sufridas por mujeres.

La pena infinita frente a las que no están

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Esta lista -dice el oficial – después de torturar a una adolescente de 16 años y entregarla a un grupo de soldados para que cometan violación en su contra. Mientras eso ocurre, le dicen a los otros prisioneros, esto le hacemos a sus putas, hecho acaecido el 12 de septiembre de 1973 en Chile bajo la dictadura de Pinochet y es parte de mi propio testimonio en la querella que presenté por violencia sexual, denunciando los crímenes cometidos en mi contra en el Estadio Chile”, manifestó.

Lelia contó que en 1975 fue apresada nuevamente y traída al centro de tortura y exterminio de Villa Grimaldi y luego llevada al campo de Tres Alamos.

En esta experiencia concentracionaria – indicó – se cruzaron caminos entre cientos de mujeres. Todas abandonadas por las instituciones locales. “Así ocurrió con las mujeres que pasaron por el centro de Irán con Los Plátanos, más conocido como Venda Sexy, donde la violación se practicaba con un animal adiestrado por una mujer, por una carabinera, oficial, Ingrid Olderock. Soy testigo de la detención tortura y muerte de Mónica Pacheco, las fotografías de Jocelyn Rodríguez me la traen a memoria. Mónica estaba embarazada, también me conecta con mi propia historia y la de Cecilia, las dos estábamos embarazadas y las dos fuimos objeto de aborto provocado aquí en Villa Grimaldi”.

No puedo dejar de comprender lo que nos relata Gabriela Rivera en su creación la maternidad culposa. Yo sé que fueron los agentes de la DINA, los que violentaron mi cuerpo, pero la pena infinita sólo se compara con la propia rabia de no haberla cuidado más. Es también mi culpa”, añadió Lelia.

El sentido de propiedad sobre los cuerpos

Algunas mujeres en Villa Grimaldi, antes que las trasladaran a lugar desconocido, comentaron que la fragancia de las rosas les daba alegría. Pía Acuña muestra Rosas adheridas a un cactus y grafica de mejor manera lo que puedo contar y sentir en el jardín de las rosas que recuerda a las mujeres asesinadas durante la dictadura chilena aquí en este memorial en el Parque por la Paz. También me remite a la rosa solitaria que mi prima de siete años puso en el ojal de mi abrigo cuando fui secuestrada por la DINA”, recordó.

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El lugar vacío que dejan mis hermanas cuando fueron sacadas de estas celdas y asesinadas o hechas desaparecer, lo sentimos en el espacio, los sonidos y las herencias, como el abrigo que María Teresa Eltit (detenida desaparecida) regala antes del traslado a destino desconocido y le dice a Mónica, úsalo tú. Donde yo voy no lo necesitaré. La instalación de Kena Lorenzini me habla de ese vacío y me recuerda sus huellas y su caminar”, expresó.

Las órdenes, la disposición y sentido de propiedad sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas que tenían los militares la reconozco en la obra de Marcela Bruna. Sus expresiones, te vai a morir cuando yo quiera, lo dijo Marcelo Moren Brito en uno de los interrogatorios a que me sometieron. Recuperar esta memoria ha sido un camino sinuoso, duro, pero se ha logrado por la fuerza que otorga la amistad, en la construcción de lo cotidiano, por quien compartimos la vida de todos los días”, puntualizó.

Me he referido a la violencia política de las mujeres como crimen de lesa humanidad, el cometido por agentes del Estado en comisión de servicio y en su representación –prosiguió. El Estado chileno en su doble discurso ha firmado tratados internacionales contra estos crímenes, pero no los ha incluido en las leyes chilenas. Hablamos de la violencia específica contra mujeres cometidas en los centros de detención, como parte de una política impulsada por la dictadura, ¿pero surge esta práctica de un día para otro?. ¿La violación comienza con la dictadura? Sabemos que no es así. La violencia de género es anterior a 1973”

Estamos prisioneras

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Actualmente hemos recibido la denuncias de las niñas del movimiento estudiantil que han sido agredidas sexualmente en comisarías. La cultura patriarcal que sostiene la misoginia permea todos los estamentos sociales, la casa, escuela, el trabajo, la calle, la justicia, la iglesia y por supuesto, los centros clandestinos de secuestro y las comisarías”, sostuvo.

Mariana Gallardo nos habla de dicotomías entre sobrevivencia y muerte, dualidad y visión. Para la mujer asesinada por su pareja por quien se comprometió a amarla y respetarla y la de Catalina que fue ejecutada en Villa Grimaldi ¿Cuál es la diferencia? La jurisprudencia nos otorga caminos distintos, porque los perpetradores desde su perspectiva son diferentes. En un caso el asesino es una persona individual, se juzga por el Código Penal. En la otra situación el responsable es el Estado, crimen de lesa humanidad, pero en la intimidad del cuerpo, en el silencio del dolor y del miedo, entre nosotras, sabemos que la matriz ideológica, el olor, el grito es el mismo, compartimos la dicotomía de lo dulce y de lo amargo. Siento una gran emoción al ver en este proyecto fotográfico, la obra de Ximena Riffo, que denuncia la violencia en las mujeres lesbianas. Personalmente reivindico a todas a las que además de estar escondidas por su opción sexual y la censura emanada de nuestro propio lado, también estamos prisioneras”.

