En el marco de la iniciativa Museos de Medianoche, el pasado viernes 16 de noviembre, el sitio de memoria Parque por la Paz Villa Grimaldi abrió sus puertas a partir de las 18 horas, realizando cuatro recorridos guiados por ex prisioneras y prisioneros. Dos de estos recorridos, los más masivos de la jornada, se efectuaron en penumbras y estuvieron a cargo de los sobrevivientes Lelia Pérez y Raúl Flores a quienes requerimos una evaluación de la experiencia.

La profesora Lelia Pérez, quien condujo el último recorrido de la noche, se mostró asombrada del interés y la concentración de los visitantes en su relato. “Para mi fue una experiencia nueva, muy interesante, que amerita plantearse la posibilidad de repetirla. A mi me tocó guiar a un grupo de adultos jóvenes y madres con hijos adolescentes, todos los cuales concurrían a la visita guiada porque querían hacerlo y no habían podido por sus horarios de trabajo”, explicó la docente.

Por su parte el periodista Raúl Flores destacó lo distinto del público que le tocó en su grupo, respecto a quienes visitan el sitio de memoria en el día. “Muchos de ellos bastante jóvenes, asistían de manera voluntaria. También se integraron personas que llevaban a sus hijos (as) para que nosotros les contáramos lo duro que había sido la lucha contra la dictadura”, indicó.

Para Flores la visita nocturna resultó diferente porque “el entorno del parque ‘bonito’ se diluyó en la oscuridad y las sombras generaron un impacto mayor del relato. Al visitante no le quedó otra alternativa que mirar a los que tiene más cerca y al piso para evitar tropiezos, experimentando algo de la experiencia nuestra como ex prisioneros”.

En igual sentido se manifiesta Lelia Pérez, “noté que el protagonismo del relato era mucho mayor que en el día. Cuando estábamos en el muro de los nombres la gente no lo podía ver muy bien por la obscuridad y por tanto se concentraba en mi voz”.

Querían escuchar testimonios

A Pérez le llamó la actitud del público, concluyendo que “nuestros relatos y experiencias les interesaba mucho más que el detalle histórico. Vinieron a escuchar, preguntaron poco, querían saber y a pesar que la visita se extendió bastante podríamos haber estado aún más tiempo”.

Flores, señala por su parte que, “se sentían impactados con el relato en las celdas Casa Corvi, que los días sábados los guardias se entretuvieran viendo Sábados Gigantes o el hecho que al frente de la Villa funcionaba un colegio y el que yo les preguntara ¿qué pasaba con esos profesores o las y los apoderados de esos niños? ¿Sabían lo que sucedía al otro lado de la calle? Es una situación con algunas similitudes a la verificada en Alemania con las poblaciones vecinas a los campos de exterminio nazi y lleva a dar cuenta del nivel de temor generado en Chile por la dictadura, obligando a la ciudadanía a seguir con sus labores cotidianas, evitando mirar, saber o preguntar por lo que estaba ocurriendo en el recinto de enfrente”.

“Varias veces pregunté si los estaba aburriendo y me contestaban que no, que habían venido a escuchar y tenían tiempo para ello”, concluyó Flores.

Por su parte Lelia Pérez afirmó que entre el público asistieron hijos de ex prisioneros políticos de otros lugares, “que no tienen la posibilidad de contar con visitas a cargo de testimoniantes como los de la Villa. Con el tiempo hemos ido estableciendo una narración  y un estilo de testimoniar, un relato maduro que no es una catarsis o una denuncia sino que busca resaltar lo que nuestros visitantes quieren saber y aprender de la experiencia”, finalizó la ex prisionera.