“En cualquier país civilizado, ante situaciones como las vividas en Puchuncaví, las industrias contaminantes serían obligadas a detener su actividad. En Chile, en cambio, se suspenden las clases para evitar que los niños aspiren aire contaminado en las escuelas, pero lo sigan haciendo en sus hogares”. Así lo afirma el geógrafo Rodrigo del Villar, quien junto con el arquitecto Miguel Montecinos integran la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví, entidad que busca convertir el ex campo de concentración Melinka en un sitio de memoria y centro social y cultural abierto a la comunidad. Ambos profesionales fueron prisioneros de Villa Grimaldi, y luego del campo de confinamiento que los militares instalaron en un centro de veraneo para obreros, cercano a Puchuncaví.

Para Del Villar la alta contaminación que afecta a las localidades de Quinteros y Puchuncaví es un problema que se arrastra por décadas y en el cual inciden tres variables que complejizan las posibles soluciones al problema. “Por un lado están los intereses privados, por otro el hecho que muchos habitantes de estas localidades trabajan en las industrias contaminantes, son su fuente laboral, y la tercera variable es la situación que viven día a día los habitantes y en especial los niños que son los más afectados”. Esto lleva a pensar al geógrafo que se está llegando al dilema de “o erradicas a las empresas contaminantes o a la población de estas localidades”.

Hace algunos años atrás, se planteó dotar a la refinería de cobre de la Empresa Nacional de Minería (ENAMI) de filtros de alta capacidad, pero sin resultados positivos. Otro problema son la mediciones de los niveles de contaminación, que están a cargo de la misma empresa contaminante y no de agencias externas de carácter estatal. Para Del Villar la influencia gravitante de los intereses privados explica que ante un evento de contaminación tan grave se haya preferido suspender las clases de los colegios y no el trabajo de las empresas contaminantes. Esto no tiene pies ni cabeza. Los niños llevan más de un mes sin clases y las empresas siguen contaminando. Incluso han contaminado las napas subterráneas”.

“Por lo anterior, afirma Del Villar, a nosotros como Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví, nos interesa trabajar el tema de los derechos humanos con amplitud. No sólo el tema de la tortura o la desaparición sino abordar las violaciones a los derechos humanos en la actualidad y en esta localidad el tema medioambiental. El primer taller que ofrecimos a la comunidad, fue uno de sexualidad al cual se invitó a todos los directores de colegios y personal de salud y fue fantástico”.

Para el arquitecto Miguel Montecinos, también ex prisionero de Villa Grimaldi y Puchuncaví, la idea es que la Corporación “colabore a empoderar a la gente de la localidad y hacer conciencia de que el problema medioambiental es un tema que permanece y la gente debe estar preparada para enfrentarlo”. Con este objetivo, la Corporación ha firmado un convenio con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y específicamente con la Escuela de Antropología, y ahora con la de Psicología para efectuar una escuela de verano y desarrollar un programa de trabajo comunitario que puede durar uno o dos años.

“La idea -reitera Montecinos-, es empoderar a la gente con argumentos, con antecedentes,  que aprendan a manejar un problema que va a estar latente por muchos años y no sean engañados y firmen convenios con las empresas que a cambio de contaminar les construyen plazas. O enfrentar las propuestas que han expresado personeros del actual gobierno ofreciendo computadores a los niños para que permanezcan en sus casas u ofertas como instalar purificadores de aire en el interior de los colegios”, finalizó el arquitecto.