Después de 47 años de ocurrido el secuestro de la estudiante de enfermería Jenny Barra Rosales, la ministra en visita extraordinaria Marianela Cifuentes emitió una sentencia en contra de militares Pedro Espinoza Bravo, Rolf Wenderoth Pozo, Juan Morales Salgado y Miguel Krassnoff Martchenko, a quienes condenó a 10 años presidio mayor en su grado mínimo. 

El 17 de octubre de 1977, Jenny comentó a algunas personas haber sido seguida desde Santiago hasta San Bernardo, pero no le dio importancia. Por la noche, luego de salir de la casa de una amiga, alrededor de las 21:30 horas, fue detenida. Dos días después, el 19 de octubre, se le vio en un automóvil marca Peugeot 404 color gris, vehículo utilizado por  agentes del Estado y que pertenecía al Ministerio de Defensa.

Posteriormente, fue trasladada a un centro de tortura, según testigos junto a su amigo militante del PS y fotógrafo, Hernán Santos Pérez Álvarez, donde ambos desaparecieron. 

El 4 de noviembre de 1977, su madre Laurisa Rosales interpuso un Recurso de Amparo, ante lo cual se solicitan antecedentes al Ministerio del Interior e Investigaciones, quienes señalaron que solo hay antecedentes de la primera detención por lo que se rechazó este Recurso y se abrió un sumario.

Laurisa Rosales denunció el caso como secuestro, pero este se sobreseyó, considerando una supuesta prescripción; sin embargo, como no se había realizado la investigación completa se volvió a abrir sumario, el cual nuevamente se sobreseyó temporalmente en 1980. 

Finalmente, sus restos fueron encontrados el año 2001, en una mina abandonada en la Cuesta Barriga, antigua ruta que conecta Santiago con Valparaíso; allí habían más de 200 pequeñas osamentas y rastros de varios cuerpos que en 1979 los agentes de la dictadura desenterraron y nuevamente hicieron desaparecer para eliminar las huellas del paradero de los fallecidos, en una operación conocida como “Retiro de televisores”. 

Todo este largo proceso explica las sensaciones de Susana, hermana de Jenny, quien continuó con la lucha de la madre de ambas, la sra Laurisa, al enterarse de la resolución de la justicia.

“Valoro mucho el trabajo y esfuerzo de los abogados de derechos humanos y bueno, todo lo que hemos estando en la calle,  principalmente mi madre, quien desde el año 2020 ya no está con nosotros, por lo que siento que diez años de condena no es nada.” Sin embargo, agrega Susana, “también sé también que asesinos como Miguel Krassnoff Martchenko y los otros implicados tienen cientos de casos en su contra y miles de años de prisión acumulados entre ellos  y seguro que les va a faltar vida para pagar todos estos crímenes”

Siguiendo con su reflexión, Susana Barra puntualiza  que “también sé que no somos diferentes del resto de los familiares que buscan justicia y que en muchos casos se repiten condenas de cuatro, seis o diez años de presidio para los culpables, pero es que siento o me queda una sensación un poco amarga, porque hay años de esfuerzo, en búsqueda de justicia, de mucho esfuerzo y de años de muchos sufrimientos” 

Un Memorial para Jenny y una promesa a una madre.

Casi a la par con esta sentencia, el día 20 de abril el concejo municipal de San Bernardo aprobó la construcción “Memorial a Jenny Barra Rosales Plaza Guarello San Bernardo”, que forma parte de la segunda etapa del mejoramiento de ese lugar, y que debiera estar terminado en 120 días, aproximadamente.

Susana Barra especifica que “este es un proyecto que nosotros con gran esfuerzo presentamos el año 2021 a los concejales y que ahora fue aprobado por unanimidad. Esto nos dejó muy contentos porque el memorial -alguna u otra forma- es justicia para su memoria, pero en ella simbolizamos a varios ejecutados y desaparecidos de San Bernardo. Ella simboliza la memoria de todas y todos los compañeros y serán recordados desde la plaza donde ella fue secuestrada y desaparecida”. 

Este trabajo lo llevan realizando desde la Corporación Jenny Barra, y quieren sumar recorridos que vinculen el trabajo de la memoria con los vecinos de San Bernardo. “Tenemos que cambiar esta mentalidad de ‘profesionalizar’ la violencia que puede generar el ser humano contra el ser humano”, destaca Susana; “ya que se ha perdido la empatía  y falta conocimientos sobre los derechos humanos, entonces, tenemos la responsabilidad de promoverlo y lo promoveré hasta que se nos vaya la vida porque así se lo prometí a mi madre, que estuvo 35 años en la calle hasta que le avisan que restos de fragmento se de mi hermana está en Cuesta Barriga, y eso no significó bajar los brazos ni olvidar claro: nunca  hay que bajar los brazos…eso lo aprendí de mi mamá cuando mi hermana desapareció y yo tenía ocho años. Ahora tengo 55 años y hay que seguir y voy a seguir, porque un día ella me llamó y me dijo ‘alguien tiene que seguir’ y acá estoy.