Así lo expresó la Coordinadora de la Red Latinoamericana de Sitios de Conciencia, quien visitó Chile para participar en el VII encuentro de la entidad que se realizó en Santiago. Asegura que los sitios memoria en América Latina más allá de contar una historia tienen una demanda y actúan en el presente, son promotores de justicia, de verdad, de reparación.

Por Carlos Antonio Vergara, fotografías de Luis Fernando Arellano.

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Valeria Barbuto es antropóloga con un diploma de Altos Estudios en Gestión Cultural de la Universidad Nacional General San Martín de Argentina. Fue directora  ejecutiva de Memoria Abierta, organización creada en 1999 para lograr una participación coordinada en iniciativas locales y nacionales en favor de la memoria colectiva sobre el pasado reciente del país trasandino. Memoria Abierta es sin duda, una de las organizaciones más importantes consagradas a recuperar y difundir lo que fue el terrorismo de Estado en ese país.

La conversación con Barbuto se inicia solicitándoleque entregue su definición acerca de lo que es un sitio memoria, frente a lo cual aseguró que “en general, en cualquier parte del mundo es un lugar donde la sociedad entiende que ocurrió un hecho trascendental y, que por eso se define como importante para trabajar en el presente con los jóvenes, con las nuevas generaciones en la promoción de derechos humanos, de democracia, de respeto a la vida a la libertad.”

“Yo creo que América Latina tiene la característica de que el enorme proceso social, político con el movimiento de derechos humanos, en esta última etapa, con algunos gobiernos ha hecho que un sitio de memoria sea mucho más que eso. Que sean lugares donde sucedieron los hechos, pero también lugares significativos, memoriales, todos los espacios donde los distintos movimientos, utilizan para generar reflexión”, precisa.

“Son lugares potentes, porque hay una verdad que contar, pero también hay una demanda, hay una perspectiva de futuro, una idea de comunidad, de hacia dónde queremos ir”, puntualiza.

“Me parece que América Latina es particularmente interesante –prosigue-, porque no está tan atada a únicas versiones sino que trabajamos con una dinámica enorme. De la Red Latinoamericana de Sitios participan lo que serían sitios de memoria tradicionales, por ejemplo, ex centros clandestinos de detención, convertidos  en museos, memoriales, instituciones que intentan promover acciones artísticas, culturales sobre los sitios, o sea no necesariamente sitios que tienen puestas museográficas, sino acciones más diversas que ha replanteado la propiedad de museo”, afirma.

Replantear la propiedad del museo

“Son sin embargo los museos de la memoria, al menos los latinoamericanos, muy ricos, con mucho movimiento, con mucha actividad social, que tienen estándares por supuesto y formas específicas de muestras y exposiciones, pero que tienen una vida más activa. Me parece que en ese sentido América Latina ha retomado cierta historia que tenía que ver con los museos de la Shoah, pero que a su vez le ha dado una identidad y una impronta muy particular, es muy interesante ese proceso”, asegura.

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Cuando le consultamos acerca de la complejidad de un sitio memoria en nuestro continente, que puede tener componentes de museo, pero donde a su vez participan sobrevivientes y que cruzan la frontera entre el museo y la organización social reivindicatoria de derechos humanos del presente, Barbuto puntualiza que“precisamente esa es la identidad que la mayor parte de los sitios o museos de la memoria de América Latina han logrado”.

“Esa es la riqueza: es ser instituciones que pueden formar un patrimonio  comunitario, con valor, con cierta legitimidad, igual que otras instituciones que pueden trabajar otros temas”, señala.

Los sitios memoria expresa “igual que otras instituciones que pueden trabajar otros temas, han sumado como parte de esa legitimidad la voz de los sobrevivientes,  la voz de los familiares, la voz del movimiento de derechos humanos, que muchas veces no son sobrevivientes y familiares, sino que son gente comprometida, activistas y la acción permanente en el presente que es esta demanda”.

“Son sitios o museos que más allá de contar una historia –manifiesta-, tienen una demanda en el presente y actúan en el presente, son promotores de justicia, de verdad, de reparación por ejemplo”, añade.

Lo sustancial: un valor en el presente

“Hay conflictos, hay tensiones, hay discusiones, porque obviamente las miradas de todos estos actores son diferentes en Argentina, en Chile, en cualquier lado, pero que es la propia dinámica de esa discusión la que los hace fuertes, los llena de contenido, de valor. Me parece que esa es la riqueza específica que tienen nuestros sitios y nuestros museos, poder juntar eso. Me parece que lo resolvemos en que esa sea la discusión cotidiana,  en no intentar cerrarla”.

Respecto a si existe alguna forma concreta de atraer a los jóvenes afirma “que la clave para las nuevas generaciones es el presente. Es trabajar desde el pasado, sobre los problemas actuales, trabajar con lo sustancial. El valor de la vida y de la libertad tiene un valor en el pasado y tiene un valor en el presente, en relación a defender y demandar derechos, respecto al otro, a nuestra relación con el Estado. Yo creo que estos museos tienen que, a partir del pasado trabajar en temas que nos constituyen como sociedad hoy y entonces ahí va a haber una referencia que puede interesar a las nuevas generaciones. No es la historia sino es la memoria, es el hoy”, concluye.

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