Hace un par de semanas, a través de una carta, la Municipalidad de Lima solicitó al Ministerio de Cultura (Mincul) la demolición del Memorial ‘El Ojo que Llora’, ubicado en el Campo de Marte, un parque público del distrito de Jesús María 2​3​ en la ciudad de Lima. El argumento fue la ‘la petición de un grupo de familiares de víctimas del terrorismo y patriotas del Perú”.

‘El Ojo que Llora’ es un Memorial inaugurado en 2005, obra de la escultora Lika Mutal, destinado a honrar a los miles de víctimas del terrorismo, tanto el practicado por organizaciones armadas como por la represión gubernamental entre los años 1980 y 2000. Estos crímenes habían permanecido ocultos hasta que la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) los hizo públicos mediante su informe final de 2003.

En el año 2022 el Memorial fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura, como una manera de fortalecer la memoria colectiva de todos los peruanos y para promover la paz y la reconciliación en el país.

Sin embargo, desde su inauguración en 2005, ‘El Ojo que Llora’ ha sido vandalizado en diferentes oportunidades, la última de las cuales ocurrió en noviembre del 2020, cuando desconocidos quitaron de su lugar todas las piedras que contienen los nombres de las víctimas.

La agresión como medio para lograr la impunidad

Para ahondar sobre el intento de demoler el Memorial y el trasfondo de esta iniciativa, conversamos con Sofía Macher quien es representante de la Asociación Civil Caminos de la Memoria y se ha desempeñado, entre otros cargos, como Secretaria Ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (1997-2001), integrante del Comité Ejecutivo Internacional de Amnistía Internacional y Comisionada de la Comisión Verdad y Reparación en Perú (2001-2003).

Sofía Macher nos señala que “todos los nombres que figuran en el Memorial están registrados en el Registro Único de Víctimas, por lo que se entiende que es una reparación simbólica al conjunto de ellas” y que cada 28 de agosto “se recuerda en este sitio la presentación del informe final de la Comisión de la Verdad, en un acto donde participan familiares de las víctimas, los que en varias ocasiones han sido agredidos por fujimoristas y otros grupos que entran al espacio y pisotean las fotos que colocan los familiares, agregando que “desde su creación, el Memorial ha estado sometido a una constante campaña de desprestigio, sufriendo más de ocho ataques vandálicos, por considerarlo un ‘monumento al terrorismo’”

“La explicación para nosotros -señala Marcher-.es que estos ataques son una agresión a los organismos de derechos humanos que seguimos impulsando los juicios en los casos de crímenes y desapariciones en las que fueron responsables agentes del Estado, porque en Perú no han concluido los juicios a los militares, a policías y al mismo Fujimori”. Es por ello, añade, “que el Memorial se transforma en ‘un lugar de disputa’”, porque tiene que ver con la victimización de las personas que se sienten amenazadas con procesos judiciales”

La representante de DDHH puntualiza que “el problema que tienen quienes pretenden demoler el Memorial es que este tiene la denominación de Patrimonio Cultural de la Nación, atribución exclusiva del Ministerio de Cultura, por lo que es absolutamente inconstitucional que el Congreso pretenda decidir que es o no es Patrimonio Cultural de la Nación y que hace dos años que está ingresada una moción -con otros argumentos- para acabar con el Memorial, la que hasta ahora no se ha votado pero se ha convertido en una amenaza constante”. “La actual iniciativa, agrega Macher, “pese a que no tiene validez, no sabemos si la van a intentar aplicar, ya que en Perú la legitimidad del Ejecutivo depende totalmente del Congreso, entonces, por lo que sea no se van a pelear con ellos ya que la supervivencia de la presidencia depende de lo que los congresales pidan”.

Otro argumento que utilizan quienes intentar demoler el Memorial, señala Sofía Macher, es que “en éste hay nombres de subversivos, siendo que los nombres que tiene grabados figuran en el Registro Único de Víctimas, registro que para ser aprobado tuvo que dejar fuera a cualquier persona calificada de subversiva, condición que fue impuesta por los congresistas para aprobar la Ley de Reparaciones, y a pesar de esa fue una concesión del movimiento de DDHH, ellos nos amedrentan constantemente porque sienten la amenaza de los procesos judiciales contra quienes asesinaron a tantos compatriotas”.

Para la dirigenta es claro que demoler el Memorial provocaría un escándalo mundial, “pero si no levantamos la voz, si no denunciamos, lo demuelen de todas maneras; es por ello que estamos usando todas las redes para denunciar estas prácticas , agresiones y constantes amenazas.”

Finalmente, Sofía Macher denunció que nuevamente se está intentando aprobar una ley de amnistía encubierta, la que aún está en comisiones del Congreso. “Ya Alan García lo intentó y la tuvo que anular; en este segundo intento usan el argumento de que cuándo se cometieron los crímenes en los que están involucrados militares y policías, en ese entonces no existía en el Código Penal del Perú la categoría de violaciones de Lesa Humanidad, luego los delitos prescribieron. Con esa lógica, invalidan la universalidad de los DDHH reconocida mundialmente y construyen una narrativa que busca socavar la memoria, castigándonos con juicios y tratando de instalar un nuevo relato entre las nuevas generaciones, puntualizando que “este intento no ha fructificado, pues contamos con el apoyo de muchas y muchos jóvenes que, de alguna manera, se están involucrando en el movimiento y la defensa de derechos humanos”

EL OJO QUE LLORA
El Ojo que Llora es una escultura conmemorativa, creación de la artista Lika Mutal, que consiste en un monolito de granito de aproximadamente un metro de altura del que brotan continuamente gotas que van a dar al pozo de agua que lo rodea. Alrededor de este núcleo -dispuestos a modo de laberinto- hay once círculos de piedras (cantos rodados), donde cada piedra lleva inscrito el nombre, la edad y el año de muerte o desaparición de la víctima (civiles, policías y militares asesinados y desaparecidos, excluyendo a los militantes de los grupos armados involucrados), permitiendo al visitante pasar junto a cada uno de los cantos rodados. Este monumento forma parte de un proyecto inconcluso más grande, llamado Alameda de la Memoria, que incorporaría otras piezas de arte, grandes extensiones de áreas verdes y una instalación permanente para el Museo de la Memoria-Yuyanapaq.