Siempre hay deudas, algunas son vergonzosas como la deuda de las organizaciones de derechos humanos con las mujeres transexuales, dejadas de lado. El aislamiento de ellas es el escenario ideal para vivan violencia impune. Zaida González nos desafía a repensar esta actitud. Conversando con mkis compañeras nos dimos cuenta que sin ponernos de acuerdo en varias oportunidades intentamos convencer a nuestros captores, que éramos inocentes, de todas las acusaciones y así frenar la tortura y proteger a nuestra organización. Recurrimos a los estereotipos de mujeres como los que pone Sumiko Murai. Por ejemplo, la Zabrina afirmaba que estaba ahí porque la había convencido su pololo, quienes la conocemos creemos que debió ser totalmente al revés”.

Violencias simbólicas y físicas

Es muy difícil transmitir las palabras de agresión, las palabras no alcanzan, no significan, no representan, cómo narrar que ciertos olores se hacen sombra y persiguen, cómo explicar que me robaron el placer, a pesar de que puedo sonreír y bailar. Es a través del arte que podemos desafiar el aislamiento y al trauma, al retrato intencionado de la Soledad, de la muerte invisibilizada que se transforma en desafío, rebeldía y lucha. La única manera que conozco de reencontrarme conmigo, mi cuerpo mi placer, así como con mis hermanas, en cualquier dimensión en que se encuentren, pensar como mujer libre en construir una sociedad diferente”

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Por su parte, la profesora e historiadora Ximena Goecke se refirió “a la violencia que las mujeres vivimos, cuando nosotras intentamos participar en lo político y que tienen a lo mejor su expresión más grotesca, violenta y expuesta en los momentos de la dictadura en los centros detención como este, pero si nosotros revisamos la historia de la participación de las mujeres en política en Chile, sus intentos por ser incluidas, primero por ser reconocidas en cuanto a sus derechos civiles y hasta el día de hoy nos damos cuenta que las mujeres hemos sido permanentemente objeto de todo tipo de agresiones, de violencias simbólicas y violencias físicas, en nuestro intento de ocupar este espacio público, de participar de los debates o de disputar posiciones de poder. Muchas personas creen que al ver estas fotografías, en que tenemos una Presidenta de la República y hay una Presidenta del Senado, se podría decir que en Chile se ha logrado una participación plena de las mujeres en lo político. Sin embargo, yo considero que a pesar de que haya este tipo de escenas en nuestra realidad, todavía no tenemos una inclusión activa e igualitaria de las mujeres”.

Podríamos decir que la ciudadanía de las mujeres sigue siendo algo pendiente y en buena parte eso tiene que ver, que tenemos representaciones y prácticas que permanentemente excluyen a las mujeres de lo político o intentan alejarlas de lo político y en cambio levantan una imagen homogénea y pasiva de nosotras, una imagen que además es clasista, etnocentrista y es heteronormativa, una imagen además que se sustenta en la gran relación que existe hoy en el modelo económico que vivimos y nuestro sistema político. La principal conclusión de esta reflexión, que tenemos que cuestionar cual es el modelo de democracia que queremos ahora, claramente no está permitiendo que nos desarrollemos de la manera más plena en el ámbito de lo político y además de eso, intenta por todos los medios castigar y penalizar a las mujeres que se muestran de alguna manera rebeldes”.

Mujer y participación política

Goecke afirmó que no hay un correlato en la participación electoral de la mujer en las elecciones, después de conquistar el derecho a voto, con alrededor de 50 por ciento y su representación política actual en torno al 50 por ciento “y sin embargo no logramos llegar ni siquiera al 20 ciento en los cargos de representación política. Esto lo han llamado algunas autoras, el que se nos considere como ciudadanas incapaces, ciudadanas que votan, pero que no son efectivas, que siguen siendo tratadas como si fueran niñas, personas incapaces de desarrollarse en los principales puestos de toma de decisiones”

Por otra parte, están las mujeres que ocupan puestos en el Congreso, pero que sin embargo, la mayoría de esa agenda y de las decisiones que ellas toman no tienen que ver con lo que se podría denominar una agenda de mujeres o en una perspectiva de mujeres, respecto de las propuestas que se presentan en el Congreso. En general, la toma de decisiones, la práctica política sigue siendo una práctica política que hasta las mujeres asumen con patrones establecidos por los hombres”

