Ana María Jiménez Morales es sobreviviente de la dictadura cívico militar chilena, y fue secuestrada desde un microbús en el centro de Santiago, en la intersección de la calle Teatinos con Alameda, en abril de 1975. En ese momento estaba dedicada a labores musicales tras haber estudiado Sociología y Licenciatura en Música. Permaneció durante veintiséis días en Villa Grimaldi, y era militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

En la actualidad tiene setenta años, y fue directora del coro de ex prisioneras y prisioneros políticos, y está apoyando a las organizaciones de las ollas comunes.

A partir de esa experiencias de vida, y de su vinculación permanente con el trabajo por la memoria, cree que “este trabajo de hacer estos testimonios, tanto de manera oral, como los que están en Villa Grimaldi, como estas entrevistas, y otras actividades de divulgación, son fundamentales, porque verdaderamente las generaciones más jóvenes no conocen lo que sucedió en lugares como Villa Grimaldi“.

Señala que “quizás después de octubre del año pasado sea un poco distinto, pero todavía hay mucha gente que no tiene idea, mucha gente que cuando les he contado algo de esto, lloran y piden disculpas, incluso gente joven me dice, ‘compañera, yo no sabía que esto pasaba, algo había oído’, pero no lo sabían“.

Recuerda que en algún momento le tocó ir con su amiga, y también sobreviviente de Villa Grimaldi, Teresa Izquierdo, con quien escribieron un libro Antes de perder la memoria, a presentarlo a Valdivia, con un grupo de jóvenes de preuniversitario, y en otros lugares de la universidad, “y pensé que no iba a ser muy ameno, o de mucho interés, y fue todo lo contrario, estuve cuatro horas con chicos de quince a diecisiete años, y ellas y ellos querían saber todo, querían saber cómo habían sido las cosas en aquella época, cómo había reaccionado la juventud, y cómo había sido la militancia, fue muy bonito, y por eso te digo que es importante seguir transmitiendo esta historia“. 

Explica que “lo mismo sucedía cuando nos presentábamos con el coro de ex prisioneras y prisioneros políticos, y la gente más joven fuera de emocionarse y de participar en el canto, siempre quería saber más, preguntar más… por eso creo que todo lo que se haga en materia de memoria es muy fundamental“. 

Concluye indicando que hoy y con mayor razón, tras la revuelta social iniciada en octubre pasado, “lo más revolucionario que podemos hacer la gente de mi edad, que no podemos participar tanto, más allá de apoyar las luchas, y estar en las ollas comunes, y denunciar los atropellos y violaciones a los derechos humanos, es testimoniar, es contar, hablar, transmitir nuestra experiencia..“.