Cuando uno recorre las historias de vida de las mujeres militantes, una se da cuenta de que existe una experiencia increíble. Hay muchas mujeres que participan a niveles de base, en lo que algunos autores llaman las experiencias políticas concretas y sin embargo, no logran empinarse dentro de las estructuras políticas más allá de cierto nivel. Esto tiene que ver con distintos tabúes y prácticas que van limitando la participación de ellas, desde el marido, la pareja o personas de su propia familia que les van diciendo por ejemplo, no te metas en política porque es algo de hombres, el trato que se les da dentro de las organizaciones políticas, la dificultad para conciliar los horarios de los niños, con los horarios en que se reúnen con las organizaciones, sobre todo cuando ya se va subiendo dentro de los escalones de poder y en general también incluso situaciones de violencia sexual que ver con el sistema de cooptación interna de os partido, dado que es tan difícil que una mujer sea promovida de un nivel inferior dentro de las organizaciones aniveles superiores. Muchas veces se entiende que debe existir una transacción con una suerte de padrino que permite, en el fondo, que se produzca ese paso”, planteó.

Racismo y clasismo

Cuando se produjo el movimiento estudiantil el 2011, “muchas estudiantes sufrieron distintas agresiones mientras estaban en la calle, pero además, en el caso de personalidades públicas como Camila Vallejo, si usteden leen la prensa, se produjo un fenómeno en que asumía que por sus características físicas, a pesar de que se encontrara en una situación de estar en una manifestación pública, tenía que bailar la colita, a veces le gritaban que debía darle un beso a un compañero, como si estuviéramos en el festival”, manifestó.

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En una revista intelectual chilena, un autor escribió, que se debía a que Camila Vallejo tenía una belleza que era distinta a la tradicional representación de la mujer de izquierda en Chile, lo cual si uno ,lo pensaba bien, cuál es la representación de la mujer de izquierda en Chile. Si ustedes ver las fotos de Gladys Marín, por ejemplo. La mujer de izquierda tradicional, la que se pinta en los murales es la que ha formado parte de los liderazgos tradicionales, es una mujer que tiene rasgos populares, indígenas, y por lo tanto, un comentario de este tipo, apela a una idea clasista y además racializada, muestra el racismo y el clasismo que predomina en Chile”, afirmó.

Por el lado de la derecha, a las mujeres se les exige, un cierto lenguaje y un cierto comportamiento que también se corresponde con un esterotipo. Un hombre puede decir un garabato en el Congreso, pero no recibe la misma sanción ni recibe las mismas representaciones que una mujer en esa misma situación, por muy desagradable que sea la figura elegida, el tema es que como mujeres, ya sea en la izquierda o en la derecha, tenemos que ajustarnos a un modelo que supone que tenemos que vestirnos de una manera determinada, vernos bonitas para hacer política, hablar de una manera determinada”, reflexionó.

Luego Cristina González Penna, mostró el trabajo de la Escuela de Empoderamiento Amanda Labarca para hacer recuperar en las mujeres la confianza, la autoestima, la seguridad en las mujeres.

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Gabriela Aguilera del comité Editorial de Asterión Ediciones, quien participó en la iniciativa y publicación del libro “Basta! 100 escritoras contra la violencia de género”, expuso acerca de la gestación y desarrollo del proyecto y cómo éste fue dando curso a otras publicaciones con el mismo propósito.

La curadora Mané Adaro, quien participó en el inicio de la investigación de obra, expresó que el proyecto es un espacio de crítica social. “Es un proyecto muy activista, es como su valor más grande y se enfrenta a la fotografía no simplemente desde la representación y desde el registro. El proyecto en sus diferentes investigaciones desde cada fotógrafa van abordando diferentes contextos, cuatro cuerpos conceptuales, como institución, espacio doméstico, medios de comunicación, y el concepto de intervención activista, callejera”

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Ellas siempre tuvieron claro que la palabra femicidio es una reducción. O sea, parte el proyecto ya reflexionando fuera del espacio doméstico, incluyéndolo, porque no podemos negar que es una gran parte también, pero la idea era investigar cuáles son las causas, no simplemente registrar o fotografiar testimonios, la idea era investigar las posibles causas que generan violencia de género hacia las mujeres”

Cada fotógrafa desde una praxis autobiográfica, y esto desde un legado muy feminista, ellas tenían que investigar sus propias cotidianeidades y haciendo el hilo conductor con las instituciones”

“Desde ahí surge otra idea importante y es el empoderamiento, porque el testimonio te lleva a pasar de víctima a empoderarte del tema, a resolverlo,  a asumirlo, pero también es un factor de empoderamiento porque desde la reflexión  y  la investigación, cada fotógrafa tenía que presentar una idea mucho más crítica, poder ahondarla en ese contexto crítico hacia la sociedad

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